“ Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.” Efesios 5:15-17
En el texto original, esa palabra aprovechar es realmente la palabra redimir. Redimir el tiempo no tiene que ver con aprovechar el tiempo. Aprovechar el tiempo no está mal, pero redimir tu tiempo no es maximizarlo. El concepto de redención en la Biblia se refiere a recuperar lo perdido. Por supuesto, si aprovechas el tiempo, no lo pierdes; pero, una de las razones por las que tienes que entrar en la velocidad de Dios, es porque a través de la aceleración divina, cuando tu vida se pone en la perspectiva correcta, Dios te da la capacidad de redimir tu tiempo, de recuperar tu tiempo perdido. Todos, en algún momento, hemos desperdiciado nuestro tiempo; y de las peores cosas que hay es realizar todo el tiempo perdido, todo lo que pudiste haber hecho, lo que pudiste haber aprendido. Quizás por tonterías, por errores, por ignorancia; pero todos, en algún momento, hemos sentido que tuvimos oportunidades y las desperdiciamos. Ahora, meditas en ese tiempo que perdiste. Pero, cuando tú te conectas con el tiempo de Dios, una de las cosas más poderosas que pasa en tu vida es que el tiempo perdido se recupera. En el tiempo que te queda de vida, vas a poder hacer aquellas cosas que no hiciste cuando se perdió el tiempo. Dios no cuida descuidos, esto no es una excusa para hacer lo que mejor nos parezca, pero todos hemos perdido tiempo en el que debimos alcanzar ciertas cosas y no lo hicimos; pero, si tú tienes un encuentro con Dios, el tiempo perdido se puede recuperar.
En la Biblia, vemos hombres como Moisés, por ejemplo. Moisés, a sus cuarenta años, comete un error, y termina cuarenta años más en el desierto; pero, a sus ochenta años, Dios le dice: No he terminado contigo. Pierde cuarenta años; cuando regresa, en cuestión de semanas, Dios libera al pueblo de Israel. Así que, los cuarenta años que Moisés perdió en el desierto, los recuperó en días. Tan pronto Moisés se encamina en la voluntad de Dios, tan pronto ve lo que Dios ve en su vida, los cuarenta años se redimen en cuestión de días. Dios aceleró todas las cosas. Aquello que se había detenido, en cuestión de días se alineó.
No puedes vivir frustrado porque tú has perdido el tiempo por malas decisiones. Dios te envía esta palabra para que entiendas que aquello que parecía una pérdida de tiempo, en el momento en que entras en la voluntad divina, ese tiempo se recupera en cuestión de semanas, en cuestión de días. Dios no va a esperar veinte años para arreglar los veinte años perdidos; Dios puede arreglar los veinte años perdidos, en cuestión de semanas, en cuestión de un año, dos años. Dios puede hacer esa obra en tu vida.
Veamos a Josué. Si triste es vivir en un tiempo perdido por tu decisión, peor es cuando otros te hacen perder el tiempo. Moisés estaba en el desierto por su culpa, pero Josué terminó en el desierto por culpa de unos chismosos. Pasaron los cuarenta años, se cumplió ese tiempo, se murió toda la vieja generación, y ahora Josué iba a entrar. Y a Josué le tomó siete años conquistar la tierra prometida. Siete años es nada para conquistar treinta y cuatro reinos. Cuarenta años perdidos, recuperados en siete; cuarenta años dando vueltas, pero cuando entra en el plan de Dios, en siete años todo cambia, todo se recupera, conquistan toda la tierra que Dios le había prometido; treinta y cuatro reyes. Cuando Dios dice que va a redimir tu tiempo, es para darte hoy la tranquilidad, el descanso y la fe suficientes para entender que no importa la edad que tú tengas el tiempo que se perdió, si tú entras en la voluntad de Dios para tu vida, si tú abres tus ojos a lo que Dios quiere hacer contigo en este tiempo, a lo que Él quiere hacer en tu vida, si tu vida está encaminada en el plan de Dios, aquello que parecía una pérdida de tiempo, se puede recuperar en cuestión de nada. Esto debe traer tranquilidad a tu corazón.
No se trata de aprovechar tu tiempo, se trata de redimirlo. Para muchos, aprovechar el tiempo es vivir la vida como mejor les parezca; el que habla de aprovechar lo que está pensando es en el relajo. Entonces, para aprovechar ahora el tiempo, se les van diez años más; pero del vacilón nadie come. Cuando llegues al final de tu vida, habrás brincado y saltado, pero la pregunta es: ¿Hiciste todo lo que tenías que hacer? ¿Alcanzaste tu máximo potencial? ¿Lograste todo lo que Dios quería que tú lograras? Lamentablemente, no todos van a poder decir que sí. La vida es corta, pero no se trata de meramente aprovechar el tiempo, sino de, en ese corto espacio de tiempo, ser todo lo que Dios quiere que tú seas.
No es que no haya tiempo para disfrutar, pero aprovechar el tiempo no debe ser lo que establezca tus prioridades, sino alcanzar lo que Dios tiene para tu vida porque, de otra manera, te llevas contigo a los tuyos, a un ciclo de pérdida de tiempo, en lugar de aprovecharlo al máximo. Tenemos que establecer las prioridades correctas, y enseñarles a nuestros hijos; no nos metamos en la cabeza ideas erróneas, en vez de redimir el tiempo correctamente. La vida se mide en tiempo; tenemos que maximizarlo. Y lo grande es que Dios puede hacer que tu tiempo perdido por malas decisiones del pasado, en menos tiempo, puedes lograr y alcanzar lo que siempre fue la intención de Dios para tu vida.
Josué estuvo cuarenta años dando vueltas en el desierto, perdido. Pero fueron solo siete años de conquista para pasar sus últimos días gozando de la provisión y de haber conquistado la tierra prometida. Nadie es perfecto, todos vamos a cometer errores; pero, cuando tú entras en la voluntad de Dios, tu tiempo perdido se recupera. Dios te muestra lo que Él quiere que tú hagas, para que entonces tu tiempo se redima.