“19 Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. 20 Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. 21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. 22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 23 A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.” Juan 20:19-23
En dos momentos cuando Jesús entra donde están los discípulos a puerta cerrada -como hemos estado por el coronavirus – …Dios no tiene que esperar que la puerta se abra. Él es capaz de entrar en medio de tus circunstancias, de tus crisis. Cuando Jesús entra a este lugar donde estaban los discípulos encerrados por miedo… ellos no estaban allí orando, no era la misma experiencia que vemos en Hechos, cuando esperaban que el Espíritu Santo se derramara sobre ellos. En aquel momento estaban con expectativa, obedeciendo la voz de Dios porque Jesús les dijo que no hicieran nada hasta tanto viniera el Espíritu Santo sobre ellos. En esta ocasión, estaban encerrados por temor, por miedo a lo que el mundo les fuera a hacer. Y Jesús entró en aquel lugar, y les dijo: Paz a vosotros. Y luego les enseña sus manos y su costado.
En este tiempo que estás encerrado, Dios te va a visitar, va a visitar tu familia, tu hogar. Jesús se va a meter en tu casa, en tu hogar, en tus tiempos de oración, y tú vas a ver cómo la presencia de Dios se va a manifestar en tu vida de manera poderosa y vas a comenzar a experimentar la paz de Dios sobre tu corazón. Jesús les mostró sus manos y su costado. Las manos representan las obras de Dios, lo que Él hace por nosotros, lo que Él está haciendo aún en medio de este tiempo de crisis. Dios no se ha detenido de trabajar a tu favor. Él te va a mostrar la obra de sus manos, lo que está haciendo. En medio de la dificultad, cuando afuera están los judíos queriendo acabar contigo y tú les temes, Dios está haciendo algo en favor tuyo. El costado representa el amor de Dios, la salida de la soledad, del aislamiento. En Génesis, Dios puso en un sueño a Adán, y del costado sacó a Eva, le dio compañía. En medio de la crisis, del miedo que los había encerrado, Jesús entra y les dice: Paz a vosotros. Y les muestra lo que estaba haciendo por ellos, y su amor hacia ellos, que no estaban solos.
Ahí en donde tú estás hoy, Dios va a comenzar a revelarse a tu vida. Te va a mostrar las manos, te va a mostrar el costado, te va a mostrar que está haciendo algo en favor tuyo, y te va a mostrar su amor por ti como nunca antes; vas a ver milagros. Dios se va a meter en tu casa, mientras estás encerrado con tu familia, te va a decir: Paz. Y te va a mostrar sus manos y su costado.
Dice la Palabra que los discípulos se regocijaron viendo al Señor. Aquella gente que tenía miedo, terminó con gozo. Ese es el efecto de la paz de Dios. El efecto de la paz de Dios no es que los judíos desaparecieran; los judíos seguían fuera de aquel lugar, la gente que quería acabar con ellos, todavía estaba afuera. Hoy todavía el virus está afuera, se encuentra a nuestro alrededor, pero Dios se va a meter en tu casa y el miedo va a cambiarse por gozo, por alegría. Vas a ver la mano de Dios obrar en favor tuyo, vas a ver su costado, vas a ver que no estás solo. Lo que Dios te prometió se va a cumplir en tu vida.
Los discípulos estaban sufriendo ataques de ansiedad, de pánico. Para ellos, lo peor había pasado. Habían matado a su Señor, a aquel que hacía los milagros, con aquel que les ayudó en medio de los momentos más difíciles. Pero él había resucitado, se había levantado como lo había prometido. Los discípulos tenían miedo lo que el hombre les pudiera hacer. Es grande y poderoso que Jesús les buscara donde estaban encerrados. Debemos ir a la iglesia, buscar a Dios, pero también cuando estamos encerrados en un momento de miedo, Dios se nos aparece. Dios te muestra sus manos, su costado, y te deja saber: Estoy contigo.
Los discípulos vieron al Maestro y recibieron la orden de tener más, y el miedo se convirtió en regocijo. Cuando experimentas la paz que sobrepasa todo entendimiento, el miedo se transforma en gozo y alegría. Permite que la paz de Dios se manifieste sobre tu corazón y el miedo se convierta en regocijo, en gozo.
Jesús les dice en dos ocasiones: Paz a vosotros. La paz que sobrepasa todo entendimiento precede a una manifestación del Espíritu de Dios. El gozo es precedido por la paz. Pero en esa segunda ocasión que les dice “paz a vosotros”, añadió: Como me envió el Padre, así también yo os envío. La primera declaración de paz les liberó del temor de lo que habían vivido. Pero ahora, los envía. La segunda declaración de paz fue para que vieran el futuro glorioso que Dios tenía para ellos.
Pronto saldrás del encierro en que te encuentras. Dios te va a dar paz en dos dimensiones: para que te liberes de tu pasado y de lo que está ocurriendo, y para enviarte, para que camines, para que salgas. Porque los judíos no se fueron, así que tú necesitas paz para salir y caminar aún en medio de todas las dificultades. Tú vas a experimentar esta doble dimensión de paz en tu vida; la que cambia el miedo en gozo, y la que te envía al futuro glorioso que Dios tiene para ti.
Luego de enviarlos, Jesús sopló y les dijo: Recibid al Espíritu Santo. Luego de recibir la doble experiencia de la paz y la orden de salir, ahora reciben el Espíritu Santo. Hoy, el Espíritu Santo se va a mover en tu vida de manera especial. Viene un tiempo de libertad, de poder para tu vida. Vas a tener gozo, y vas a tener valentía para empezar a caminar con la seguridad de que Dios te está enviando a hacer su obra.
