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El Sufrimiento como Escuela de Fortaleza. Una Mirada Transformadora hacia el Crecimiento Espiritual

Ninguna persona está exenta del sufrimiento. Podríamos decir, sin exagerar, que es un asunto inherente a la vida de todo ser humano. El asunto en sí, no es el sufrimiento, sino la forma como lo afrontamos.

Hay quienes caen en el desespero y otros que, por su parte, saben manejar los conflictos que tocan a su puerta y no permiten que les robe su paz interior.

El primer paso es reconocer que humanamente tenemos emociones y que esas emociones son maleables, es decir, fluctuantes. Por ese motivo nos llenamos de desasosiego o desesperanza.

El segundo paso, es reconocer que en las batallas que libramos diariamente no estamos solos. Por su infinito amor y gracia, Dios nos acompaña en todo momento, como escribió el salmista:

“Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas.” (Salmo 34:19 | NVI)

En esa dirección, debemos depositar toda nuestra confianza en el Padre, que conoce del dolor que nos asiste y desea ayudarnos cuando volvemos la mirada a Él en oración.

NO HAY SUFRIMIENTO ETERNO
Salvo en el infierno, donde las almas se perderán para siempre por rechazar a Jesús el Señor, no hay sufrimiento eterno.

Cuando vamos a las Escrituras en búsqueda de una palabra de aliento, leemos:

“Y, después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaura y los hará fuertes, firmes y estables.” (1 Pedro 5:10 | NVI)

Dios está presto a ayudarnos. Desea hacerlo, pero debemos confiar en Él y rendirnos a Su poder que derriba cualquier obstáculo.

EL SUFRIMIENTO NOS FORTALECE
Las situaciones difíciles, aquellas que nos roban la paz, pueden constituirse en la plataforma para ser fortalecidos y avanzar.

El apóstol Pablo escribió a los creyentes de Roma que atravesaban por situaciones complejas:

“… sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza.” (Romanos 5:3-4 | NVI)

Observe cuidadosamente lo que plantea el autor sagrado. De acuerdo con su enseñanza, el sufrimiento nos transforma, como el hierro forjado en el calor. Nos lleva a un nuevo nivel.

El asunto entonces estriba en dos cosas:
¿Cuál es nuestra Actitud Ante El Sufrimiento?

En medio del sufrimiento, ¿confiamos en Dios’

Si abordamos estos dos interrogantes coincidiendo en que cambiaremos nuestra actitud confiado, porque Dios tiene el control de todas las cosas, saldremos delante de cualquier conflicto que enfrentemos.

La especialista en salud mental, oradora y conferencista, Marian Rojas Estapé, anota lo siguiente:

“El sufrimiento bien canalizado nos permite desarrollar fortaleza interior. Es la fortaleza interior que nos ayudará a superar los problemas. Se cultiva aprendiendo a manejar los pensamientos del pasado o inquietudes del futuro que nos atormentan e impiden vivir de manera equilibrada en el presente. El sufrimiento es, por tanto, la escuela de la fortaleza.”

Insistimos, entonces, que la actitud y la confianza en Dios, son fundamentales.

¿DE QUÉ MANERA NOS AYUDA A CRECER EL SUFRIMIENTO?
Aun cuando quizá no lo hayamos pensado así, el sufrimiento puede convertirse en una herramienta para crecer. En esa dirección le animamos a considerar los siguientes principios:

Antes que huir del sufrimiento, debemos asumirlo como parte de la vida de toda persona.

El sufrimiento tiene valor: nos ayuda a crecer como personas y a fortalecer nuestra espiritualidad. El sufrimiento nos ayuda a hacer un alto en el camino y reflexionar. El sufrimiento permite que nos evaluemos y emprendamos un proceso de cambio y crecimiento. El sufrimiento nos permite identificar nuestras debilidades y limitaciones. El sufrimiento permite que modifiquemos la forma de pensar y de actuar. El sufrimiento puede ser un trampolín para la madurez en todas las áreas de nuestra vida. El sufrimiento puede sacar a flote nuestras fortalezas y potencialidades.

Jamás pierda de vista el hecho de que Dios nos ama y desea ayudarnos en medio del sufrimiento que estemos atravesando. El amor del Padre es ilimitado, porque somos sus hijos.
Ezoic

Y hablando de amor y oportunidades, aprópiate de la gracia divina que nos permite recibir perdón de pecados en respuesta a un sincero arrepentimiento, emprender una nueva vida y pasar la eternidad con el Señor. Esa gracia se manifestó en la cruz, cuando Jesús murió en el madero por nuestras transgresiones, que nos separaban del Padre. Reciba hoy a Jesucristo en su corazón.

 

Fuente:
Fernando Alexis Jiménez

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