Articulos

La última y más fuerte palabra

Principales sacerdotes y ancianos acusaron a Jesús ante Pilato, quien le dio oportunidad de defenderse, pero Jesús no dijo nada; no porque no tuviera con qué defenderse o porque se quedara sin palabras, sino porque él conocía el poder detrás de su silencio.

Ante la acusación, ante los problemas, ante aquellos que quieren que tú niegues tu fe, tu silencio demuestra tu confianza en que tu obediencia tiene grande recompensa.  Es mejor no hablar, y saber hacer.  Esta fue la enseñanza más grande que aprendió Jesús, de su padre terrenal, José.  José no dijo nunca nada.  Si bien María fue escogida por Dios, no es que fuera la única virgen.  María tenía varias características, pero una de ellas era estar desposada con la persona correcta.  Dios tuvo que buscar una virgen desposada con un hombre correcto, uno que aceptara la voluntad de Dios.  José trabajó por un año para casarse con María; cuando regresó, ella estaba embarazada.  Pero José no dijo nada; se fue en silencio; no por abandonarla, sino para cargar la vergüenza de María, para que le echaran la culpa a él.  Si no tenía nada bueno qué decir de María, no diría nada.  Se fue, y dice la Biblia que el ángel le dice que lo que tiene María dentro de sí era de él, que la aceptara.  José no dice nada, pero dice el libro de Mateo, que hizo como el ángel le dijo.

Uno de los mejores predicadores de la historia se llamó José, y no dijo nada, pero hizo todo lo que Dios le pidió.  Cuando Jesús decide guardar silencio, está ejercitando la lección más grande que había aprendido de su padre terrenal, un hombre que no dijo mucho, pero que hizo todo lo que Dios le pidió.

Cuando tú aprendes a guardar silencio, es porque tienes confianza que tu obediencia a Dios tiene mayores resultados que muchas palabras.  No todo el que habla alcanza grandes cosas, pero todo el que hace lo que Dios le pide que haga, queda su nombre registrado en el libro de la vida.  No son tus palabras las que te van a defender, las que van a liberarte, sino tus acciones de obediencia a Dios.  Aprende a obedecer a Dios en silencio.  Deja que otros se lleven el reconocimiento, los elogios; pero, al fin y al cabo, tu obediencia hará que Dios se lleve toda la gloria de todo lo que Él va a hacer en tu vida.

Tu silencio es demostración de tu obediencia.  No tienes nada qué decir, solo tienes que obedecer.  Obediencia no discutir y que te tengan que convencer de que hagas algo; es cuando Dios te dice lo que se requiere de ti, y no dices ninguna palabra, pero haces todo lo que Él te pidió que hicieras.

José tenía que aceptar aquello, cuando no tenía lógica, no tenía sentido.  ¿Cómo José podía explicarle a la gente lo que había pasado?  ¿Cómo puedes tú explicar el nacimiento virginal de nuestro Señor Jesucristo?  ¿Cómo José le diría a alguien: Ese no es mi hijo, es Hijo del Espíritu Santo?  No hay manera, porque las cosas en Dios no tienen sentido, no tienen lógica; las cosas en Dios se aceptan y te quedas callado, mientras obedeces y dejas que Dios se lleve toda la gloria y que sea Él quien haga lo que tenga que hacer.

Los cristianos, muchas veces, tratamos de explicarle a la gente con lógica lo que no tiene sentido.  Entiende de una vez que no hay manera de explicar cómo Jesús nació de una virgen, cómo se levantó al tercer día.  Esto es algo que hay que creer por fe, recibirlo en tu interior; no lo puedes explicar; tú vives en obediencia, aunque no haya lógica ni razón detrás de lo que Dios te ha pedido.  Hay un momento en que tienes que guardar silencio, ante aquellos que te acusan, y simplemente obedecer la voz de Dios.

Tu silencio es la oportunidad de que Dios pueda hablar más fuerte.  Cuando tú guardas silencio, le das oportunidad a Dios que sea Él quien haga algo, quien te defienda, que levante gente en la noche y les deje saber que hay algo especial en tu vida, que tienen que encontrarse contigo.  Fue la voz de Dios la que despertó a Pedro para que fuera a casa de Cornelio.  Este hombre oraba, obedecía a Dios callado, y Dios levantó a Pedro; porque Dios siempre tiene gente a la que Él va a despertar en los momentos cruciales de tu vida.  Así que aprende a guardar silencio y a dejar que sea Dios quien hable más fuerte de ti.

Una de las piezas musicales más escuchada, comienza con una corchea de silencio.  ¿Por qué empezar con un silencio?  Es que los más grandes maestros saben que no se puede componer una gran obra, si no hay un silencio donde se pueda escuchar.  Y cuando hay un silencio en el mundo espiritual, es porque, detrás de todo eso, hay un coro de ángeles, la voz del Dios Todopoderoso, que está presto a hablar las cosas más grandes de tu vida.  El día que tú dejas de defenderte, Dios habla a tu favor.  Cuando nuestro Señor Jesucristo murió, hubo un gran terremoto; el mundo entero se estremeció.  Dios no podía guardar silencio, porque Jesús había guardado silencio.

La obra maestra de tu vida está a punto de escribirse, si tú eres capaz de, por un momento, guardar silencio y dejar que sea Dios quien hable más fuerte.  Deja que Dios hable más fuerte que el banco, deja que hable más fuerte que el mundo.  En medio de tu crisis, si no tienes nada bueno qué decir, mejor no digas nada, y mientras tú guardas silencio, deja que sea el Dios Todopoderoso, al que tú le sirves,  quien habla más fuerte.

Al callar ante los que te acusan, demuestras que tú sabes que la última palabra siempre la tiene Dios.  La última palabra de tu problema, la tiene Dios.  No importa lo que digan los que te acusan, la última palabra la tiene Dios.  Cuando tú guardas silencio, en medio de tus peores situaciones, es porque tú tienes claro que Dios dirá la última palabra.  Y la última palabra siempre dice que tú tienes la victoria.

Vivimos en un mundo que quiere provocarnos todo el tiempo a hablar lo incorrecto, a que nos defendamos, que peleemos con el otro; si en algo es experto el enemigo es en acusarnos, señalarnos, tratado que digamos las palabras incorrectas.  A través de toda la vida de nuestro Señor Jesucristo, lo que trataron fue que él dijera algo para llevarlo y matarlo, crucificarlo.  Pero los mensajes más poderosos que podemos predicar es cuando nosotros conocemos la esperanza que hay detrás de nuestro silencio.  No es que no haya nada qué decir, sino que decidimos mejor no hablar y dejar que la última palabra la tenga Dios.

Toma dominio sobre tus palabras.  En medio de las crisis, no respondas a todo el mundo, no reacciones ante los problemas de forma inmediata.  Cuando tú te callas, Dios habla más fuerte.  Cuando tú te callas, la última palabra la tiene Dios.  Lo más poderoso no es lo que tú dices, sino lo que tú haces.  Cuando guardas silencio y obedeces a Dios, Él se encargará de posicionarte en el lugar correcto y darte la victoria que Él te ha prometido.

Fuente:
Pastor Otoniel Font

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba