Articulos

Propósito de vida

Desde hace meses una pregunta rondaba en mi cabeza, cada vez que me la hacía una sombra de pesar asomaba en mi rostro. No encontraba respuesta si bien la intuía. El cuestionamiento era -por más trivial que suene-, ¿cuál es mi propósito en la vida? Una pregunta profunda, una pregunta seria, una pregunta existencial que pocos se atreven a contestar porque la mayoría cree saberlo pero no es así. Era el año 2012 y yo, pastor y profesor de teología, no sabía con exactitud cuál era mi objetivo en este mundo, o al menos no lo tenía del todo claro.

TRACY, KÜBLER Y CANFIELD
Lo cierto es que cada uno de nosotros viene a este mundo con un propósito, con un objetivo vital. Descubrirlo, como dice Bryan Tracy, “puede ser lo más significativo que hagamos mientras vivamos”; el problema es que la inmensa mayoría de personas se conforma con existir más no con vivir. Por su parte, la sicóloga Elisabeth kübler-ross escribió: “Considero que cada uno de nosotros nace con un objetivo en la vida. Identificar, reconocer y cumplir ese objetivo quizá sea la acción más importante que lleva a cabo la gente éxito. Ese tipo de personas se toman el tiempo necesario para comprender qué es lo que han venido a hacer y persiguen esa meta con pasión y entusiasmo”.

Jack Canfield, reconocido escritor y coach internacional declaró en uno de sus libros: “Sin un objetivo en la vida es fácil desviarse a lo largo del viaje. Es fácil perder el rumbo y vagar a la deriva, consiguiendo poco en la vida. Pero con un objetivo, todo parece ubicarse en su sitio. Trabajar “por un objetivo” significa hacer lo que te gusta, lo que sabes hacer y conseguir algo importante para ti. Cuando realmente buscas tu objetivo, la gente, los recursos y las oportunidades que necesitas acaban orbitando a tu alrededor. El mundo también se beneficia, porque cuando actúas en conjunción con tu verdadero objetivo vital, todas tus acciones resultan útiles para los demás”.

5 DÍAS SOLO
Fue así que en un viaje al extranjero en el que debía dar clases me encontré solo en un hotel por varios días, mis contratantes habían equivocado la fecha de mi retorno y debí quedarme en el país cinco días más de lo previsto (sin compañía, sin conocidos, sin nada que hacer). La frustración se apoderó de mí ahondando la pregunta sobre ‘cuál era mi propósito en este mundo’… me sentía morir en esa triste habitación de hotel (húmeda y sin ventanas). Pero algo pasó, al segundo día de mi exilio involuntario salí a caminar por las calles de la ciudad para despejarme, mientras lo hacía oraba a Dios. Molesto por la situación le reclamaba el porqué permitió que se cometiera ese error conmigo, estando en eso (reclamar y quejarme) sentí en mi espíritu que Dios me susurraba: ‘Debí traerte aquí, a la soledad y tranquilidad para hablarte’. Gozoso por Su presencia volví presuroso a mi cuarto pues ya iba a oscurecer; una vez allí saqué de mi maleta un libro que días atrás había comprado y que no tuve de tiempo de empezar a leer, hasta ahora. Ese libro, o mejor dicho su autor, fue mi compañero por los tres días que me quedaban en aquel lugar… ¡los mejores tres días de retiro espiritual que jamás he tenido!

EL PROCESO
Dios comenzó a responder cuál era mi propósito en esta vida, el para qué de mi existencia. Si bien su respuesta no fue audible (pero sí hubieron señales que me mostró antes del ‘exilio en el hotel’, durante el retiro en el hotel y las semanas posteriores de vuelta en mi país Chile) fue lo suficientemente claro para mí… el Señor fue conduciéndome hacia mi propósito, me mostró poco a poco -mediante un proceso de aprendizaje de varios meses- mi objetivo vital, ‘mi para qué y por qué’ vivir.

Ese proceso comenzó antes de mi encierro por cinco días en el hotel ya mencionado y terminó mucho después. Fue casi un año de preguntas, lecturas, investigaciones, levantadas de madrugada a orar, oír consejos para finalmente poner por escrito la siguiente declaración, una que he convertido en mi brújula y a la cual recurro para leer en voz alta (pues la tengo escrita) cuando siento que estoy perdiendo el rumbo: ‘GUIAR A LAS PERSONAS HACIA DIOS, AYUDÁNDOLAS A MEJORAR SUS VIDAS. ¡Ese es mi propósito en este mundo!

Y esto me recuerda que, “una vez identifiques tu propósito sobre este mundo y lo escribas debes ser fiel a él. Léelo cada día, preferentemente por la mañana. Si tienes una memoria artística o visual, quizá prefieras dibujar o pintar un símbolo o una imagen que represente tu objetivo vital. Luego cuélgalo en algún sitio (en la nevera, en el escritorio, cerca de la cama, en el espejo del baño) donde lo veas cada día. Eso te mantendrá centrado en tu objetivo” (Ron Jenson). Le hice caso a Jenson y la verdad me ha ayudado mucho. Poner por escrito mi propósito, leerlo, memorizarlo, orarlo y dedicarlo a Dios -cada día- me ha cambiado la vida.

Pero si aún no saben cuál es vuestro objetivo en la vida, “les recomiendo destinar cierto tiempo a una reflexión tranquila, tiempo para la meditación (oración, caminatas, silencio, soledad). Cuando estén relajados pregúntense: ¿Cuál es mi objetivo en la vida? ¿Cuál es mi papel específico en este mundo?. Dejen que la respuesta venga sola y que sea todo lo amplia que puedan imaginar” (Jack Canfield).

Y la respuesta vino, como ya lo dije en párrafos anteriores, se presentó a mí en forma de frase… ‘guiar a las personas hacia Dios ayudándolas a mejoras sus vidas’ (frase que debí escribir, re-escribir, borrar, volver a escribir decenas de veces hasta quedar tal como está).

TU PROPÓSITO TE DARÁ DE COMER
“No eres un accidente. No te produjeron en serie. No eres producto de una línea de montaje. Fuiste planeado con deliberación, específicamente dotado y colocado con todo cariño en la Tierra por el Maestro Artesano” (Max Lucado).

La afirmación de este autor hizo click en mi interior. Ahora que sabía cuál era mi propósito vino a mí la siguiente pregunta: ¿Podré vivir de esto? Y no lo supe hasta el mes de diciembre del 2013 cuando una dama de Houston, TX, me contactó por interno para pedirme permiso para enviarme un donativo financiero pues desde hace un año que yo venía escribiendo devocionales de inspiración en mis RRSS los cuales -según ella mismo relató-, habían sido alimento para su vida. Fue así que recibí veinte dólares… el primer ‘pago’ de los cientos que hasta ahora he recibido de diferentes ‘formas, sabores y colores’ (el pago del Señor no solo es dinero, es mucho más que eso).

Desde enero del 2014 me dediqué en cuerpo y alma a esto de ‘ayudar a las personas a mejorar sus vidas’ (mi propósito). Lo hice -y lo sigo haciendo- por medio de: Charlas, mentorías, coaching, seminarios, talleres, libros, pastoral. Es que cuando tienes claro tu propósito éste comienza a despertar en uno ideas creativas, talentos escondidos, habilidades dormidas, conexiones divinas, puertas del cielo… toda clase de bendiciones comienzan a asomar cuando el propósito se nos es revelado; y si somos fieles a este propósito (si lo trabajamos, potenciamos, maximizamos) un ¡bam! de oportunidades se presentan en nuestra vida… pero no todas saben aprovecharlas, yo debí aprender a hacerlo.

GENTE CON SIGNIFICADO
Ron Jenson me dijo, por medio de uno de sus libros, lo siguiente: “Hace años, una maestra fue asignada a una clase con los estudiantes de más bajo rendimiento, de la peor zona del barrio de Harlem, en Nueva York. Un día, accidentalmente vio un listado con los coeficientes intelectuales de los alumnos y se quedó asombrada. ¡Estos chicos eran brillantes! De tal forma que así es como ella los comenzó a tratar, como seres humanos brillantes, capaces y con un increíble potencial. Creo que ya usted puede deducir en cómo termina esta historia. Los jóvenes demostraron que, ella estaba en lo cierto, al todos graduarse de la escuela secundaria y ser tremendamente exitosos a lo largo de sus vidas. Pero he aquí el detalle: Luego se comprobó que la maestra no había leído los promedios de los coeficientes intelectuales de los chicos. ¡Los números que leyó fueron los de sus casilleros! Sin embargo, como ella creyó que los números reflejaban sus coeficientes intelectuales y los trató como tal, dramáticamente cambió la forma en que esos jóvenes vieron sus vidas. Y ellos respondieron porque les había vendido la imagen de sí mismos, como gente que tenían potencial”.

Si nos vemos a nosotros mismos como gente con significado, o si pensamos que alguien más cree que somos inteligentes, así actuaremos. Pero de no ser así, actuaremos de otra forma. Lo que usted vea de sí, en eso se convertirá. El asunto es, cómo se ve usted a sí mismo.

La Biblia, uno de los libros más leídos y vendidos en todo el mundo contiene sabiduría milenaria que ha servido como fuente de inspiración para líderes no sólo religiosos, sino también políticos, militares, civiles y de todo tipo. En sus páginas hallamos valiosos recursos para quienes buscan su propósito en la vida:

  • Proverbios 23:7, “Tal como piensa el hombre en su interior, así es en realidad” ó…, “tal como piensa, en eso se convertirá” (parafraseo de TLA, PDT, DHH, GG).
  • Salmos 138:8, “Dios, tú tienes planes para mí; me creaste con un propósito. ¡No dejes incompleto lo que has emprendido!” (parafraseo de TLA, PDT, DHH, GG).
  • Efesios 2:10, “Somos la obra maestra de Dios. Creados para hacer el bien, para dar sentido a nuestra existencia en Cristo Jesús” (parafraseo de TLA, PDT, DHH, GG).

EJERCICIO DEL SIGNIFICADO PERSONAL
Para aquellas almas en búsqueda que desean saber cuál es su propósito en la vida, les recomiendo este pequeño pero significativo ejercicio que les puede ayudar a encontrar -si no todo su propósito- un ápice de su significado personal, algo con qué comenzar.

  1. Menciona dos de tus cualidades personales destacadas con las cuales te identificas u otras personas te identifican. Por ejemplo: Creatividad y Entusiasmo; ó Educación y Acompañamiento; quizá Observación y Análisis, etc. Puedes pedirle a amigos que te ayuden.
  2. Pregúntate: ¿Qué me gusta hacer que produce en mí felicidad, realización personal, plenitud? Responde.
    Trata de poner por escrito las respuestas a tus preguntas, por ejemplo: “Me identifico como una persona que le gusta educar a las demás”. Hazlo sin prejuicios, sin vergüenza, dejando que las palabras fluyan sin importar si éstas no son poéticas o rebuscadas.
  3. Luego, escribe una introducción así: ‘Mi objetivo en la vida es’… y seguido pone lo que hayas descubierto. Por ejemplo: “Mi objetivo en la vida es educar/enseñar/pintar/captar el mundo a través de mi cámara/acompañar a los desamparados/dar de comer a los más pobres, etc, etc, etc.”
  4. Pero debes refinar tu objetivo. No basta con saber cuál es tu significado personal, sino además, darle un sentido. Por ejemplo: “Mi objetivo en la vida es educar a las personas”. Eso está bien, pero…, ¿para qué? Entonces continuas… “para desarrollarlas, para llevarlas al conocimiento de Cristo, para que sean felices, etc.”.

Créanme, este simple ejercicio significó para mí el comienzo de un gran descubrimiento. Fue este ejercicio el que me ayudó a poner por escrito lo que por años estaba haciendo, pero que ahora he sabido potenciarlo hacia una dirección clara y bien definida.

FINALMENTE
Un mentor me dijo, y con esto comienzo a terminar: “Una vez sepas cuál es tu objetivo en la vida, puedes organizar todas tus actividades alrededor de él. Todo lo que hagas debe ser una expresión de ese objetivo ‘para la gloria de Dios, para bendecir a muchas personas, y para vivir de ese propósito’. Si una actividad no encaja en esa fórmula, no deberías trabajarla, punto”. Y vaya, ese maestro tenía razón. Todo lo que hago en la actualidad está ligado a mi propósito en la vida, en la actualidad soy el encargado nacional de Cuidado Pastoral para Pastores en mi denominación en Chile, tengo un ministerio internacional de conferencias, clases y seminarios concernientes al desarrollo personal y liderazgo, además escribo libros (tengo 9 publicados y un décimo en camino) que ayudan a las personas a crecer en su interior y me dedico a mentorear personas por medio de mis programas de mentoring y coaching; por si fuera poco escribo a diario devocionales de madrugada para mi comunidad virtual en las RRSS los cuales, según me han dicho, han dado la vuelta al mundo.

Dios, por medio de su profeta Isaías, dijo: ‘Para gloria mía los he creado’ (Isaías 43:7). Ciertamente que así es, somos creación de Dios y nuestro principal propósito en este mundo es darle gloria (dejar Su nombre bien en alto), pero… ¿cómo haremos esto? Descubriendo cómo darle gloria. En mi caso -y lo vuelvo a mencionar solo para dar un ejemplo-, le doy gloria ‘ayudando a las personas a mejorar sus vidas’. ¿Y cómo mejoro sus vidas? Guiándolas hacia Dios. ¿De qué forma o por qué medio las guío hacia el Señor? Por medio de todo lo que hago: charlas, clases, mentorías, libros, devocionales, cuidado pastoral, consejerías. Y eso me da dos cosas: 1) Plenitud y, 2) La forma de ganarme la vida.

Hoy ruego a Dios les ayude a encontrar el propósito en sus vidas, pues el saber que fuimos hechos ‘para gloria suya’ no es suficiente, hay que seguir escarbando porque la respuesta, al igual que un tesoro, está en lo profundo esperando a quienes saben buscar sin desmayar.

Fuente:
Pastor Gabriel Gil

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba