Muchas personas creen que lo más importante en la vida es tener dinero, disfrutar de todos los placeres del mundo y alcanzar todo lo que aspiran, como tener una familia, casa, carro, salud, lujos, viajar, festejar, que los hijos se eduque en buenos colegios, así como gozar de felicidad y pasarlo bien, pero por su afán de lograr todo eso, que no es malo, su problema es que muchas veces se olvidan de Dios.
Es cierto que el dinero es importante, y se usa para tener estas cosas materiales, vivir decentemente y disfrutar de nuestra corta existencia en este mundo, lo mejor que se pueda, con lo que obtenemos, producto de nuestro trabajo, negocios o inversiones.
Pero no debemos permitir que nuestra vida solo la dediquemos al trabajo para satisfacer nuestro ego y deseos materiales, olvidándonos con lo que tiene que ver con lo espiritual, que consiste en prepararnos, tarde o temprano, para venir al encuentro de nuestro Dios, ya sea cuando estemos vivos en el arrebatamiento o cuando nuestra existencia termine, si nos decidimos a ser cristianos nacidos de nuevo.
La Biblia nos dice que, los seres humanos, tenemos a nuestro alcance algo mejor que el dinero. Hay muchos que han hecho del dinero una especie de ídolo amándolo. Pero en 1 Timoteo 6:10 dice que: “El amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales.”
Dios tiene para nosotros algo mejor que el dinero que es la salvación de nuestra alma, a través de su Hijo amado Jesucristo, quien ofreció su vida en la cruz del calvario, para darnos vida en abundancia, y disfrutar de las bendiciones divinas que tiene reservadas para cada persona que lo recibe como su Señor y Salvador, satisfaciendo así nuestra hambre y sed espirituales, porque Jesús es el pan y agua de vida, tal como lo dice la Biblia. También contamos con su bendición: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”, Efesios 1:3.
La verdadera riqueza, en el orden espiritual, no las da Dios, como dice su Palabra: “la bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella”, Proverbios 10:22. La salvación de nuestra alma la recibimos de Dios gratuitamente: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe”, (Efesios 2:8-9). Aprovecha y recibe ese maravilloso regalo divino, que a Dios le costó la muerte de su Hijo amado, en la cruz del calvario.
Quiero aclarar que el dinero no es lo que causa los males; lo que los causa es “el amor al dinero”. El rey Salomón de la Biblia, un hombre riquísimo, mencionó tres problemas que les sobrevienen a los amantes del dinero. Inquietudes: “La abundancia que pertenece al rico no le permite dormir” (Eclesiastés 5:12). Insatisfacción: El que ama “la plata ([nunca) estará satisfecho con plata”, ni el que ama “la riqueza, ni con los ingresos” que pueda obtener (Eclesiastés 5:10). La tentación de violar la ley: “El que se apresura a ganar riquezas no permanecerá inocente” (Proverbios 28:20).
El hombre natural, que no conoce a Dios, tiene en el corazón un vacío existencial que no se llena con cosas materiales y pongo como ejemplo a supermillonarios que se suicidaron al ver perder sus riquezas cuando la crisis inmobiliaria y bancaria que se produjo en los Estados Unidos en el 2008, que también afectó la economía de otros países. Y cito los casos del norteamericano Steven Good que era un coloso del mercado inmobiliario. Y el quinto alemán más rico, Adolf Merckle, perdió una fortuna apostando a la baja de acciones de Volkswagen… que subieron.
En Chicago, Steven Good, director de Sheldon Good and Company Auctions International , apareció muerto en su automóvil cerca de Illinois, en un episodio que los investigadores creen que se trató de un suicidio relacionado con la crisis del mercado inmobiliario de los Estados Unidos. Good tenía 52 años. La empresa de venta de bienes inmobiliarios de Good estaba entre las más importantes de Estados Unidos.
Good falleció el mismo día que el millonario alemán Adolf Merckle se tiró bajo un tren en momentos de dificultades para su imperio industrial, que perdió millones de euros en operaciones bursátiles. Merckle era el quinto ciudadano alemán más rico, pero perdió buena parte de su fortuna apostando a la baja por los títulos de Volkswagen, que luego sufrieron un fuerte aumento y lo dejaron al borde de la bancarrota.
Cabe recordar que el francés Thierry de la Villehuchet, de 65 años, co fundador del administrador de fondos Acces International, se suicidó después de verse arruinado en el marco del gigantesco fraude del financiero de Bernard Madoff.
¿Para qué sirve el dinero? “El dinero es para una protección.” (Eclesiastés 7:12). La gente dice que el dinero da seguridad y felicidad. Pero la Biblia dice que el El dinero es muy engañoso (Marcos 4:19). Tiene el poder de hacerle creer a la gente que puede comprar la felicidad y la seguridad, pero eso no es más que un mito. Aun así, “resuelve muchos problemas” (Eclesiastés 10:19, La Palabra de Dios para Todos). Por ejemplo, el dinero sirve para comprar cosas básicas como comida y medicamentos (2 Tesalonicenses 3:12).
También sirve para cuidar a la familia. De hecho, la Biblia dice: “Si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe” (1 Timoteo 5:8).
¿Qué puede ayudarnos a usar sabiamente el dinero? “Calcula los gastos.” (Lucas 14:28). ¿Qué dice la Biblia?: El dinero debe usarse de una manera que agrade a Dios (Lucas 16:9). Se debe emplear con responsabilidad y honradez (Hebreos 13:18). Para evitar los problemas que surgen de vivir por encima de los medios de uno, la Biblia aconseja: “Que su modo de vivir esté exento del amor al dinero” (Hebreos 13:5).
La Biblia no condena las deudas, pero sí advierte que “el que toma prestado es siervo del hombre que hace el préstamo” (Proverbios 22:7). Evitar los gastos impulsivos es sabio, pues “todo el que es apresurado se encamina de seguro a la carencia”, sí, a la pobreza (Proverbios 21:5). Lo mejor es separar algo de dinero según las posibilidades de uno y ahorrarlo para las cosas importantes (1 Corintios 16:2).
La Biblia nos aconseja que nos acostumbremos a dar (Lucas 6:38). Todo el que desea agradar a Dios debe ser generoso porque Dios ama al que da con alegría (2 Corintios 9:7). De modo que no olvide “hacer [el] bien y el compartir cosas con otros, porque dichos sacrificios le son de mucho agrado a Dios” (Hebreos 13:16).
Bendiciones.