9 Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión. Hechos 12:9
Dios quiere abrirte una puerta y, para esto, es importante que llegues al punto en tu vida de saber que, aunque tú no entiendas todo lo que está pasando, tienes que atreverte a caminar en el espíritu. No hay excusa para quedarte atado o paralizado detrás de las puertas. Es importante y vital para que puedas ver las puertas abiertas delante de ti, el que te atrevas a caminar, aunque en un momento dado no entiendas cómo y por qué pasan las cosas.
Cuando cuestionas estas cosas, permites que tu mente controle lo que debería dirigir el espíritu. Continúa caminando, aunque no entiendas. Camina por revelación, no por entendimiento, y las puertas se van a abrir delante de ti, y algún día vas a entender por qué caminaste por el lugar en que estabas caminando.
Hay poder en vivir bajo la revelación de Dios. Hay poder en sujetar tu mente al Espíritu, y permitir que sea el Espíritu quien abra puertas delante de ti.
El problema es que, muchas veces, los creyentes tratamos de razonar todas las cosas, tratamos de entenderlo todo y, mientras no entendemos, nos detenemos. Cuando te detienes porque no entiendes, has dado el control de tu vida a tu mente y a tus emociones.
Augusto Cury, un renombrado psiquiatra, dice que las emociones negativas siempre fluyen en nuestra vida, cuando no hay un líder en las emociones, mientras que las emociones positivas solo fluyen cuando hay alguien que las dirija. Cuando tú te quedas inactivo, cuando tú permites que no haya movimiento en tu vida, las emociones negativas toman control de ti; el coraje toma control de ti, la depresión toma control de ti, y son esas emociones las que te dirigen. El problema es que muchos piensan que, de la misma forma que llegan las emociones negativas, llegan también las positivas, pero esto no es así. Las emociones positivas necesitan un líder que las dirija y las provoque.
Tú no necesitas de mucho para hacerte triste, pero necesitas liderar tu vida para ser feliz. Ponerte triste es muy fácil, que te dé coraje es muy fácil; para esto, cuando algo te pase, simplemente deja que el primer pensamiento que llegue controle tu vida. Esto va a llevar a que te dé coraje, rencor; y esas emociones son las que te van a dirigir. Te van a dirigir a tomar malas decisiones, a perder el control.
Hay quienes piensan y esperan que pase de la misma manera con las emociones positivas; que algo les ocurra, y llegue la felicidad a sus vidas. Hay montones de cosas que ocurren en tu vida que deberían ser razón para tu felicidad, pero la realidad es que toda emoción negativa que estás experimentando es porque tú has dejado que la emoción lidere tu vida. Si tú quieres emociones positivas en tu vida, tú tienes que ser el líder de tu vida para que esas emociones salgan y se promuevan en ti.
¿Quieres deprimirte? Sencillo: No hagas nada mañana. Quédate en la cama todo el día; la depresión va a llegar. Cuando Dios hizo al hombre, lo hizo tan semejante a él que tuvo que darle trabajo. Si Adán llega a haber estado en el huerto sin trabajo, se hubiera deprimido. El problema es que hoy día es el trabajo el que deprime a la gente, porque la gente no quiere trabajar, pensando que es su trabajo lo que le produce infelicidad. Pero, si te quedas encerrado en tu casa, la tristeza y la depresión llegan rápidamente.
Para tú poder experimentar la emoción de la felicidad, hay algo que tú tienes que hacer: Tienes que levantarte y hacer algo, decidir. Tienes que ser el líder de tu vida para que aquello que Dios tiene para ti comience a seguirte a ti.
Es el Espíritu de Dios quien debe dirigir tu vida, para que tú veas delante de ti las puertas abiertas que te llevarán al lugar correcto y te darán tu salida; pero tienes que decir: Me voy a levantar, voy a seguir caminando, no me voy a quedar en este lugar, no me voy a detener en el sitio donde estoy, sino que voy a permitir que la revelación de Dios sea la que dirija mi vida.
Aunque no lo entiendas, aunque no lo comprendas, aunque no lo hayas visto y entendido todo, confía en que es Dios quien te está dirigiendo. Él te va a sacar, te va a levantar, te va a dar la victoria, y tu trabajo es seguir caminando y permitir que la revelación de Dios sea la que dirija tu vida.
Cuando comienzas a vivir en revelación, es cuando verdaderamente tu vida cambia para siempre, de manera sobrenatural. Ves las cosas como nunca antes las habías visto, y no vuelves a ser la misma persona. No hay forma de volver atrás. Y lo más grande es que, después que es el Espíritu quien te convences, no hay quien te convenza de lo contrario.