“He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí eres bella; tus ojos son como palomas.
He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce; Nuestro lecho es de flores”.
Cantares 1: 15, 16. Por muchos años he escuchado frases como: “Ya no siento lo mismo que antes”, “No se porque pero el amor hacia Dios ya no me fluye igual”, “Siento que he perdido mi primer amor”. En los últimos días he recibido cartas de personas que me preguntan: “¿Cómo puedo volverme a enamorar de Cristo?” y ayer mismo Dios ponía en mi corazón que escribiera sobre este tema.
Dedico este tema a todos aquellos que en algún momento de su vida creyeron que no iban a volverse a enamorar de Dios.
Definitivamente el enamorarse es una de las sensaciones humanas mas lindas, pero enamorarse de Dios sobrepasa todas nuestras expectativas y es que no hay nada más lindo que estar enamorados de Dios.
Cuando tu te enamoras de alguien no lo haces de un segundo para otro, ni de un día para otro, sino que es un sentimiento que va creciendo dentro de ti que te hace apreciar a esa persona a medida la vas conociendo.
Ninguno de nosotros ha sentido amor puro por alguien sin antes haber sembrado, cultivado y regado ese amor. Cuando a nosotros nos gusta una persona, hacemos toda clase de acciones para tratar de agradar a esa persona de la cual queremos llamar su atención y caerle de lo más bien. Todas esas acciones hacen que poco a poco el amor vaya creciendo a tal punto de comenzar una relación y ese amor es consumado al llegar al matrimonio en donde se prometen amor el uno para el otro hasta que la muerte los separe.
Ahora bien, con Dios hay una diferencia, pues desde el día que decidimos entregarle nuestra vida comenzó ese enamoramiento que fue fulminante, es como un amor a primera vista pero de esos reales y que permanecen para siempre y no de los que nosotros humanamente creemos tener, a lo cual la mayoría han sido solo pura emoción momentánea.
Estar enamorados de Dios es algo que tenemos que cultivar, que regar y que cuidar cada día. Al igual que cuando tú siembras una plantita, luego de sembrarla, tienes que cuidarla, regalar para que pronto crezca y sea la planta que tú deseabas que fuera. Así mismo el amor de Dios, tenemos que cultivarlo día a día a través de una verdadera relación personal con El, hablo de mantener una vida de alabanza, una vida de oración frecuente y no una vez a la semana, hablo de leer su Palabra para conocerlo mas y mas, no hay otra forma mas efectiva de conocer a Dios y su propósito para mi vida que leyendo su Palabra.
Amados, si tu estas pasando por un momento de esos en los que ya no le sientes sabor a la vida cristiana, en donde todo se ha vuelto monótono o una simple rutina, te invito a que comiences a cultivar ese amor por el Señor, cambia de chip, elimina la rutina, haz cosas diferentes que te lleven a mantener mas contacto directo o indirecto con las cosas del Señor.
Puedes comenzar hablando con El todos los días no importa donde estés, puede ser mientras te diriges a tu trabajo o universidad, lee la Palabra de Dios para conocerlo mas, tomate unos minutos en el día para meditar en su Palabra, sírvele al Señor en tu congregación eso será muestra del amor que le tienes a El y por lo que hizo por ti, ayuda a quien puedas ayudar, para que de esta forma estés cumpliendo con el evangelio practico y no solo teórico.
Amados hermanos, cada uno de nosotros somos responsables de cuidar que nuestro noviazgo con el Señor sea de lo mas lindo, claro esta que si tu descuidas estos aspectos como el hecho de orar, leer la Palabra de Dios, congregarte y servir, poco a poco tu relación de amor con el Señor se ira perdiendo, no por parte del Señor, sino de parte tuya que te estas alejando de esa relación personal con El.
Es imposible amar a alguien que no conoces o con el cual no tienes una relación personal, es imposible decir que amas a alguien con el cual no hablas, no conoces, no sabes que es lo que le gusta, entonces, ¿Cómo podemos decir que lo amamos?
Es hora de restaurar nuestro amor con el Señor, es hora de atender las necesidades que sean demandadas para que ese amor de nuestra parte pueda crecer, para estar enamorados del Señor tenemos que acercarnos a El para que al darnos cuenta de su infinito amor con el que nos amo, nosotros también podamos corresponder amándolo cada día y viviendo enamorados del Señor.
Si tu tomas en cuenta estos consejos, te aseguro que muy pronto comenzaras a enamorarte nuevamente de aquel que un día se enamoro eternamente de ti.
No hay nada como estar enamorados de nuestro Dios.