Es honor para el hombre evitar las discusiones, pero cualquier necio se enredó en ellas.
Proverbios 20:3
No hagan nada por egoísmo (rivalidad) o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo. Filipenses 2:3
El autor reflexiona sobre cómo los cristianos pueden caer en la mezquindad y la contienda, incluso en presencia de no creyentes. Señala la importancia de buscar la reconciliación y tener amor hacia los demás, en lugar de enfocarse en las diferencias doctrinales. Finalmente, insta a quienes hayan ofendido a un hermano a reconciliarse mientras aún hay tiempo.
Desde hace 3 días no cesa de llover, aun así hay que trabajar. Salgo bajo la sombrilla y logro tomar un ómnibus. Es ancha la calle por la que transita, sin embargo, un poco más adelante hay un ómnibus parado
de esos que transportan turismo. Está bien pegado a la acera, no hay problemas, existe el espacio suficiente para pasar, más, por alguna razón no avanzamos.
El chofer de nuestro vehículo ha parado y mira insistentemente al que, según su criterio, estorba su camino. Pero no hay nadie en el asiento del chofer del ofensor, nadie a quien insultar, nadie para contender. Al fin, seguimos camino, no sucedió nada, al menos en la tierra, pero, estoy segura que el cielo se conmovió.
¿Cómo es posible que criaturas creadas a la imagen y semejanza de nuestro Dios Santo y Perfecto, podamos llevar en nuestro interior mezquindad tal y como somos movidas por el egoísmo, el celo, la envidia y tantos otros sentimientos que para nada representan a quien nos creó?
Y no pensemos que esto ocurre a personas que están en el mundo, ¡error!, no hay nada más triste que cuando 2 cristianos contienden y sobre todo, cuando contienden con ó en presencia de impíos.
Cosas así las estamos viviendo día tras día; los hijos de luz en plena oscuridad provocada por un cortocircuito de ira y de necesidad de tener verdades absolutas.
¡Qué legado dejaremos a los que nos siguen!, ni siquiera somos capaces de humillarnos y pedir perdón después que ofendemos a un hermano y de cierto les digo que ofendemos con duras palabras que destrozan cualquier corazón olvidando que nuestro Señor nos dice en Mateo 5.22 “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”
Entonces, ¿que es más?, ¿contender por razones doctrinales, u orar por el hermano que desconoce la sana doctrina del Evangelio? Cuidado cuando contendamos sobre aspectos doctrinales, la palabra de Dios no puede ser cambiada y lo que está escrito, aunque a algunos no convenga, inspiración Divina es.
El hombre que es capaz de ofender a un hermano en una discusión por no compartir igual criterio, es hombre sin argumentos sólidos, ni conocimiento suficiente para convencer, pero sobre todo carece de amor en su corazón, pues dicho está: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” Juan 13.35
Queridos, si alguno ha ofendido a un hermano, testifique que Cristo vive en usted y reconcíliate mientras aún es de día, pues ya casi llega la noche y entonces será muy tarde.