TESTIMONIOS DE MARGARITA

El amor de fe que trascendió a la cuarentena en la unión del Matrimonio

Para el amor y el matrimonio no hay edad. Así pensaba de cara a la vida una pareja de caminantes, desde la reflexión de la virtud del presente, mientras miraban al exterior por una ventana el transitar acelerado de la gente un día cualquiera.

Cecilio Ortega Taveras, nacido en san Francisco de Macorís e hijo del señor Antonio Ortega y la señora Inés Taveras.

Cecilio es catedrático en la Universidad Central del Este (UCE), asesor empresarial y del Consejo Nacional de la Juventud Cristiana (CONAJUCRI-RD).

Mientras que Susana Alcántara Sánchez es hija de María Josefina Sánchez y Manuel Alcántara. Tiene un PHD en Teología, pastora en la Iglesia Evangélica Dominicana (IED), en Villa Consuelo, psicóloga, presidente de CONAJUCRI- RD, catedrática y directora de la Escuela de Teología de la Universidad Nacional Evangélica.

Ambos caminantes estaban solos en busca de compañía, el amor y la felicidad. A su regreso de un viaje al interior de su ser, sedientos de amor, pero con miedo a intentarlo, dos almas eran libres y estaban listas para amar.

Ambos habían dejado atrás el ego y la arrogancia, renunciando a tener siempre la razón y el control. Vivir con sencillez era su clara decisión. Allí estaban los dos listos para iniciar el viaje sin regreso del amor. El Dios de la vida, de la esperanza, los miró, sonrió y les dijo: Es tiempo de empezar.

En medio del encierro de la cuarentena y por el Covid- 19, ambos no tenían temor de estar juntos, abrazarse y compartir lo mejor de los dos. Entre conversión, abrazos, besos y largas horas de conversación sus corazones se unieron como arena y mar, la brisa y la lluvia, el tallo y la flor, libres y volando como gaviotas se concretó ese amor.

Así, entre risas, cantos con temores y a veces con ansiedad dijeron adiós al coronavirus y decidieron amarse, lo demás no hay que decirlo. Se comprometieron y decidieron formar un matrimonio para toda la eternidad el pasado viernes, dándole gracias a la vida, a Dios y a todos sus amigos que hicieron cómplice de esa gran celebración.

Los poemas de amor no faltaron, para lo cual la novia tuvo que rebuscar en la larga lista de Neruda, Borges, Gabriela Mistral y otros legendarios poetas y cantantes para armar su lista y con ellos llenar las expectativas de su amado.

“Este amor es tan inmenso como el mar, y tan quieto y cristalino como agua de manantial, le dijo.

Él, de su lado, también guardó emotivas palabras para su compañera de vida y recordó que desde   que empezaron a conversar sobre Dios y sus maravillas, temas académicos, sociales, políticos entre otros, notó la química y sintió que ella era la mujer que había estado esperando por mucho tiempo.

“Hoy me siento un hombre renovado y restaurado en el espíritu, emocional y mentalmente. Agradezco al Dios poderoso cada día haberme hecho digno de tal prestancia y espero firmemente que Dios me dé fuerza y la gracia para jugar un rol que esté a la altura de tan inmerecido honor”.

Terminó diciéndole a su esposa que tiene la certeza de que esta es una unión del Reino y que el Señor estará cada día acompañándolos, guiando e iluminando su caminar, para la honra y gloria de su Nombre.

Los responsables de la ceremonia, que fue realizada en el Salón de Actos de la Universidad Nacional Evangélica (UNEV) y también se desarrolló de manera virtual, fueron los reverendos Miguel Ángel Cancún, obispo de la Iglesia Evangélica Dominicana y Gerson de la Cruz, presidente de relaciones ministeriales de la misma congregación. La pareja agradeció al rector de la academia, Epifanio González, y la vicerrectora, Santa Guzmán, haber puesto a su disposición el recinto para celebrar las nupcias y de esa manera poder cumplir su sueño.

“Sueña, canta y celebra, pues la vida como un respiro se va, disfruta de tus seres amados en el tiempo que te queda, sea soñando o despierto, en tiempo normal o en cuarentena. Vive la virtud del presente, deja atrás el pasado y deja llegar el futuro”.

Vive el presente es lo único que existe aquí y ahora. Danza con el viento, sonríe a la vida, vive con intensidad cada segundo, cada minuto, perdona, olvida, aligera tu equipaje, saca todo ese peso que te impide avanzar, así lo hicimos nosotros y hoy podemos amar”, fueron las palabras de aliento de la pareja al finalizar ese gran momento donde los apellidos Taveras y Alcántara se convirtieron en un solo corazón.

Fuente:
Margarita García

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