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Tu migaja, tu milagro

Qué hace que, ante los ojos de Jesús, tu fe sea grande? La gente piensa que la fe es grande si crees por cosas grandes; pero tú fe se mide por la grandeza dentro de ti, en medio de tu crisis, por la manera en que tú trabajas con tus dificultades.

En Mateo 15, Jesús celebra la fe de la mujer cananea. Jesús iba saliendo de esta ciudad, y la mujer cananea no dejó que Jesús se fuera de aquel lugar, sin que ella recibiera el milagro. Muchos pierden la fe porque no aprenden a aprovechar cada oportunidad, cada puerta que se abre, cada momento. Esta mujer siguió a Jesús fuera de aquella ciudad. Lo que hace tu fe grande es que tú persigas cada oportunidad que se te presente. Quizás estás cansado de buscar oportunidades, posibilidades; has fracasado tantas veces que ahora cada oportunidad que te llega la ves con escepticismo, con duda; has dejado de perseguir las nuevas oportunidades de Dios para tu vida. Pero tú no te puedes rendir en la búsqueda de las nuevas posibilidades. Todo lo que Dios hace es para aquellos que son capaces de perseguir cada oportunidad que ven ante de ellos. No te rindas al perseguir las oportunidades que vienen ante ti. Atrévete a hacer la llamada, a preguntar, a intentar, a decir, a llamar; la última vez te dijeron que no, pero inténtalo una vez más. No digas que no de primera intención ante una posibilidad; oye, mira, persigue. No todas las oportunidades son de Dios, pero alguna va a ser de Él y te va a dar la victoria, y tienes que estar abierto a todo lo que Dios tiene para ti. Esta mujer se atrevió a seguir al Maestro.

En segundo lugar, lo que hace grande tu fe es tu reacción al silencio. ¿Cómo tú actúas cuando Dios no te habla? La Biblia dice claramente que Jesús ignoró a esta mujer. Hay quienes se sienten ignorados por Dios; y en ocasiones Dios parece ignorarnos, no tenemos respuesta aparente. ¿Cómo tú trabajas con el silencio de Dios? ¿Cómo tú trabajas cuando has orado y no oyes respuesta? ¿Qué tú haces cuando tú sabes que está ahí y no te responde? Es frustrante cuando no te oyen, cuando te sientes ignorado. La pregunta es, ¿qué tú haces? Hay quienes no oran porque sienten que Dios no los oye. Lo interesante es que esta mujer ante su fe ser ignorada por Dios lo que hace es gritar con más pasión porque el silencio lo que provoca es que lo quiera más todavía. A la gente que no tiene fe, el silencio de Dios le hace conformarse con su oración. Y la pregunta es si cuando te ignoran lo quieres con más pasión, o quitas la pasión de lo que estabas pidiendo. Cuando ignoras a tus niños, ellos insisten. ¿Cuánto has dejado tú de insistir por lo que tú sabes que te corresponde o por lo que quieres, simplemente porque te han ignorado una vez?

Hay cosas que no tienes, no porque Dios no te las haya querido dar, sino porque te rehusaste a seguir con pasión persiguiéndolas hasta que las tuvieras. No digas que fue Dios que no te las dio porque, ante el silencio de Dios, tú tenías que insistir.

Jesús no habla, pero los discípulos empiezan a decir: Despídela. Y eso es lo más difícil y lo que hace que nuestra fe se achique: Que Dios no hable, y que las voces del mundo sean más fuertes que la de Dios. Pero, cuando las voces del mundo son más fuertes que la de Dios, la tuya tiene que hacerse más fuerte todavía. Cuando te dicen que no lo vas a tener, y no has oído de Dios, más duro tú tienes que gritar. Cuando la gente a tu alrededor dice que no lo vas a lograr, te dicen que te vayas, ahí es cuando tú gritas más fuerte, cuando tú persigues más. No permitas que el silencio de Dios y el tumulto de la multitud quiten la fe que hay en ti. Tu fe es grande cuando puedes gritar por encima de lo que los demás están diciendo, atreviéndote a creer que Dios va a atender tu petición en el momento apropiado.

Esta mujer persiguió su oportunidad, no permitió que el silencio la desmotivara. Jesús no dice nada, la gente a su alrededor están diciendo lo incorrecto, pero peor aún, cuando Jesús habla, sus palabras no son las más alentadoras. Y la respuesta de ella es: Todavía lo quiero. Tremendo contraste; Jesús no habla, los discípulos hablan mal, y cuando Jesús le habla, lo que dice no es lo que ella quiere oír: No te puedo dar tu milagro, no estás dentro del pacto. La pregunta es: ¿Cómo tú reaccionas ante esto? ¿Cómo reaccionas al silencio de Dios, a los gritos de la gente, y a la respuesta de Dios que tú no quieres? ¿Te desanimas? ¿Todavía lo quieres? ¿Todavía lo quieres perseguir? ¿Todavía tienes pasión en tu vida?

Si no estás dispuesto a hacer lo que tienes que hacer, si no estás dispuesto a perseguir, entonces nunca lo quisiste; lo que querías era lo fácil, la salida rápida, salir del paso. Esta mujer seguía ahí. ¿Dios te ha ignorado? No hay problema. ¿La gente ha gritado al lado tuyo? No hay problema. ¿La respuesta que has oído de Dios no es la más que te gusta? Todavía sigue creyendo. Eso es lo que hace tu fe grande.

Por último, la fe de esta mujer fue grande porque se regocijó con una migaja. Hay gente que no hace nada con el pan completo, pero hubo una mujer que con una migaja obtuvo su milagro. Hay unos que con algo pequeño hacen una gran diferencia; y lo que hace tu fe grande es cuando tú puedes ver tu milagro en una migaja.

¿Puedes ver tu milagro en una migaja, en lo pequeño? Has estado desesperado, frustrado, ansioso, malagradecido ante Dios; te has llenado de coraje, angustia, amargura, en vez de ver cada migaja de lo que Dios está haciendo. Cada detalle que Dios está haciendo contigo es muestra de que algo grande viene. Gózate con las migajas que han estado cayendo; en vez de lamentarte por tu trabajo, da gracias a Dios porque aunque no cubra todo ni sea lo que tú quieres, esa migaja te puede llevar al próximo nivel, puede hacer por ti lo que nada más. Tu fe grande es cuando tú puedes ver el milagro en cosas pequeñas.

Te estás quejando por algo que no tienes, y si no lo tienes es porque Dios entiende que no lo necesitas; cuando lo necesites, Él te lo va a dar. Has dejado que tu fe se limite por tus circunstancias, pero una sola migaja puede hacer toda la diferencia. Una migaja es lo que hace falta para que tu vida cambie. Tu fe no es grande porque estés creyendo por algo grande, tu fe es grande porque puedes ver lo grande de Dios en lo pequeño. Al lado tuyo, Dios ha estado tirando migajas que tú no te has atrevido a recibir. Agarra la migaja que Dios te está dando, y recibe tu milagro en el nombre poderoso de Jesús.

Fuente:
pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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