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Tu relación con Dios

“ Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.” Romanos 8:9

Para vivir en el Espíritu, tienes que estar consciente que el Espíritu de Dios mora en ti. Cuando no hay condenación en tu vida, tú puedes entender que el Espíritu de Dios habita en ti. Entiende que no hay condenación, no hay separación, y el día que aceptaste a Jesucristo como tu Salvador, el Espíritu Santo se mudó dentro de ti, y reside permanentemente en tu vida. En un momento dado, Jacob despertó de un sueño, y dijo: Ciertamente, Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. En los tiempos del Antiguo Testamento, el Espíritu estaba fuera; pero luego que Jesús murió por nosotros en la cruz del Calvario, él dijo que iba a enviar a otro que era nuestro Ayudador, nuestro Consolador, el Espíritu Santo. Para Jacob, era impresionante; él dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! Es casa de Dios y puerta del cielo. Y fuera de él, él pudo sentir la presencia del Espíritu que tú tienes residiendo permanentemente en ti. Y tú debes tener la experiencia que tuvo Jacob, de llegar a decir: ¡Cuán terrible es el Espíritu que mora dentro de mí!

Para explicar lo que es la vida en el Espíritu, hay 3 estados espirituales y emocionales que debemos examinar. El primero, son aquellos que son controlados.

 “14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. 16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. 17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. 18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.” Romanos 7:14-20

En este estado, eres controlado por el pecado. Tienes las mejores intenciones; no quieres mentir, pero estás acostumbrado y lo ves como una salida fácil a algunos problemas. Quieres dejar esas cosas del mundo que son dañinas; la bebida, el cigarrillo, relaciones y cosas que no convienen; lo dejas de hacer por un tiempo, y de repente caes en esos problemas; eso es un estado emocional en el que eres controlado por estas cosas. Pero hay un segundo estado emocional que es peor; hay quienes son dominados por el pecado. Una de nuestras metas es que seamos nosotros los que tomemos dominio sobre el pecado. Y eso lo alcanzas, cuando llegas al tercer estado emocional, el de ser guiado.

“14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” Romanos 8:14

Cuando tú entiendes que no hay condenación ni separación, que el Espíritu Santo vive dentro de ti, entonces tú tienes la libertad y las herramientas para convencerte a ti mismo de que el Espíritu Santo puede guiar tu vida. Y cuando el Espíritu Santo guía tu vida, no eres controlado ni dominado por las cosas del mundo y de la carne. La gran victoria en tu vida está en que tú entiendas que tú puedes ser guiado por el Espíritu Santo, y que los que somos guiados por el Espíritu Santo somos hijos de Dios.

Ten clara tu relación con Dios. Hay 3 maneras de tener relación con Dios. Primero, a través de reglas. Los fariseos y escribas vivían por las reglas. Había que darles leyes para ellos seguirlas. Y hay gente que necesita vivir así. Segundo, a través de estrategias. Pablo describe a este grupo como aquellos que buscaban constantemente sabiduría humana. Hay gente que no necesitan reglas, pero sí necesitan una estrategia, una fórmula, un 1-2-3, necesitan pasos a seguir. Tercero, a través de experiencias. Son los que piden a Dios que el pastor les hable directamente a ellos, piden señales específicas para ellos saber que es de Dios, piden ángeles, visiones, sueños. Dependen de que Dios los tumbe de un caballo y los deje ciegos. En algún momento, tú has tenido alguna experiencia que te recuerda tu relación con Dios, pero tu relación con Dios no puede depender de esas experiencias.

La manera más poderosa en que tú puedes caminar con Dios no es con reglas, ni estrategias, ni experiencias, sino con una relación; y tenerla, trae resultados en tu vida:

Una nueva manera de pensar. Romanos 8 dice que los que son de la carne piensan en las cosas de la carne, pero los que somos del Espíritu pensamos en las cosas del Espíritu. Tú tienes que pensar diferente. Tú tienes que saber que el Espíritu está en ti; que tú estás conectado con Dios, a través del Espíritu; que no hay separación. Tú no tienes que desear olvidar todos tus errores; tú tienes que pensar que no hay condenación para los que estamos en Cristo Jesús.

Una nueva naturaleza – No vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros… Si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive. (Romanos 8:9-10) Si nos dejamos llevar por lo que sentimos en nuestro cuerpo, no pensaríamos que el Espíritu Santo mora en nosotros; pero tenemos que ir sobre eso. En ti hay una nueva naturaleza, tu cuerpo fue vivificado con Cristo Jesús por causa de que el Espíritu de Dios mora en ti. Esa es la garantía. Aquellos que, habiendo sido diagnosticados con una grave enfermedad, entienden esta gran verdad, entienden que tienen victoria sobre los diagnósticos del mundo. El Espíritu de Dios que levantó a Jesucristo de los muertos, es el mismo Espíritu que está en ti.

Una nueva identidad – Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Hijo de Dios no es un título sin significado. Cuando eres hijo de un rey, eso tiene todo el significado del mundo. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

Decide hoy vivir por la revelación de que tú tienes una nueva identidad, un nuevo pensamiento y una nueva naturaleza que dice que tú eres un hijo de Dios.

Fuente:
Pastora Omayra Font

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