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Biblia, familia y constitución

La familia dominicana necesita de mayor orientación en medio de tanta inversión de valores, de los ataques y las tentaciones sociales que van enfocadas a la niñez, adolescencia y juventud, como elementos que dan sentido y preservación a la vida de una sociedad. En medio de tantas injerencias extranjeras que pretenden llamar a lo bueno malo, y a lo malo bueno, con caramelos disfrazados y envenenados de “falsa piedad”, necesario es que los buenos y nobles dominicanos salgan al frente con un mensaje de defensa y concientización de aquellos enemigos naturales de la familia, la patria, el país…

Somos llamados a mantener en alto el Preámbulo de la nueva Constitución de la República Dominicana del 2010 (Ley de Leyes), donde los asambleístas revisores deifican su poder constituyente, cuando expresan que ellos: “invocando el nombre de Dios”, es decir, tomando su santo nombre, evidentemente, que no en vano, mantienen la idea en alto de que Dios debe ser el motor que debe darle sentido a la dinámica de la vida del hombre en sociedad.

La palabra de Dios es Ley, en la cual debemos meditar en ella todos los días, y no sólo basta con meditar, sino poner en práctica, al niño, al joven, al adulto, como garantía de normas de conducta ciudadana ejemplar, como guía que alumbra las conciencias de las personas , en medio de tanta confusión, inversión de valores, criminalidad, suicidio, corrupción de la justicia, enriquecimiento ilícito, injusticia, desigualdad social, en fin todo lo que pueda ir en contra de la moral y las buenas costumbres.

La biblia habla sobre la persona de Dios, la noción de última y esencial verdad: la Verdad. “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, diría—de sí mismo— Jesús de Nazaret. La verdad viene a ser para la democracia un valor fundamental, asociado a la transparencia que procura una sinceridad, manifiesta en la acción visible, y que nos protege de la corrupción en una gestión tiránica, que reniegue de la rendición de cuentas, de la transparencia en todos los órdenes.

La palabra “Verdad” aparece en el texto íntegro de la Constitución Dominicana, vale decir en sus 277 artículos y disposiciones transitorias, y más aún, si se la busca entre sus valores fundamentales, por ejemplo el Artículo 32, refiriéndose al Escudo Nacional dice: “Lleva en el centro, la Biblia abierta en el Evangelio de San Juan, Capítulo 8, versículo 32”. “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.

Los Fundadores de nuestra nacionalidad dominicana se ampararon en el Juramento Trinitario proclamado en el nombre de la Santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, en procura de la liberación de un yugo que se tornaba inaceptable para los Pueblos de la Parte Este de la Isla de Santo Domingo.

En cuanto a la familia, la Carta Sustantiva desataca un aspecto de importancia, y es el hecho de que existe una jurisprudencia sobre la igualdad de los hijos ante la ley, la nueva Constitución consigna dentro de los derechos de la familia esta prerrogativa.

El artículo 55, numeral nueve, «todos los hijos son iguales ante la ley, tienen iguales derechos y deberes y disfrutarán de las mismas oportunidades de desarrollo social, espiritual y físico”. La protección de la organización de la familia por el Estado se hará sobre la base de la institución del matrimonio entre un hombre y una mujer, y esto debe preservarse a como de lugar en medio de tantos “vientos que están soplonando en contra de los mejores intereses.

En definitiva, la biblia como palabra sagrada, tiene alguna vinculación con la Constitución, en el caso de la dominicana, pero hay diferencias por la aplicación y la naturaleza en el que ambas normas, disciplinas, reglas, tienen en contextos diferentes. La Constitución debe ser el alma de una nación, la regla por excelencia que rige la vida de los pueblos. Sin embargo, la biblia es la regla de fe y conducta que debe guiar el comportamiento socio-espiritual de un país, haciendo de sus ciudadanos mejores individuos que desarrollen relaciones en base al amor, servicio, convivencia pacífica del hombre y la mujer en sociedad.

La biblia al igual que la “Ley de leyes”, defiende la vida, habla de los derechos civiles y políticos como lo establece San Pablo en Romanos Capítulo 13, también refiere la preocupación por los problemas medioambientales, hace referencia a la dignidad humana, el trato al extranjero, la aplicación de justicia y la retribución a cada uno. Pero siempre hay que hacer la diferencia entre una cosa y la otra, por el carácter de su aplicación. Son parte de los retos que tenemos para el 2016.

Fuente:
Félix Caraballo

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