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Vivir en el Espíritu. Manifestaciones del Fruto Divino en Nuestra Vida Diaria

“….antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.

El vivir en el Espíritu se muestra, no tanto por tus manifestaciones externas, como de andar caminando sobre el agua, sino porque tu vida está llena de alegría, gozo y paz con quienes te rodean, en tu alabanza, en tu servicio a Dios, cuando eres un verdadero amigo, cuando sientes el dolor de tu prójimo y hablas de Jesús, y te apartas del pecado.

Comentario V. 18b Mas sed llenos de Espíritu—Las personas la inspiración del Espíritu estaban llenas de una alegría extática, semejante a la causada por el vino; por esto los dos se asocian aquí (comp. Hch 2:13-18). De ahí pues, la abstinencia del vino de parte de muchos de los profetas, por ejemplo Juan el Bautista, a fin de que el mundo hiciera diferencia entre el éxtasis causado por el Espíritu y el causado por el vino. Así también en los cristianos comunes, el Espíritu no mora en la mente que busca las influencias perturbadoras de la excitación, sino en la mente equilibrada y piadosa. Tal persona expresa su gozo, no en cánticos ebrios o mundanos, sino en himnos cristianos de gratitud.

19. (Col 3:16). Hablando entre vosotros—“unos a otros”. De aquí surgió el canto antifonal del cual escribió Plinio a Trajano: “Ellos suelen en un día fijo reunirse antes del alba; para evitar la persecución, y recitar un himno entre sí por turnos, a Cristo, como si fuera Dios”. El Espíritu da una elocuencia verdadera; el vino, una elocuencia espuria. Con salmos—generalmente acompañados por un instrumento. Y con himnos—en alabanza directa a Dios (comp. Hch 16:25; 1Co_14:26; Stg 5:13). y canciones espirituales—“Canciones” es el término general para designar las piezas líricas.

Cánticos espirituales
Se agrega el término “espirituales” para hacer ver que se limitan a temas sagrados, aunque no meramente a la alabanza directa de Dios, sino también que contienen exhortaciones, profecías, etc., en contraste con los “cánticos” de borrachos, Amo 8:10. cantando—griego, “Tocando y cantando con el instrumento”. Al Señor—Véase la carta de Plinio citada arriba: “a Cristo, como si fuera Dios”. en vuestros corazones—No meramente con la lengua; sino acompañando el sentimiento serio del corazón al canto de los labios (compu. 1co 14:15; Sal 47:7). Se hace un contraste entre la práctica pagana y la cristiana: “No sean vuestras canciones las de la borrachera pagana, sino que consistan de salmos e himnos; y su acompañamiento, no la música de la lira, sino la melodía del corazón”.

20. Dando gracias… de todo—aun de las adversidades; así también de las bendiciones conocidas y de las desconocidas (Col 3:17; 1tes 5:18). Al Dios y Padre—La fuente de toda bendición en la creación, providencia, elección y redención. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo—Por medio de quien todas las cosas, aun las angustias, vienen a ser nuestras (Rom 8:35, Rom 8:37; 1Co_3:20-23).

¿Puedes ver en tu vida EL FRUTO DEL ESPÍRITU?
Gálatas 5:16-24 “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, enviándonos unos a otros”.

No podemos estar viviendo en el Espíritu, sino andando en Él, viviendo una vida que no agrada a Dios, sin el fruto del Espíritu, que es, amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.

Debemos hacer un sacrificio
La Biblia hace hincapié que debemos de sacrificar las pasiones y deseos. No vanagloriándose, excitándonos unos a otros, con envidia. Realmente el vivir en el Espíritu es algo que trasciende, nos transforma, nos hace vivir en armonía con las personas que nos rodean y especialmente con Dios.

Vv. 16-26.Si fuéramos cuidadosos para actuar bajo la dirección y el poder del Espíritu bendito, aunque no fuésemos liberados de los estímulos y de la oposición de la naturaleza corrupta que queda en nosotros, esta no tendría dominio sobre nosotros. Los creyentes están metidos en un conflicto en que desean sinceramente esa gracia que puede alcanzar la victoria plena y rápida. Los que desean entregarse a la dirección del Espíritu Santo no están bajo la ley como pacto de obras, ni expuestos a su espantosa maldición. Su odio por el pecado, y su búsqueda de la santidad, muestran que tienen una parte en la salvación del evangelio.

Las obras de la carne
Las obras de la carne son muchas y manifiestas. Esos pecados excluirán del cielo a los hombres. Pero, ¡cuánta gente que se dice cristiana vive así y dicen que esperan el cielo! -Se enumeran los frutos del Espíritu, o de la naturaleza renovada, que tenemos que hacer. Y así como el apóstol había nombrado principalmente las obras de la carne, no sólo dañinas para los mismos hombres, sino que tienden a hacerlos mutuamente nocivos, así aquí el apóstol nota principalmente el fruto del Espíritu, que tiende a hacer mutuamente agradables a los cristianos, como asimismo a hacerlos felices. El fruto del Espíritu muestra evidentemente que ellos son guiados por el Espíritu.

La descripción de las obras de la carne y del fruto del Espíritu nos dice qué debemos evitar y resistir y qué debemos desear y cultivar; y este es el afán y empresa sinceros de todos los cristianos reales. El pecado no reina ahora en sus cuerpos mortales, de modo que le obedezcan, Romanos 6:12 “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias” pues ellos procuran destruirlo. Cristo nunca reconocerá a los que se rinden a ser siervos del pecado. Y no basta con que cesemos de hacer el mal sino que debemos aprender a hacer el bien.

Nuestra conversación siempre deberá corresponder al principio que nos guía y nos gobierna, Romanos 8:5. “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”. Debemos dedicarnos con fervor a mortificar las obras del cuerpo y a caminar en la vida nueva sin desear la vanagloria ni desear indebidamente la estima y el aplauso de los hombres, sin provocar ni envidiarse mutuamente, sino buscando llevar esos buenos frutos con mayor abundancia, que son, a través de Jesucristo, para la alabanza y la gloria de Dios.

 

Fuente:
José Alberto Vega

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