OperaciUn hombre abandonó la práctica de la brujería y el animismo, y entregó su vida a Cristo después que conoció el Evangelio. Hoy es pastor y ha abierto ocho iglesias en su pueblo nativo.
Anton Egamankon, testifica que su vida pasó por un fuerte proceso de transformación, después de ser evangelizado, pastoredo y discipulado por misioneros, que le proporcionaron una serie de estudios bíblicos.
Anton, se rindió a Cristo cuando aún era joven y recién casado, en su aldea de Itutang. Su vida estaba marcada por el sufrimiento y el tormento de malos espíritus que adoraba en sus rituales y ofrendas, tratando de huir de la ira de ellos.
«Toda mi vida he practicado el animismo (creencia en que todo tiene un alma o espíritu, incluyendo animales, plantas, rocas, montañas, ríos y estrellas), No conocía otra vida que realizar rituales para conseguir el favor de los espíritus».
«Yo pertenecía al clan de los Coconut, en que los espíritus son seres volubles y crueles, que según la creencia popular, privan a la gente de comida y lluvia o hieren a nuestros cuerpos con enfermedades y dolor, cuando no son debidamente adorados por los aldeanos», dijo.
Anton, cuenta que no conocía de la existencia de un Dios soberano. «Nunca pensé en un Dios que era omnipotente o en mi propio futuro, nunca pensé en mi propio espíritu ni en mis pecados, porque estábamos acostumbrados a la adoración de los espíritus que atormentaban los pueblos».
La vida de este hombre sumido en la idolatría de los espíritus, comenzó a cambiar cuando unos misioneros le hablaron del Evangelio de Jesucristo y le obsequiaron una Biblia en su propio idioma. Se pasó casi cuatro meses meditando en la Palabra de Dios hasta que decidió convertirse a Cristo.
Después de esta decisión, comenzó a compartir las Buenas Nuevas en su pueblo. Estaba totalmente convencido que ahora si adoraba al único Dios verdadero.»Ahora sé que este Dios a quien adora es lleno de poder, amor, misericordia y justicia. Este Dios es perfectamente justo y recto en todo lo que hace», dijo confiadamente.
También reconoció que toda su vida estuvo equivocado, entendió que los rituales que practicaba no era correctos y que nunca debió adorar a esos espíritus.
Han pasado casi diez años desde que Anton escuchó el mensaje del Evangelio por primera vez. y hoy celebra el hecho de que es un instrumento en las manos de Dios para el crecimiento de la iglesia en su tribu. Con la ayuda del Señor ha logrado abrir ocho iglesias en su aldea. Fuente: acontecercristiano.net