Experimentar situaciones difíciles, es muy normal en la vida de un ser humano. Algunos sabemos lo que se siente ser asaltados por un ladrón, que nos choquen el carro, que perdamos todas las pertenencias en un incendio o terremoto, que los padres se divorcien, que se pierdan todos los ahorros en una mala inversión, que por una mala administración de nuestros recursos haya deudas por todos lados, que el médico diga que no hay nada que hacer, que el examen del colesterol haya salido bastante mal, que se haya perdido la prueba de admisión de la universidad, que el negocio que ya casi estaba “cocinado” se caiga, que la novia diga que ya no quiere estar contigo, que el abuelo dejó herencia a todo el mundo excepto a uno, y que el jefe diga “nadie es indispensable” y te despida.
Hoy no vamos a tocar el tema de las pruebas, sino que vamos a hablar del temor que surge de esas vivencias que todos hemos vivido en algún momento.
Cuando hemos chocamos con nuestro carro, cualquier sonido de llantas o alguien que saca mucho la trompa de su vehículo en una esquina, nos produce un recuerdo instantáneo y un susto que parece que el corazón se nos va a salir. Y que me dicen de la sensación que se produce, cuando alguien va detrás de nosotros en la calle y lo primero que pensamos es que nos va a asaltar; o si el jefe nos dice: “podrías pasar a mi oficina” y de su gaveta saca un cheque para darnos un incentivo, y lo que nosotros creemos que es la liquidación.
Existe una diferencia entre vivencia y trauma, pero ambas nacen de un evento que nadie ha planificado en sus agendas. Una vivencia es algo positivo o negativo que experimentamos en algún momento y que con el pasar del tiempo la olvidamos y queda solamente en el recuerdo; pero un trauma es una vivencia que la hemos atesorado en nuestro interior y que por muchas razones no ha salido.
Vivir sintiendo temor por algo o por alguien no es nada sano. Sentir miedo por un recuerdo y estar presintiendo que pronto te va a suceder lo mismo, es sumamente nocivo para tu alma.
¿Qué se hace para ser libre de los traumas? Primeramente hay que buscar a Dios en oración y expresarle todo lo que hay en tu corazón con sinceridad sin dejarse nada guardado, luego busca a alguien de tu confianza para hablar del asunto y si es necesario, busca a una persona profesional que te pueda ayudar, aconsejar y guiar para que seas completamente libre de los traumas.
Recuerda lo que Jesús dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos.” Lucas 4:18.