En 2 Reyes 4, vemos que Dios había dado un hijo a una mujer sunamita que hizo habitación en su casa para el profeta Eliseo. Al principio, ella pensó que el profeta se burlaba de ella, pero la palabra se cumplió. Ya crecido el niño, un día le dio un fuerte dolor de cabeza y murió. Y esta mujer decidió ir al lugar correcto a buscar su milagro. Por supuesto, no podemos dejar de lado que ella sentía que había sido burlada por Dios. Estaba frustrada. Todos nos cuestionamos, en algún momento: Si me lo diste, ¿por qué se pierde? Pero ella llegó al lugar correcto, y el profeta hizo algo muy interesante.
Dio instrucciones a su siervo para que fuera. Le dijo que fuera con el báculo, que representa el protocolo religioso tradicional para hacer las cosas. Pero lo tradicional no va a funcionar para levantar a tu país. Si sigues tratando de levantar tus sueños con el mismo báculo tradicional, no va a funcionar. Tú tienes que reinventarte, tienes que cambiar todas las cosas. Si tratas de despertar tus sueños de la misma manera que el resto del mundo, te quedarás muerto, encerrado, con tus sueños muertos. El Dios que te lo dio, te lo puede revivir, pero hay tres cosas que tú tienes que hacer. Dice la Biblia que el profeta llegó y lo primero que hizo fue orar.
Uno de los problemas que tiene la gente es que no quiere orar. A muchos les gusta adorar a Dios, les gusta cantar porque es más fácil; pero lo que la oración te puede producir, no te lo va a producir la adoración. Tú no puedes pensar que cantando vas a solucionar todos los problemas. De la misma manera, diezmando y ofrendando no solucionas todos tus problemas; hay que diezmar, ofrendar y adorar, pero llega un momento en que solo una oración es lo que puede cambiar todas las cosas.
¿Tú quieres ver tus sueños resurgir? Ponte a orar como nunca antes. Tírate de rodillas, clama a Dios, declara su palabra, comienza a creer que algo va a ocurrir. Tienes que volver a hacer las cosas que verdaderamente dan resultado. La iglesia tiene que volver a orar, si quiere ver sus sueños resurgir. Tu país pudiera necesitar ayuda de otros países, pero la ayuda más grande que necesitan es la del Dios Todopoderoso, y esa no se contacta por correo electrónico, por teléfono o por texto, sino de una sola manera: De rodillas, orando, creyendo para que Dios haga el milagro.
En segundo lugar, dice la Biblia que Eliseo se tiró encima del cuerpo de aquel niño. No le tuvo miedo a tener contacto. No puede haber milagro si no hay contacto. Es el contacto personal lo que provoca cambios en tu vida. No le huyas al problema, a la dificultad; tíratele de pecho, de frente, toca a la gente, llama nuevos clientes, toca puertas y declara en el nombre poderoso de Jesús que tu sueño resucita.
Lo tercero que hizo el profeta fue que, cuando oró y se puso sobre el niño y este no reaccionó, se fue a caminar por toda la casa, creyendo que algo iba a pasar. Porque, cuando no funciona a la primera, ni a la segunda, funciona a la tercera o a la cuarta, pero funciona.
Niégate a renunciar al sueño que tú no le pediste a Dios, pero Él te lo dio, y Él lo va a levantar otra vez, en el nombre poderoso de Jesús.
Y dice la Biblia que, cuando el profeta hizo aquello, rompiendo protocolos, el niño comenzó a calentarse, y estornudó siete veces. Estornudar lo que quiere decir es sacar de adentro de sí todo lo que es muerte. Aquel niño comenzó a sacar de dentro de sí todo lo que había acabado con él. Quizás es triste lo que te ha pasado, pero tu vida está siendo limpiada. Hay cosas, personas que se fueron, pero tu vida se ha estado limpiando; y ya era hora que estornudaras porque Dios va a levantarte de nuevo, pero no puede haber ni un poco de muerte dentro de ti.
Tú te vas a calentar, tú vas a estornudar, y vas a abrir tus ojos para ver que tu sueño no está perdido. Hoy te calientas, te levantas, estornudas y abres tus ojos para ver que el sueño que Dios te dio no se ha perdido, sino que se levanta en el nombre poderoso de Jesús. Créele a Dios. No va a ser igual, pero va a ser mejor. Atrévete a creerle a Dios, porque pronto darás testimonio una vez más.
Insiste en tu relación con Dios. No hay nada que tú hagas por Él y para Él que Él no vaya a retribuir. No lo haces por lo que te puede dar, pero puedes estar seguro que, si lo buscas, algo vas a recibir.
No le cuentes tus problemas a nadie que no te puede ayudar. A la gente allá afuera, dile: Todo está bien. Y no hagas las cosas protocolarmente; si tu sueño va a resucitar, va a ser por lo que da resultado: Buscar a Dios insistentemente. Ora como nunca antes, no pierdas el contacto con lo que está pasando, y persevera hasta que Dios te dé el milagro; pronto lo tendrás en tus manos, en el nombre de Jesús.