Cuando escritores bíblicos como Jeremías, Isaías, Miqueas o Pablo quisieron dar una idea de aflicción y de dolor, lo hicieron comparando situaciones y circunstancias extremas con el dolor de parto. Es interesante, porque ninguno era mujer. En buena lid, sólo ellas tienen argumentos para hablar del tema.
Son tiempos amargos, violentos, confusos. Desde este lado del hemisferio occidental todavía Dios nos permite respirar. Hay dolores como de parto en muchos corazones, la tierra llora, las madres gimen por sus hijos derribados, las esposas por sus maridos, el odio se acrecienta entre naciones, las guerras reemplazan la sonrisa de Dios, pero con todo, sigue existiendo una esperanza para este mundo caído, aunque el diablo siga en avivamiento con la ayuda incondicional de una buena parte de las criaturas de Dios.
Hay dolores de parto en todo el mundo, pero no tenemos certeza de la criatura que viene en camino. No hubo tiempo para ultrasonidos, así que no sabemos qué clase de miserias se avecinan. Como van las cosas, todo parece indicar que el alumbramiento no será bendición, ni traerá luz, sino más tinieblas, más hambre, más llanto de niños desamparados. El mundo aguarda por lo desconocido generando resoluciones y leyes y Dios todopoderoso observa atónito las asambleas donde se habla de paz, pero sólo después que desencadenó la guerra. Nadie busca el rostro de Dios. El hombre confía más en sus Drones que en la misericordia y la vida. ¿Se habrán acabado los motivos para orar?
¡Shemá (Oye) Iglesia de Cristo! Hay trabajo que hacer y motivos para orar. Nuevas plagas se ciernen sobre el pueblo de Dios y la historia del cristianismo sigue sumando mártires de la fe; misioneros expulsados, apóstoles de la gracia que caen con sus familias, iglesias incendiadas por el furor religioso de fanáticos fundamentalista. ¿Hoy? ¡Sí, hoy, justo en este momento está cayendo un soldado de las huestes del evangelio. Tenemos que orar. Basta de tanta indiferencia ante la falacia y la mentira, no podemos dejar que la conformidad de un cristianismo acomodado nos haga virar el rostro hacia el otro lado. Seamos piadosos, fraternos, solidarios, porque hay dolores de parto en todo el mundo, señales de la proximidad del día del Señor. “…porque serán días de tribulación como no la ha habido desde el principio, cuando Dios creó el mundo, ni la habrá jamás”. (Marcos 13.19)
¡Shemá, Iglesia del Altísimo! Hay esperanza en que Dios no permita que el dolor de parto traiga más angustia. Sólo falta un toque de amor, (“…el amor no se goza de la injusticia” – 1Co 13. 6ª) de unidad, (“…esforzándose por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz- Ef 4.3) de oración (“Te ruego, oh Señor, que tu oído esté atento ahora a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos que se deleitan en reverenciar tu nombre.” Nehemías 1.11).
Levántate iglesia, no somos de Pérgamo, de Esmirna o de Sardis. Si el Eterno Dios le escribiera hoy al ángel de tu iglesia ¿qué mensaje le daría? Medita, ponte en la brecha. No dejes que los dolores de parto nublen tu mente. Ora; fervientemente, constantemente, como si la vida te fuera en la oración, como si todos los dolores y aflicciones del mundo dependieran de tu humilde clamor.
¡Dios te bendiga!