Ser específico es muy importante en la vida de fe, sobre todo en lo que tiene que ver con nuestras peticiones al Señor. Paul Yonggi Cho, en su libro ‘Oración, la clave del avivamiento,’ declara: Dios siempre ha contestado a las oraciones directas y concretas. Todo lo que El hace tiene un plan y propósito.
En Génesis 1 y 2 se nos dice que Dios creó dentro de unos marcos de tiempo específicos llamados días. Cuando mandó a Moisés que construyera el tabernáculo, le dio instrucciones claras; no dejó que él decidiera si habría de confeccionar la tienda de aproximadamente veinte codos (la longitud que hay entre el codo y la punta del dedo); no, se le dijo exactamente cómo debía ser de larga y de ancha. Por lo tanto, Dios es un Dios preciso, y El espera de nosotros que oremos con precisión.
Una y otra vez vemos en las Escrituras que las grandes oraciones que cambiaron el destino de la nación de Israel, o que orientaron el corazón de Dios hacia un fallo favorable, poseían una cualidad de especificidad y pasión. Véase, por ejemplo, la oración de Nehemías en Nehemías 1:4-11. Es importante que nuestras oraciones manifiesten ese mismo nivel de intensidad, compromiso y enfoque.
En el siglo dieciséis, el gran reformador escocés John Knox exclamó al Señor en una de sus oraciones a favor de su nación: “¡Dame Escocia o me muero!” Ese es el tipo de oración desesperada que Dios se ha complacido en honrar a través de los siglos, y que siempre ha extraído poder de parte del trono de la gracia. A veces Dios permite que nos encontremos contra la espada y la pared para que se suscite en nosotros la postura de fe concentrada que provoque de parte del cielo la respuesta que esperamos. Frecuentemente, las dilaciones y silencios de Dios forman parte de su trato en nuestras almas, para depurarnos de todo lo que contamina nuestras peticiones y les quita fuerza e intensidad.
En Jeremías 29:12, Dios les promete a los hebreos exiliados en Babilonia que al final de setenta años de disciplina y tratamiento espiritual sus oraciones finalmente alcanzarán Su trono, porque habrán adquirido esa cualidad de total entrega y concentración: “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová”.
Es precisamente esa pasión, ese estado de definición y lucidez en cuanto a lo que estamos pidiendo, lo que nos permite ser claros y precisos en la presentación de nuestras peticiones. ¡Cuando nuestra pasión adquiere intensidad al rojo vivo, nuestra acción y nuestra petición poseerán esa cualidad definida que tanto le agrada a Dios! Muchas veces a través de la Escritura vemos que es precisamente ese tipo de acción apasionada la que genera una decisión favorable de parte del cielo.