En un mundo donde las redes sociales son una herramienta poderosa, debemos recordar que no solo somos consumidores de contenido, sino también emisores de mensajes que impactan la vida de otros. La Biblia nos llama a ser luz en medio de las tinieblas (Mateo 5:16) y a usar nuestras palabras con sabiduría y gracia, sazonadas como con sal, para edificar a quienes nos escuchan (Colosenses 4:6).
Esto significa que cada publicación, comentario o interacción debe ser filtrado por el discernimiento que viene del Espíritu Santo. No se trata de impresionar, sino de reflejar el amor, la verdad y la esperanza que hay en Cristo. Como creyentes, somos embajadores de Su reino, y lo que compartimos puede llevar ánimo o confusión.
Además, las redes nos ofrecen una oportunidad única de evangelizar y conectar con otros, pero también nos exponen a peligros como la comparación, la distracción o el uso inadecuado del tiempo. Por eso, debemos pedirle a Dios sabiduría para navegar en este espacio digital con propósito y pureza de corazón.
Preguntémonos: ¿Estamos utilizando nuestras redes sociales para glorificar a Dios? ¿O estamos siendo arrastrados por las tendencias del mundo? Recordemos que ser sabios en Cristo implica no solo cuidar lo que recibimos, sino también lo que damos.