La pandemia del covid-19 ha impactado a las organizaciones, y las iglesias no son la excepción. Estas se han visto obligadas a usar el teletrabajo como medio de subsistencia, para esquivar el cese de la actividad. Este nuevo formato ha enviado a miles de personas a sus casas y les ha forzado a adaptar en sus domicilios un nuevo espacio de trabajo que tiene que ser compartido con el resto de los habitantes de la vivienda. Y la tecnología ha llegado al rescate, haciéndolo tan bien que resulta hasta factible la celebración de reuniones mediante videoconferencia y transmisiones en vivo en los horarios más diversos, obteniendo unos resultados, a priori, semejantes a los derivados de un encuentro cara a cara. Pero, ¿es así realmente? Algunos expertos están advirtiendo que muchas videoconferencias y transmisiones elevan los niveles de estrés de los participantes, además de saturar las RRSS.
Los Expertos hablan
1. Gianpiero Petriglieri, profesor de INSEAD y Marissa Shuffler, profesora de la Universidad Clemson sostienen: “Sería tentador pensar que una reunión mantenida con cámara de vídeo puede ser el sustituto idóneo para una presencial, pero lo cierto es que el cuerpo humano las descifra de una forma completamente distinta, según las conclusiones a las que hemos llegado”. Estos expertos se refieren a las claves de comunicación que se pierden en una videoconferencia, como el tono de voz, parte de las expresiones faciales y los gestos físicos. Al no ser tan evidentes en una videoconferencia o transmisión en vivo, el participante se ve obligado a prestar más atención y en la conclusión, en especial si la reunión cuenta con muchos participantes, puede resultar agotadora.
2. Por su parte Yago de la Cierva, profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones del IESE dijo al diario ‘El País’ (España): “El lenguaje no verbal es el primer ingrediente de la comunicación oral. Equivale a más de dos tercios de lo que se quiere compartir: le da la interpretación y el sentido. En una reunión mantenida por videoconferencia se ve muy limitado, y por otro lado, tenemos dos dimensiones en lugar de tres; y porque estamos sentados y quietos de ordinario y el control del espacio es importantísimo”. Según este experto la ausencia de esta tercera dimensión es la que desencadenaría, a la postre, un sobre-esfuerzo psicológico.
3. Ignacia Arruabarrena, Profesora Agregada del Departamento de Psicología Social de la Universidad del País Vasco, declara: “Cuando uno de los componentes de la comunicación está ausente o limitado -como sucede en las transmisiones en vivo-, emisor y receptor se ven obligados a invertir mayor atención y más esfuerzo para expresarse y comprenderse correctamente. Este desgaste se agudiza si hay más personas implicadas en la videoconferencia”.
Pero no sería justo atribuir el estrés a las videoconferencias y transmisiones solamente, sino que el propio confinamiento produce una apatía y también al cambio del entorno para quien teletrabaja. La obligación de estar recluidos en casa propicia “un estado de profunda distracción en el que nos encontramos todos en esta pandemia”, según De la Cierva. “Estamos inquietos, con un déficit de atención tremendo que nos hace mariposear de una cosa a otra porque no conseguirnos concentrarnos”. Esta situación hace que en medio de una videoconferencia y en los respectivos domicilios los asistentes tiendan a despistarse consultando el móvil, redes sociales, atendiendo a los niños o incluso estar en el baño mientras la videoconferencia se desarrolla. “Al final, captamos menos porque estamos distraídos” y eso frustra.
Las videoconferencias y Transmisiones han llegado para quedarse
No son, desde luego, una herramienta nueva, pero la inesperada irrupción de las herramientas para las reuniones mediante vídeo no parece que vaya a ser algo pasajero. Entre ellas, Zoom está cosechando una gran parte del protagonismo en el mercado, pasando de diez a 300 millones de usuarios diarios en unos pocos meses (solo este mes, la base de usuarios ha crecido un 50%). Derek Pando, responsable de Marketing de la compañía, aboga por una buena planificación antes de convocar a una videoconferencia: “Una buena regla general antes de agendar una reunión es considerar si vale la pena el tiempo que vas a invertir: un email rápido, un mensaje por Whatsapp o una llamada de 2 minutos pueden ser suficientes para comunicar tu mensaje y no es tan exigente como una reunión con videollamada”. En palabras simples: Antes de programar pregúntate, ¿es necesario? El uso de videoconferencias y transmisiones en vivo están saturando la red y en vez de una herramienta puede convertirse en un elemento estresor si no se las usa equilibradamente.
¿Qué hacer ante tantas llamadas a reuniones, capacitaciones, sesiones, vídeoconferencias y transmisiones en vivo?
Permítanme aquí darles un consejo bíblico, para ello utilizaré un viejo adagio que contiene una verdad universal:
“Si encuentras miel, no comas demasiada; la mucha miel empalaga” (Proverbios 25:16).
Este consejo va para quienes convocan/programan videoconferencias y transmisiones, y para quienes participan de ellas o las ven en sus dispositivos; es decir, para organizadores y asistentes. Algunas verdades:
- La miel: En la Biblia se asocia este alimento como provisión, bendición de Dios, prosperidad, como un medio de subsistencia.
- Encontrar miel: El proverbista se refiere al viajero que en su peregrinaje encuentra un panal rebosante de miel, lo cual es una fortuna porque le brindará la fuerza necesaria para continuar el viaje, o incluso la medicina para sanar las heridas que por el camino haya adquirido. Sea lo uno o lo otro hallar miel es visto como un botín precioso.
- No comas demasiada: Encontramos aquí una advertencia certera, directa y aceptada por la cultura popular desde tiempos antiguos: ‘Todo en exceso cansa, atosiga, envenena’; a excepción del amor de Dios y las virtudes que de él se desprenden. Pero ese no es el punto de este proverbio. El escritor nos dice que no debemos abusar del botín encontrado.
- La mucha miel empalaga: Finalmente el proverbista nos dice el porqué de su advertencia. Y al igual que la advertencia misma, su conclusión es una estocada para quienes buscan la verdad: La mucha miel empalaga, o sea, comer mucha de ella (por más que nos guste) hará que la vomitemos (versión DHH). ¿Qué quiere decir esto? Sencillo, cuando abusamos de un bien este termina por aburrirnos y se transforma en un mal… “comer mucha miel nos enfermará del estómago”.
Por último, discierne a qué reuniones-transmisiones darle prioridad. Ingresar a todas es tanto una utopía como una mala administración de tu tiempo (“usen bien el tiempo, porque los días son malos” – Efesios 5:16)). Procura asistir a aquellas convocatorias virtuales que -ya sea que estés obligado por ser de tipo laboral- aporten valor a tu vida, a tu trabajo, a tu familia. Evita aquellas en las que tu presencia no sea necesaria, así lograrás no saturarte de contenidos media y de paso, desestresar tu mente que por estos días de cuarentena ha sido bombardeada con exceso de información. La clave entonces es elegir las transmisiones-conferencias en las que participarás (aunque habrán algunas a las que sí o sí deberás asistir). Usa el discernimiento, el libre albedrío y la sabiduría que viene de lo alto para no “empalagarte” con tanta miel.