“ Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;” Efesios 3:14-16
Una cosa es el Espíritu Santo, otra, el hombre interior. Tu hombre interior estaba muerto; cuando aceptas a Cristo como tu Salvador, el Espíritu Santo vivifica tu espíritu, y ese hombre es el que debe ahora florecer. La palabra griega cardia, que muchas veces se traduce como corazón, se refiere en el Nuevo Testamento al hombre interior. Y hay 4 partes vitales de ese hombre interior:
Intelecto – Tu hombre interior tiene pensamientos en sí mismo. Tu mente produce pensamientos, pero tu hombre interior también; piensa, analiza las cosas del Espíritu; y esa es la batalla de pensamientos que hay en tu mente; la batalla es qué hacer, si lo que te dice tu hombre interior, tu mente, o la gente. En tu mente, tus pensamientos son producto de lo que sientes en tu cuerpo, de las memorias de tu mente, o pueden ser producidos por la experiencia del Espíritu. La Biblia dice que Dios te va a dar los deseos de tu corazón; no es que Dios te va a dar todo aquello que tú quieras, sino que Dios te va a dar los deseos, Él te va a dar lo que debes desear, lo que tu corazón debe desear. Cuando tú aceptas a Cristo como tu Salvador, tu carne deseaba unas cosas, pero Dios va a cambiar tus deseos, tu corazón va a anhelar unas cosas que antes no anhelaba, vas a aspirar a cosas que antes no aspirabas; y lo que ha cambiado es que Dios cambió los deseos de tu corazón. Todos somos constantemente bombardeados por múltiples pensamientos que salen de todas partes; de lo que ves, de lo que recuerdas, de lo que imaginas, de lo que te dicen, de lo que sientes. Tu mente tiene consciente y subconsciente, pero no es de eso que estamos hablando; tu hombre interior también produce pensamientos desde lo más profundo. Por eso es que la Biblia dice que el Espíritu escudriña tu corazón y el de Dios, para poder poner los pensamientos de Dios en tu vida. Por eso es que la Biblia dice que la Palabra de Dios es más cortante que toda espada de 2 filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu, para separar tu mente carnal del espíritu para que tú puedas diferenciar lo más profundo que hay dentro de ti. Y, si tú quieres un día someter tu vida, tienes que permitir que Dios, desde tu interior, cambie tus deseos; que sean los pensamientos de Él los que afloren y se mantengan en tu vida.
Voluntad – Donde está la voluntad no es en tu cuerpo y en tu mente, sino en tu interior. La voluntad es la capacidad de decidir algo firmemente. Todos hemos tratado de tener fuerza de voluntad para orar, para diezmar; te has propuesto hacer cosas y no las completas, no te puedes someter porque viene de un deseo de tu mente de mejorar ciertas cosas, pero no necesariamente ha sido producto de tu interior. Ahora, si tu hombre interior está verdaderamente fortalecido, no importa la condición de tu mente, la misma será sometida. Cristo se encontró con el endemoniado gadareno, un hombre que amarraban con cadenas, lo encerraban, todo lo rompían, era incontrolable; pero cuando Cristo llegó, el hombre se tiró de rodillas. Aquel hombre que nadie podía controlar, el espíritu lo tiró de rodillas. Tú puedes tratar de amarrarte en el cuerpo, tratar de amarrarte la mente, pero en realidad hasta que no sale desde el espíritu, no vas a tener la victoria de someter todas esas cosas. Pero el día que en tu interior hay una transformación, que esa parte se vivifica y despierta, ahí sí tú vas a estar parado firme ante todo problema, ante toda decisión, y lo que digas lo vas a completar.
Emociones – Tu hombre interior tiene emociones que se experimentan desde lo profundo de corazón. Por ejemplo, la Biblia nos habla de la paz que sobrepasa todo entendimiento. Tú tienes un problema y la gente te ve tranquilo, y es que hay algo dentro de ti que ha tomado autoridad sobre tus pensamientos y, cuando deberías estar preocupado, no lo estás. En la Biblia dice que, cuando alguien fallece, nosotros no lloramos como los que no tienen esperanza. El llanto de uno que no tiene esperanza es diferente al llanto de aquel que tiene esperanza; no se oye igual. El hombre interior produce emociones; tiene pasión, siente celo, ira ante la maldad e injusticia. Y lo grande es cuando en tu vida son esas las emociones que te controlan. No sabes cómo, pero estás calmado, y es que el Espíritu ha tomado autoridad.
Consciencia – Es en esta parte donde se recibe la experiencia del Espíritu, donde se nos hacen presentes nuestra identidad y relación con Dios y con los demás. Una cosa es tu mente, otra, tu consciencia. Cuando tu consciencia es activada por el Espíritu, ahora tú conoces quién tú eres y sabes cómo debes relacionarte con Dios y con los demás, estás claro en quien eres y quiénes son los demás; tu consciencia y tu mente están claras. Esta no es la consciencia del bien y el mal, esa está en el alma, en la mente, no en el espíritu; la consciencia está en el espíritu. Esa consciencia es la que te relaciona con los demás. Y a través de toda la historia, Dios trató que el hombre supiera cómo tratar con Él y con los demás. El primer ejemplo clásico son los mandamientos. Los primeros 4, son acerca del trato del hombre hacia Dios. Los próximos 6, son el trato de los hombres hacia los hombres. La consciencia no es tu mente; tu cuerpo es una cosa, que está sujeto al pecado; el vicio está en tu cuerpo, en esa alma es que está la consciencia del bien y el mal; pero en tu espíritu es que está la ley de vida que quiere someter al cuerpo y transformar tu mente. El espíritu tuyo y el Espíritu de Dios quieren someter tu cuerpo y transformar tu mente para experimentar todo lo máximo que Dios tiene para ti.