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Testigos hasta los confines de la tierra

«Entonces los que estaban reunidos, Le preguntaban: ‘Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?’ Jesús les contestó: ‘No les corresponde a ustedes saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con Su propia autoridad; pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra'» (Hechos 1:6-8 NBLH).

Hoy estamos meditando en la segunda venida de Cristo. En este pasaje, podemos percibir que los discípulos estaban enfocados en su contexto nacional. Ellos querían que el Mesías diera comienzo a su reino, de manera inmediata y en el contexto de esos días. Sin embargo, nuestro Señor les comunica de manera abierta y sincera, que Él Padre tiene otros planes. Ellos iban a ser capacitados para salir a predicar y a testificar con poder, cuando el Mesías resucitado se sentara en su trono celestial, a la diestra del Padre, derramando el Espíritu de la promesa (Hechos 2:32-33; Hebreos 1:3).

Y ellos debían ser testigos eficientes, de lo que habían visto y oído en cuanto a la vida, pasión, muerte, resurrección y exaltación del Señor (1 Juan 1:3). Es notable que la palabra usada para testigos (En el Griego mártyres), es la misma palabra usada para los que son martirizados a causa de su fe. Esta se refiere a un testigo fiel, uno que está dispuesto a dar su vida, por causa de su testimonio sobre la verdad del Evangelio de Jesucristo (Apocalipsis 12:11).

Ellos escucharon al Cristo resucitado, el cual los estaba enviando a ser testigos hasta lo último de la tierra. Y pareciera ser que ellos deducen, que Cristo se está refiriendo hasta el fin de la tierra de Israel (Hechos 10:22, 28). Tal vez pensaron que el trabajo sería culminado justo antes de alcanzar a recorrer todas las ciudades de Israel (Mateo 10:23). Pero como ya sabemos el evangelio tuvo que salir de las fronteras de Israel, a causa de la persecución que Dios en su providencia perfecta había determinado (Hechos 8:1). El plan de Dios de salvar a las naciones (i.e. los confines de la tierra), estaba en marcha (Salmo 96:3; Lucas 24:47; Apocalipsis 14:6,7).

De manera que Cristo los había movilizado para que vayan, prediquen, y llamen al arrepentimiento y a la fe a todos quienes encontraran a su paso (Hechos 8:4; 11:19-20). Y todo esto con la expectativa de la venida inminente del Cristo resucitado. El mismo que iba a regresar de la misma manera visible, en la que ellos lo vieron ascender, en la nube de la Gloria de Dios (Hechos 1:11; Apocalipsis 1:7). Nosotros somos los herederos de este legado. Considero entonces, que es de suma importancia el que vivamos y compartamos el evangelio, con esa misma perspectiva y premura. Maranatha!

Fuente:
Pastor Peter Citelli

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