Las estrellas no se apagan, pero sí hay momentos en que tú no puedes verlas. Pablo zarpó, en contra de su voluntad; no le hicieron caso. ¿Por qué hacerle caso a un predicador? ¿Qué iba a saber él de navegar? Dios te ha dicho que hagas o no hagas ciertas cosas, pero ¿qué sabe un pastor? Así piensa mucha gente. Pablo les dijo que no salieran, que habría pérdidas. Él estaba preso, así que estaba obligado a ir. Y en medio de aquel camino, las estrellas fueron desapareciendo. Y es triste cuando, en tu vida, miras alrededor y, de repente, las promesas de Dios parecen no ser claras.
“20 Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.” Hechos 27:20
Muchos hemos visto nuestra vida así alguna vez. Sin sol, sin estrellas, por muchos días, acosados por una tempestad no pequeña, sin esperanza. Quizás tú hoy, no has visto las estrellas por muchos días. Miras al cielo, y no ves las estrellas. Has vivido temporadas y épocas donde el viento azota y no ves las estrellas; y el problema de no ver las estrellas es que, si no tienes lo más seguro que puedes tener en tu vida, pierdes toda esperanza.
Lo grande es que, aunque en el cielo no salió una estrella, en el barco había una estrella. Porque, aunque no haya estrella en el cielo, Dios envía siempre una estrella. En la Biblia, el término que se usa para estrella, se usa también para hablar de hombres. En aquel barco estaba Pablo, una estrella que comenzó a alumbrar en medio de la noche, que se levantó y, cuando nadie veía nada, él no mandó a calmar el viento, la tormenta, las aguas; él dijo: Vamos a pasar por problemas, pero anoche Dios habló conmigo, y no te vas a perder. Y aquellos hombres, que no tenían estrella que mirar, vieron una estrella encenderse en aquel barco.
En tu país, hay mucha gente que está en un barco y no ven estrellas, pero hace falta que una se encienda. En tu familia, tú has estado esperando una solución, y lo que hace falta es que se encienda la estrella que hay dentro de ti y que, en medio de la tormenta, te pares ante tu familia y le digas: Anoche estuve orando, Dios me habló.
Hace falta en tu país que se levanten más estrellas. La gente sigue a los artistas; les llaman estrellas, pero lo son. Estrellas son aquellos que se levantan, en medio de la noche, y dicen a otros: Anoche estuve con Dios; mientras tú estabas preocupado, yo estaba de rodillas, orando, y Dios me dijo que se van a perder algunas cosas, pero vamos a llegar al otro lado.
Que tu reto sea ser la estrella que tu país necesita. Que en tu trabajo, dondequiera que tú vayas, a aquel que no tenga ninguna estrella, tú le puedas decir: Anoche estuve orando, y Dios me puso a orar por ti, y quiero decirte que Él me dijo que, aunque pierdas algunas cosas por las malas decisiones que se tomaron, aunque zarpaste cuando no debiste, vas a llegar a puerto seguro. Sé una estrella para la vida de otros.
Piensa en alguien que fue una estrella para ti, alguien que en tu momento más difícil, Dios lo envió a ser estrella para ti. Da gracias a Dios porque un día tuviste a alguien que fue una estrella para ti. Que cuando nadie te quería, nadie hacía nada por ti, te dijo: Tu vida no va a acabar ahí, te voy a ayudar, te voy a dar la mano. En tu momento más difícil, esa persona apareció; cuando nadie creía, esa persona creyó. Si tú estás aquí hoy, es porque en tu camino, siempre Dios ha puesto una estrella que, cuando tú no ves nada, aparece y te dice: Anoche estuve orando por ti.
El problema de la iglesia es que somos tan egoístas que nos olvidamos de esa estrella. Da gracias a Dios por esa estrella que, en tu noche más oscura, te dio palabra de parte de Dios. Estabas deprimido, frustrado; no habías visto el Sol, la Luna por muchos días, habías perdido la esperanza, y te encontraste con esa persona que te dio una palabra que te inspiró a seguir. Esas son las amistades que Dios envía en momentos precisos. Cuando tú no ves estrellas, Dios enciende una que te dice: Estoy orando por ti. Pudo orar por su problema, pero oró por ti. Da gracias a Dios por esas personas y bendícelas.
En tu caminar, Dios siempre ha puesto una estrella; la pregunta es si tú puedes ser la estrella para alguien. ¿Podrías ser tú quien alumbre el camino de alguien por los próximos años? Podrás tomar de la mano a alguien y decirle: Aquí estoy yo para ayudarte, para orar por ti, para decirte que puedes, que no te rindas. ¿Para quién tú eres una estrella?
¿Cómo tú te conviertes en esa estrella? En una ocasión, hubo un hombre llamado Jonás en un bote y en medio de una tormenta. Una gran diferencia entre Jonás y Pablo. Porque hay quienes son Jonás; que se montó en una barca y por culpa de él vino la tormenta. Y así hay gente que, en vez de ponerte a tirar otras cosas del barco, tú tienes que tirarlas a ellas. Tú debes ser el Pablo del barco de alguien; no el Jonás. No seas el que cause la tormenta, sino el que dé esperanza en medio de ella. ¿Qué te convertiría a ti en un Pablo y no en un Jonás? Uno trae tormenta porque va huyendo de su llamado; otro, trae esperanza porque está dispuesto a cumplir con el suyo. Si tú no te encaminas al llamado de Dios para tu vida, entonces, estás siendo un Jonás. Cuando huyes del llamado, en cada barco que te montas, lo que causas es tormenta. Pero el que está cumpliendo con el llamado de Dios para su vida, trae paz a la gente. Si tú quieres ser un Pablo, deja de huir del llamado, de lo que Dios te ha pedido que hagas, deja de buscar una salida y cumple con el llamado de Dios.
El que trae tormenta solo se salva él, pero el que trae paz es como Pablo, que salvó a doscientos setenta y seis con él. Los Jonás siempre buscan salvarse solos. Los Pablos siempre buscan salvar a más. Y lo grande de Dios es que comoquiera los escupe del pez. Jonás no cambió. Predicó condenación, y comoquiera la gente se convertía. Ser salvo por ti mismo no te cambia, a diferencia de cuando tú sabes que, contigo, hay mucha gente que necesita ser salvada. El que trae tormenta es echado para que todos se salvaran, pero el que trae esperanza permanece en el barco para que todos se salven. No seas de los que se rinden. Mantente en el barco para que todo el que esté contigo se salve. Da gracias a Dios por las estrellas de tu vida, y vuélvete la estrella de alguien.