En el nuevo año, debemos enfocarnos en las áreas donde el Espíritu Santo está trabajando y sumarnos a la epopeya que protagoniza nuestro Salvador día tras día en su lucha por redimir a la humanidad. Ponerse en la brecha es mirar al mundo con los ojos de Dios, levantar el estandarte de la solidaridad humana y vaciar los anaqueles del conformismo y la egolatría para llenarlos de un sentido del «nosotros». Es importante hacer buenas obras fundadas en la fe y la relación con Cristo, ya que la fe sin obras es muerta en sí misma. Necesitamos levantar y poner en práctica una nueva doctrina social de la iglesia del Dios viviente, una iglesia volcada hacia la comunidad con cristianos que laven diariamente la piel de los leprosos de nuestros días. Si no predicamos un evangelio completo, provocaremos daños colaterales a aquellos a quienes les hemos invitado a recibir a Cristo y luego abandonamos a mitad del camino. Hacer buenas obras no es opcional, es una manera de vivir el evangelio y un estilo de vida inspirado y sujeto a Cristo.
Todavía no se han apagado los ecos de la sinfonía navideña y ya nos encontramos meditando en las cosas que quisiéramos hacer para el Señor en este nuevo año. Aunque el resultado final de todo plan se lo encomendamos a Dios y a su perfecta voluntad, no es nada ocioso enfocarnos en aquellas áreas donde sabemos – o intuimos – que el Espíritu Santo está trabajando y sumarnos entonces a la epopeya que protagoniza nuestro Salvador día tras día en su lucha por redimir a la humanidad. Nuestra vida en Cristo tiene sentido y propósitos y por eso las ideas y visiones nuevas son válidas si entendemos que provienen de Él. Es Año Nuevo y es dichoso aquel que pertenece a Cristo y entiende que su propósito de vida es glorificarle a Él.
El Señor continúa buscando hombres y mujeres que se pongan en la brecha delante de Él y hagan buenas obras fundadas en la fe. Ponerse en la brecha es, entre otras cosas, mirar al mundo con Sus ojos, levantar el estandarte de la solidaridad humana, padecer juntamente con el hambriento, con el pobre y el enfermo; es vaciar los anaqueles del conformismo y la egolatría para llenarlos de un sentido del “nosotros”. El que hace buenas obras es aquel que experimentando la vida de Dios trabaja en virtud de lo que Cristo ha hecho en su vida y lo glorifica de esta manera; es una consecuencia lógica del caminar con Cristo. Alguien dijo sabiamente que la fe es el único cimiento del cristianismo pero no el edificio. El edificio son las obras hechas en Cristo… si tienes fe, y no obras, no tienes edificio, cuando llueve, te mojas. Es una ilustración precisa. Santiago 2:17 dice: “…la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.
He sufrido grandes desilusiones y más de un cartelito de “cristiano piadoso” se ha caído al yo ver el desprecio y la indiferencia con que algunos hermanos en Cristo que nos visitan viran el rostro a los mendigos de mi tierra. Lo más triste es que horas antes todo mi ser había sido conmovido hasta las lágrimas escuchando una prédica ultra-teológica sobre el Sermón del Monte y las bienaventuranzas. ¡Qué triste!
Como Dios estaba con Jesús… Él hizo el bien, y sanó, restauró, perdonó y lavó las heridas…de todos los oprimidos por el diablo. Nosotros no le arrebatamos almas al diablo, sino personas. Cristo no está interesado solamente en las almas, sino también en el espíritu y el cuerpo de la gente. El evangelio es total y debe repartirse parejo. Él lo quiere todo y está interesado en la integralidad del ser humano. Podrá parecer exagerado, pero ser cristiano, es¡ser otro Cristo!… y por eso afirmamos que Cristo vive en nosotros. (Gal.2:20). Necesitamos levantar y poner en práctica una nueva doctrina social de la iglesia del Dios viviente, una iglesia volcada hacia la comunidad con cristianos que laven diariamente la piel de los leprosos de nuestros días. Necesitamos profetas que hablen a los hombres de Dios, a la familia, a los amigos, con un mensaje no sólo de palabras sino de vida. Necesitamos unción del Espíritu y hacer vallado para que el maligno no pase por las brechas que aún siguen abiertas en nuestro diario caminar siguiendo a Cristo.
Si no predicamos un evangelio completo – de palabra y testimonio-provocaremos daños colaterales a aquellos a quienes les hemos invitado a recibir a Cristo y dejamos después abandonados a mitad del camino. Si la fe que profesamos no nos mueve a actuar en favor de los que necesitan del Pan de Vida (y del pan de cada día), el mundo no nos va a creer. Es año nuevo y el Señor te quiere hallar en la brecha delante de Él. Hacer buenas obras no es opcional. Es una manera de vivir el evangelio, es un estilo de vida inspirado y sujetado a Cristo. ¡Dios te bendiga!