El Faro

La urgencia del evangelio

Desde hace algún tiempo, nuestra congregación ha tenido la bendición de servir a diferentes instituciones, tales como la municipalidad de Guatemala, el ejército y la policía nacional. Todo esto, ha sido un regalo de nuestro Señor, pues a través del servicio a nuestras autoridades hemos sido bendecidos y prosperados espiritualmente, como dice la Palabra: Y no nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos. Así que entonces, hagamos bien a todos según tengamos oportunidad y especialmente a los de la familia de la fe (Gálatas 6:9-10).

El pasado veintidós de agosto, fuimos invitados por el director de la escuela de oficiales de la Policía Nacional Civil; con el objeto de celebrar un servicio de acción de gracias por el décimo segundo aniversario de la institución. Fuimos recibidos con mucho gozo por los oficiales directores del plantel. Dentro de los cuales nos sorprendió gratamente encontrarnos con que el director de la academia, es un hombre cristiano y temeroso de Dios. Esto dio lugar, a que pudiéramos ministrar la alabanza y la palabra de Dios a todos sus subordinados con gran libertad. Una de las cosas que llamó nuestra atención, fue que uno de los pilares de la institución es precisamente, creer en un Dios supremo y este grupo de hombres y mujeres, aunque diverso en sus pensamientos, todos creen en Jesucristo como ese ser supremo. Esto es algo, que en la actualidad es un milagro en sí mismo, ya que, en la mayoría de los países del mundo, se ha relegado a Dios a un punto de prácticamente inexistencia.

Es impresionante ver, que en los llamados países del primer mundo, ya no se menciona a Dios en ningún momento y aún más, la gente que no cree en nuestro Dios se siente ofendida ante la mención del nombre de Jesús. Es necesario, que el ministerio de la iglesia del Señor Jesucristo, sea retomado para evangelizar de nuevo a esta generación apartada de Dios. Las entretenciones del mundo y las políticas de estado, que consideran al Señor como algo superfluo y supersticioso, han desechado la idea de compartir el pensamiento cristiano, aunque el cristianismo es el fundamento de la cultura occidental, sin el cual, no se hubiera logrado su desarrollo. Algunas de las facciones más prominentes del cristianismo, han menoscabado profundamente la credibilidad del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, ya que desde la misma cátedra apostólica de Roma, se ha indicado que todos los caminos o religiones van a un mismo dios. La Palabra de nuestro Señor nos indica que nadie va al Padre, sino es por Jesucristo, como podemos leer en la Escritura: Jesús le dijo: Yo soy el camino y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. Si me hubierais conocido, también hubierais conocido a mi Padre; desde ahora le conocéis y le habéis visto (Juan 14:6-7).

Las batallas ideológicas y teológicas de las primeras décadas del siglo veintiuno, han traído como resultado el desgaste que ha sufrido la iglesia, el llamado postcristianismo, dejando un vacío espiritual en la mayoría de los sectores de la sociedad. Aprovechando esta ausencia, las élites gobernantes han creado agendas diseñadas para masificar el pensamiento de la humanidad, dominándola por medio de falsas promesas de prosperidad que han imbuido a las masas en un letargo tal, que se han olvidado de la misericordia de Dios, tornándose gnósticos y ateos orgullosos, desafiando así los principios de la palabra de Dios, que dice: Después del orgullo viene la caída; tras la arrogancia, el fracaso. Es mejor ser humilde y vivir con los pobres que compartir riquezas con los orgullosos (Proverbios 16:18-19 PDT). De esto habló el apóstol Pablo en su carta a los romanos, cuando dijo: Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa. Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por consiguiente, Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos; porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos. Amén(Romanos 1:20-25).

Es necesario que el cuerpo de Cristo, tome en cuenta que no se sirve a sí mismo y que buscando la unidad en el propósito de Dios alcanzaremos a aquellos que en este tiempo, necesitan las buenas nuevas del reino. Más que nunca debemos de llevar este mensaje a los necesitados, pues el Señor Jesucristo dijo a sus discípulos: Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo. Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin (Mateo 24:12-14).

 

Fuente:
Apóstol Pedro Legrand

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