Hay varias cosas que podemos hacer en nuestra vida empresarial o como empleados, que resultarían en cambios económicos, muchas veces, dramáticos. El problema es que hay creyentes que se quedan con la expectativa de que la oración es suficiente para obtener la recompensa económica que tanto desean y a la que Dios dice que tienen derecho.
Definitivamente, tu oración es vital, el aspecto espiritual es necesario para que tú puedas obtener esas recompensas financieras prometidas a tu vida; pero hay ciertas decisiones y acciones que tú debes tomar, que activan aquello que en el mundo espiritual ya tú has estado declarando, orando.
Hay quien piensa que a través del diezmo, de la ofrenda, de un voto, van a mover la mano de Dios; y, definitivamente, tenemos que diezmar, ofrendar, y hacer un voto a Dios es algo digno, maravilloso; pero tenemos que hacer la contraparte en el mundo natural, tiene que haber una acción. La Biblia dice que la fe sin obra es muerta.
Hay ciertas acciones que una persona debe hacer si realmente quiere alcanzar la libertad económica en su vida. Hay gente que, en su trabajo, trata de aumentar, progresar, siendo recompensados simplemente por el mero hecho de estar allí. Son gente que quiere aumento de salario, tan solo por los años que llevan entrando y saliendo a la misma hora, cumpliendo con lo que se les requiere; pero eso no es así. Eso te da un aumento paulatino, poco a poco; tu longevidad en tu trabajo te da ciertos derechos, ciertos privilegios; pero aquellos que quieren ver progreso drástico en su vida, tienen que aprender a tomar iniciativa. Esa es la clave. Puedes estar orando por el empleo perfecto, pero si no sales a buscarlo, nada va a pasar; tienes que tomar acción.
¿Qué es iniciativa? Iniciativa es la capacidad de una persona para tomar acción en algo que, quizás, no necesariamente se le ha pedido. Muchos, únicamente responden a órdenes; lo hacen de forma eficiente, y definitivamente esto también activa unas recompensas, pero la persona que es capaz de mostrar iniciativa, de iniciar acciones, proyectos, ideas, que no espera instrucciones para tomar acción, esa persona avanza más rápido que los demás, y recibe grandes recompensas.
La Biblia nos habla acerca de la mujer que derramó un pote de alabastro a los pies de Cristo. En uno de los Evangelios, cuando se critica a esta mujer, Jesús dice que la dejen en paz porque había hecho una gran obra, se había anticipado, ungiendo su cuerpo para la sepultura. Aquella mujer tomó una iniciativa que nadie más tomó. En otro de los Evangelios, Jesús le reclama a aquel que lo invita y no le dio agua, ni beso; no había tomado iniciativa de absolutamente nada. Pero aquella mujer sí tomó iniciativa, tomó acción, por lo tanto, de ella se habla dondequiera que se predica el Evangelio.
Jesús, en varias ocasiones, es invitado a casa de alguien, pero en una ocasión en particular, él toma la iniciativa de ir a casa de Zaqueo. Fue, y cambió la vida de Zaqueo y el entorno económico de aquella ciudad; todo se movió porque alguien tomó iniciativa.
Tomar iniciativa requiere de esfuerzo, de riesgo, de tomar responsabilidad, de hacer algo extra; pero, eventualmente, te va a llevar a obtener los resultados que tanto deseas.
“22 Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. 23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; 24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.” Colosenses 3:22-24
Cuando sirves a tus amos terrenales de esta manera, estás demostrando que sirves a Dios con esa misma excelencia, con el mismo carácter. Tu iniciativa debe tener 3 ingredientes que esta escritura nos muestra:
Cuando tomas iniciativa, haces algo más allá de lo que se te ha pedido, de lo que se requiere de ti. Es cuando eres capaz de identificar en tu área de trabajo algún detalle en el que haya deficiencia, algo en lo que puedas contribuir, que puede ser significativo para transformar la empresa. No necesariamente tiene que ser algo gigantesco; a veces, los pequeños detalles pueden provocar grandes cambios, pero la acción a veces se menosprecia por el tamaño inicial de la tarea que se tiene que hacer; se menosprecia el impacto que puede tener. Pero, cuando tomas iniciativa, miras dónde puedes invertir tu tiempo; no tienes que esperar que se te pida que se haga, que haya un supervisor diciendo que se requiere tal cosa de ti, sino que observas a tu alrededor e identificas áreas donde creas que puedes hacer un cambio positivo dentro de la empresa, del lugar donde estás. A veces, esto no ocurre porque la gente sirve al ojo; únicamente hacen aquellas cosas que los jefes están mirando, por lo que no ven a su alrededor, no buscan cómo pueden contribuir con sus talentos y habilidades, tiempo y recursos, a promover el progreso de la empresa.
Las cosas que se hacen con iniciativa se tienen que hacer con excelencia. Si comienzas algo, complétalo, termínalo, no lo hagas de manera mediocre. Hay gente que son expertos en iniciar, pero pretenden que otro complete lo que ellos iniciaron; toman iniciativa, pero no lo hacen con excelencia, no están dispuestos a llevarlo hasta el último momento, no dan el máximo. Viven vidas mediocres.
Toda buena iniciativa, al principio, va a requerir esfuerzo y trabajo más allá de la paga que tú recibes al momento. A veces, la iniciativa es más satisfacción personal que económica; pero el hecho de moverte en esa iniciativa provoca cambios a tu alrededor que, eventual y definitivamente, produce cambios económicos.
Si tú quieres vivir una vida de excelencia, y lograr nuevos niveles en tu vida económica, tienes que hacer como dice Colosenses 3; haz las cosas como para Dios, de todo corazón, sirve de todo corazón porque es de Él que viene la recompensa para tu vida.
