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Tenemos que presentarnos cada día delante del Señor

Debido a las misericordias de Dios, nosotros debemos presentar nuestros cuerpos en sacrificio santo, agradable a Dios. Es una forma muy específica y muy gráfica de hacer ese llamado que hace la Biblia una y otra vez a los cristianos a la vida de santidad.

Si queremos agradar a Dios, si queremos vivir una vida que corresponda a la grande y al plan de salvación y al carácter santo de Dios ¿qué tenemos que hacer nosotros, cómo podemos asegurar ese tipo de comportamiento? bueno Pablo dice aquí: presentando nuestros cuerpos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Esa idea de presentar nuestros cuerpos está cargada de significado y vamos a desempacarla un poquito.

La palabra que Pablo usa que se traduce al español «presentéis» es la palabra: parastesai, parastesai en el griego original y quiere decir tomar algo y sería como tomarlo en las manos y llevarlo y ponérselo en frente a alguien, en este caso Dios. Se refiere por ejemplo a cuando los sacerdotes tomaban los animales sacrificados y los presentaban ante el Señor. Podría referirse también a cuando los niños hebreos eran tomados y presentados ante el Señor o podríamos pensar también en una ofrenda mecida delante de la Presencia del Señor y presentada con toda deliberación, con todo cuidado ante Dios para que Él lo mirara.

Es como cuando digamos se me ocurre ahora mismo en un restaurant, ¿ustedes han visto esas escenas en las películas en que viene el mesero y presenta una botella de vino muy caro a los comensales, los clientes en la mesa y el mesero con su toalla en el brazo y viene y presenta esta botella de vino al cliente para que él la examine y determine si es lo que él ha pedido y si es exactamente lo que él va a pagar porque es caro y tiene que confirmar si es exactamente lo que él desea y que efectivamente no lo están engañando o algo así, entonces el cliente pues mira la botella, lee la etiqueta y entonces asiente con la cabeza y dice: sí adelante.

Es esta idea de que nosotros debemos tomar nuestra vida y como un objeto muy serio y de gran valor presentarla delante del Señor para que Él haga algo con ella ¿no? Entonces vemos aquí que Pablo continúa con esta idea de que la vida cristiana requiere deliberación, hay que hacer las cosas con mucha intencionalidad para que verdaderamente puedan tener significado. Lo que yo decía antes es que para vivir una vida santa tenemos que hacer un propósito santo de vivir como Dios nos llama.

Entonces los hijos de Dios lo que tenemos que hacer es cada día presentarnos delante del Señor. Presentar nuestra vida, nuestras luchas, nuestras contradicciones, nuestras tendencias pecaminosas, las ataduras que tenemos, los malos hábitos que tenemos, presentarnos delante del Señor y decir: Padre aquí estoy necesito que Tú me toques, que Tú me recibas, que trates conmigo, que me limpies, que me sanes yo reconozco quién soy y por tanto estoy aquí Señor toca mi vida y haz conmigo lo que Tú quieras, lléname con Tu Santo Espíritu.

Tenemos que en algún momento de nuestra vida y en toda ocasión de nuestra vida también porque es algo que hacemos una vez quizás como algo solemne y un propósito y una promesa delante del Señor pero luego debemos continuar día a día haciendo estos mismos propósitos de que hoy yo voy a volver a presentar mi vida delante del Señor para que el Señor siga trabajándome y haciendo conmigo lo que Él quiere.

Tiene que haber esa entrega, tiene que haber ese soltarse al Señor y decir: Padre aquí estoy trata conmigo, transfórmame y hazme una persona nueva en Cristo Jesús, si no hay ese compromiso no se va a dar.

Entonces como los grandes profetas en otras ocasiones presentaban los sacrificios o los niños o aún los reyes para ser ungidos por Dios nosotros tenemos que presentar nuestras vidas delante del Padre para que Él haga lo que Él quiere. Parestesai es una palabra muy bella y es lo que tenemos que hacer nosotros, presentarnos cada día delante del Señor y decirle al Espíritu Santo: hoy Señor trata conmigo y haz lo que quieras de mí, yo te presento mi vida y por favor sigue trabajando en ella y perfeccionándome y purificándome.

Ojalá que ese sea el sentido y el deseo y el sentir de cada uno de nosotros. Que el Señor les bendiga y continuaremos explorando este maravilloso pasaje en nuestras próximas meditaciones.

Fuente:
predicas.org

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