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Amar: ¿Palabras ó hechos?

“Yo amo a mi Dios porque él escucha mis ruegos”. Salmos 116:1

Cuando alguien te dice que te ama pero con sus acciones demuestra totalmente lo contrario es duro de asimilar. Por lo general cuando amamos a alguien, también esperamos que la otra persona sienta y demuestre lo mismo, pero cuando su amor solamente es de palabra y no de hechos provoca una frustración muy dura a nuestro corazón.

A veces decimos amar a alguien, pero nuestros hechos, nuestro trato, nuestro comportamiento hacia esa persona no demuestra realmente lo mucho que decimos amarla. Entonces, ¿Será amor de verdad?, ¿Será que amamos a esa persona, aun cuando no lo demostremos?, ¿Será que amamos a esa persona cuando lo único que le hacemos es daño por nuestra forma de ser con ella?

Somos así, se nos hace tan fácil decir que amamos, pero tan difícil demostrar que es cierto.

¿Qué sientes cuando amas a alguien y esta persona dice amarte, pero realmente no lo demuestra para nada?, ¿Verdad que es duro aceptar que realmente no te ama?, ¿Verdad que es difícil asimilar que su amor solo sea de palabras y no de hechos? Las palabras el viento se las lleva, pero lo hechos hablan más que mil palabras.

A veces decimos amar a Dios con todo nuestro corazón, pero realmente no lo demostramos. Hay algo que nunca estará en duda y es que Dios nos ama con un amor puro, perfecto y eterno, eso jamás cambiara.

Y es que lo que ocurre es que nuestro amor por Dios muchas veces está condicionado al estado anímico que tengamos, si te sientes feliz, contento, con gozo, entonces dirás que amas a Dios y trataras de demostrarlo, pero si te sientes triste, solitario ó frustrado, dirás amar a Dios pero tus acciones serán diferentes a ese sentimiento que expresas sentir.

Ayer reflexionaba sobre que pasamos la vida quejándonos de todo y nos olvidamos de amar a Dios como se lo merece.

Tenía 16 años cuando le entregue mi vida por primera vez a Dios, era un joven normal, como cualquier otro, con curiosidades, con muchas imperfecciones, con un sentimiento de querer buscar a Dios, pero jamás lo había encontrado. Pero nunca pensé que esa mañana de domingo mi vida tomaría otro rumbo. Tenía un vacio en mi corazón, sentía que algo me hacía falta, siempre había tenido el deseo de encontrarme con Dios, pero nunca lo había experimentado. Ese día acepte a Cristo como mi único y suficiente Salvador, al repetir esa oración en donde le confesaba mis pecados y le entregaba mi vida pude sentir su amor incomparable abrazándome, recibiéndome y renovando mi vida desde ese mismo instante.

Por primera vez en mi vida estaba sintiendo a Dios en mi vida, lloraba como un niño, no podía parar de llorar, su amor era lo que yo necesitaba, Él me mostro su amor enviando a su único Hijo a morir por mí, necesitaba saber que me amaba, necesitaba saber que me perdonaba, necesitaba saber que estaría conmigo todos los días de mi vida y su amor me lo hizo comprender.

Ayer mientras cantaba una linda adoración venia a mi mente esos momentos, recordaba lo lindo que había sido ese instante cuando por primera vez experimente a Dios en mi vida, todos esos recuerdos hermosos me hicieron sentirme totalmente feliz, si, feliz de saber que esa decisión que en su momento tome, fue la más maravillosa decisión que el ser humano puede tomar, el regresar a su Creador.

Si tuviera que repetir ese instante, si tuviera que entregarle nuevamente mi vida al Señor, lo haría otra vez, no lo dudaría ni una micra de segundo, el haber entregado mi vida al Señor fue el detonante para que todo lo que ahora me rodea este allí, sin Él nada soy, sin Él no estaría aquí.

Amemos a Dios, amémoslo por lo que Él es y por lo que ya hizo por nosotros. Que cada día nos sintamos agradecidos de habernos encontrado con El, que cada día podamos demostrarle lo mucho que le amamos, no solo de palabras, no solo con frases lindas y hermosas, sino con una vida que honre su sacrificio, con una vida que demuestre a los demás que realmente amamos a Dios.

¿Estás amando a Dios como se lo merece?, no solamente de palabras, esas son fáciles de decir, es momento de demostrar realmente que amamos a Dios, viviendo una vida apartada del mal, alejándonos cada día del pecado que nos asecha y sobre todo honrando a Dios con nuestra forma de vivir. Que los demás vean en nosotros la imagen de Cristo reflejada, que al hablar la gente pueda notar que estamos llenos de Él, que al tratar a las personas puedan notar que hay algo diferente en nosotros y es porque Cristo vive en ti y en mí.

Si, se que necesitamos palabras que nos animen, pero no solo podemos pensar en nosotros, debemos también pensar en lo que Dios quiere de nosotros, debemos de pensar de que El anhela que demostremos que nuestra vida ha sido cambiada, que no somos los mismos, que pese a cualquier circunstancia que estemos viviendo nuestra fe está intacta y cada día confiamos mas en El, porque lo amamos, porque el amor que sentimos hacia Él no nos hace dudar, sino que al contrario, lo enamorados que estamos de Él, nos hace estar confiados de que si nos deleitamos en Él, también cumplirá las peticiones de nuestro corazón.

Es tiempo que nos levantemos como ese pueblo que demuestre a todos que realmente amamos a Dios sobre todas las cosas, que nuestro testimonio hable más que las palabras, que nuestra vida sea el ejemplo puro de que estamos enamorados de Dios, ¡Hagámoslo!, tratemos de vivir una vida agradable a Dios y por ende la gente querrá conocer de Él.

¿Realmente amas a Dios?, entonces
DEMUESTRALO.

Fuente:
Pastor Enrique Monterroza | El Salvador, Centroamérica

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