“Pero una vez que tenían paz, volvían a hacer lo malo delante de ti, por lo cual los abandonaste en mano de sus enemigos que los dominaron; pero volvían y clamaban otra vez a ti, y tú desde los cielos los oías y según tus misericordias muchas veces los libraste”. Nehemías 9.28
Romper los círculos viciosos en nuestra vida es el gran desafío para vivir en victoria, muchos creyentes experimentan victorias en su vida, pero pocos viven en victoria.
La diferencia radica en saber aprovechar la victoria que el Señor nos da, conservándola en forma definitiva y no volviéndola a perder.
El Pueblo de Dios en la antigüedad experimentó grandes victorias, pero sin embargo no vivió en forma victoriosa.
Fueron librados por el Señor una y otra vez, pero cuando tenían un poco de paz volvían a hacer lo malo y, nuevamente, eran derrotados.
La paz les servía nada más que para sentir alivio, pero no para romper el círculo vicioso en sus vidas, y lo mismo sucede hoy con muchos creyentes.
Vemos creyentes que mejoran y empeoran sistemáticamente, que suben y bajan continuamente, que son como golfistas: salen de un hoyo y se meten en otro.
Esto sucede porque no logran someterse definitivamente a la soberanía de Dios en sus vidas, y de esta forma no volver a las cosas negativas del pasado.
No existe una zona neutra, o te sometes al dominio del Señor o estarás sometido al dominio de tus enemigos.
Dios en su misericordia siempre te va a perdonar y te dará una nueva oportunidad, pero eso no quita la postergación que produce el desobedecer en forma reiterada.
No te olvides de que su misericordia no solo sirve para librarte, sino también para que puedas vivir en bendición.
Depende de vos vivir siendo librado o vivir siendo bendecido por Dios.
El Señor restaura siempre, pero tratemos de necesitar la menor cantidad de restauración posible, para evitar el dolor y honrar en obediencia a Dios.
Yo bendigo tu vida con la bendición del Señor, para que en este tiempo puedas convertir el círculo vicioso en un círculo virtuoso y para que también seas de bendición a los demás.
Por Pastor Daniel González