En Números 13, vemos el momento en que Moisés envía a un grupo de doce hombres como espías a la tierra prometida; diez llegan con un reporte negativo, dos con uno positivo, siendo estos últimos dos quienes, eventualmente, terminan poseyendo la tierra. Los otros diez, hicieron que el corazón del pueblo desfalleciera, por lo que murieron con ellos.
Moisés llamó a un grupo de hombres voluntariamente, y llegó un grupo de príncipes, hombres honorables y respetables. Moisés no escogió a aquella gente; se ofrecieron voluntariamente. Moisés dijo: Hay que hacer esto, ¿quiénes se atreven? Y ellos se ofrecieron; no estaban obligados a hacer esta tarea. No fue que los pusieron en una posición de enfrentar algo que ellos no supieran que enfrentarían; voluntariamente decidieron hacerlo. Así que, en el corazón de esta gente había valentía, fuerza, capacidad, deseo. Lo que no sabemos es qué fue lo que ocurrió mientras recorrieron la tierra para que, siendo hombres voluntarios, esforzados, dispuestos a hacer algo, eventualmente, les cambiara el corazón. Tú has dicho: Voy a prosperar. Pero de repente, en el camino, comienzas a levantar tu empresa y comienzas a ver los gigantes, las dificultades, y ahora aquello que fue una decisión voluntaria, se convierte en una carga pesada y tu corazón se contamina. Decidiste emprender algo, y comenzaste a caminar por la tierra, comenzaste a ver las bendiciones y los problemas, y ahora cambias. Y es que esto es solo para valientes.
No basta con un buen deseo para prosperar, para triunfar; no basta con una buena intención para tener éxito. No basta con el deseo de ser bueno en algo; si no eres valiente, te llenas de temor y renuncias a lo que Dios te ha prometido. Tu corazón ha desfallecido ante crisis y problemas; has visto los gigantes, las dificultades, y aquello que fue una decisión voluntaria de prosperar, progresar, tener éxito, lograr algo, alcanzarlo, se ha convertido en tu mayor frustración. Pero tú tienes que ser de ese grupo de personas que se atreva a ir a la tierra prometida y no ser afectado por los gigantes que veas a tu alrededor. Tú tienes que saber que, cuando tú caminas por la tierra prometida, los que te tienen miedo son los gigantes, que saben que detrás de ti viene el más grande y poderoso que te va a dar la victoria. ¿Qué ha pasado en tu vida que te hizo cambiar de aquella decisión que tenías un día de que ibas a prosperar? ¿Te robaron? A todo empresario le roban. Los que prosperamos, los que hemos tenido negocios, sabemos; es triste, frustrante, y a veces uno dice: ¡Jamás vuelvo a hacer esto! En la vida, cualquier cosa puede cambiar tu corazón.
Aquellos hombres no fueron obligados a aquella misión, como Dios no te obliga a ti a prosperar, a poseer la tierra; Él la presenta delante de ti, y espera que voluntariamente tú decidas ir en pos de ella. Pero después que tú decides ir, si algo detesta Dios es que tú des marcha atrás. Nadie que ponga la mano en el arado y mire hacia atrás, es apto para el reino de Dios. Pablo decía: Nosotros no somos de los que retrocedemos. Nosotros somos de los que seguimos hacia adelante, hacia al frente, no importa lo que pase. Tú tienes que caminar con toda la valentía del Dios Todopoderoso que está dentro de ti y que te ha prometido darte la victoria, y lo primero que Dios va a hacer es sanar tu corazón porque un día tú decidiste conquistar, pero algo pasó en el camino que te hizo desistir. Que nada te haga desistir, detenerte, paralizarte.
Los otros diez espías cometieron varios errores; se les dio dos instrucciones, y no las siguieron. La persona que tiene éxito es aquella que sabe seguir instrucciones. Moisés les dijo que vieran la tierra y le trajeran un reporte.
“32 Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura.” Génesis 13:32
Un espía lo que tiene que hacer es buscar información sobre la cual, luego, se tomarán decisiones. Ellos tendrían que haber recopilado información, pero llegaron a conclusiones bajo la información que recopilaron. Tu problema hoy no es la información, sino las conclusiones a las que tú estás llegando con la información que tienes en tu mano.
El problema de esta gente fue llegar a las conclusiones incorrectas por lo que estaban mirando. Dijeron: Es tierra que traga a sus moradores. Dicen los historiadores que los espías entraron a Canaán en un momento en particular; la gente que vivía allí, tenía una costumbre que los espías desconocían: Todo el que moría, lo guardaban hasta que alguien importante de la ciudad muriera, porque la creencia era que ese importante se llevaba al resto con él al morir. No se enterraba a nadie hasta que alguien prominente de la ciudad muriera. Esa era la costumbre de aquella ciudad. Cuando los espías entran, lo que ven es cómo esa gente enterraba a todos sus muertos. No se daban cuenta que aquello no significaba algo malo para el pueblo de Israel, por el contrario, significaba que había muerto alguien importante, por lo que ahora estaban enterrando a todos los muertos. Si ellos hubieran preguntado, habrían sabido que quizás un rey murió, o el más fuerte de la ciudad. Pero ellos vieron que enterraban tantos muertos, y pensaron: Aquí todo el que entra se muere. Esta es tierra que se traga a sus moradores. Qué triste cuando, de una información, llegas a la conclusión incorrecta, y esa conclusión hace que tu corazón desfallezca, cuando primero tu intención era conquistar, lograr, alcanzar.
¿Qué conclusión tú vas a tener de lo que has vivido? Todos podemos tener la misma información, la diferencia está en las conclusiones a las que tú llegues. ¿A qué conclusiones vas a llegar? ¿Vas a ver a tu país peor que antes, o mejor? ¿Vas a ver una tierra que se traga sus moradores, o vas a ver la tierra que fluye leche y miel? Lo que afecta tu vida no es lo que está pasando, no es la información que tú estás recibiendo, sino las conclusiones a las que dejas que otros te lleven. Tus conclusiones tienen que estar basadas en una sola cosa: El Dios al que tú le sirves es más grande que cualquiera de tus problemas y Él es capaz de tornar cada problema en bendición para tu vida, y tú debes tener la certeza que Aquel que prometió, te va a cumplir. Camina por esta tierra seguro de que la victoria te pertenece. Deja de hacer conclusiones incorrectas. Razónate hacia la fe, hacia la valentía. Mira las cosas como Dios quiere que tú las veas, y tus conclusiones te van a llevar a poseer la tierra que Dios te prometió. Cánsate de dar vueltas en el desierto, en el mismo lugar.