Escrituras Diversas de Presencia de Dios. Dios le dijo a Moisés: mi presencia irá contigo y te daré descanso. (Ex. 33:14), Moisés respondió: si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí (33:15). Por el resplandor de su presencia se encendieron carbones ardientes (2 Sam. 22:13).
En los días temprano de la era de los profetas Elías y Eliseo dicen: vive Jehová en cuya presencia estoy (2 R. 5:16). Vive Jehová en cuya presencia estoy (2 R. 3:14). Job dice: pero si el determina una cosa, ¿Quién lo hará cambiar? Su alma deseó e hizo. Acabará lo que ha determinado para mí. Por lo cual, yo me espanto en su presencia; cuando lo considero tiemblo a causa de él. (Job 23:13-15). Y el salmista: En tu presencia hay plenitud de gozo, deléite a tu diestra para siempre (Sal. 16:10).
Dice del justo: Porque lo has bendecido para siempre; lo llenaste de alegría con tu presencia (Sal. 21:6). Venid ante su presencia con regocijo (Sal. 100:2). Tu presencia supliqué de todo corazón (Sal. 119:58). No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo espíritu (Sal. 51:11). Los rectos morarán en tu presencia. (Sal. 140:13). El rey Darío dice; Teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel (Dan. 6:26). Desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras (Dan. 10:12). El Señor Jesús a Bartimeo, mandó a traerle a su presencia (Lc. 18:40). Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio (de descanso, de paz y sosiego). La presencia de Dios está mas allá que atmósfera humana porque toca, ministra y transforma las fibras del corazón. Consecuencias que no produce la atmósfera creada por los hombres.
El sabio Salomón dice: Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie: y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios porque no saben que hacen mal. (Ecl. 5:1). El predicador recuerda que no basta con ofrecer sacrificio de animales, lo realmente valioso es que todo el que viene a la casa de Dios tenga la disposición de obedecerle. (Sal. 15:22, Sal. 40:6, Pr. 15:8, Os. 6:6, Am. 5:21-24 y Miq. 6:6-8).
Preparación de Atmósfera Humana
Una atmósfera constituye la resultante de los elementos y circunstancias que están presentes en un lugar determinado, un condicionante absolutamente humano.
El caso de Haina, en nuestro país: según el almanaque mundial actual, es la comunidad o ciudad que ocupa el 10mo. Lugar en el mundo, como el sitio con atmósfera contaminada y tóxica., por causa de las empresas que producen desechos químicos, sin control de medio ambiente, dichos desechos son expuestos en ríos, van al aire y produce que se respire un aire viciado, la gente se enferma mucho, sufren los niños (siempre vulnerables), y se mueren antes de tiempo, porque los cuerpos absorben todo ese veneno. (Eso es en el mundo físico).
En el mundo espiritual una iglesia puede tener un templo bien preparado y lo que es necesario, para lo que se entiende entre los hombres “una buena liturgia”. Tales como, buenos equipos de sonido y nuevos (que son necesarios), buenos músicos, con muchos estudios y grados musicales, muy profesionales, dedicados a la música, que toquen muy bien afinado, con muchas habilidades y destrezas.
Un buen ministerio de adoración, maravillosos cánticos, buena entonación, afinación y armonía delicada, cánticos que suenen como mil violines al oído y el público presente entre espectadores y adoradores, mucha reverencia, pero nadie habla algo, muy importante. De todo esto se desprende que hay un buen ambiente, una buena atmosfera, las letras de los cánticos se pueden leer en las pantallas. Todo está en el punto. Hay buena tecnología, buenos músicos, buenos cantores con voces fuertes, claras, bellas y con gran entonación. Buenos oradores en la exposición de la palabra de Dios, con ministración muy aceptable.
La atmósfera puede constituirse en un evento repetitivo sin producción de cambios, enajenada de tocar a profundidad elementos espirituales vinculados al reino de las tinieblas. Pero la presencia del Señor eclipsa poderes extraños escondidos en la disposición de la atmósfera humana. (Mc. 1:21-28).
El Espíritu Santo en el Culto Público
El verdadero sentido y esencia de estar en la presencia de Dios, es entrar en unidad, compañerismo y asociación con el Espíritu Santo, para ser transformados en su presencia. La atmósfera afecta los sentidos, enerva las emociones, pero la presencia de Dios ministra lo interno cuando el Señor vive su vida en nosotros.
Ahora bien, el Espíritu Santo operando en la unidad de los creyentes, es más que un ambiente creado, más que un ambiente producido, más que una atmósfera preparada. El Espíritu Santo no es una metodología, implica en su mover una revelación revelada al creyente. Significa que el ambiente y la atmósfera debe ser un resultante de la presencia de Dios, no un sustituto. La atmósfera no produce creyentes obedientes a Dios, pero su presencia sí. La prioridad la tiene la presencia manifestada de la cual se deriva el orden y el accionar de la liturgia.
Una atmósfera con un escenario de excelencia, resultante de la preparación y creatividad humana es importante, pero muy secundario ante “La presencia de Dios”, que va más allá de una atmósfera creada, vinculada a los sentidos humanos.
La presencia de Dios es mas que una función de excelencia, es más que humo, es más que fuegos artificiales, es más que gritos sin consagración, es más que bullicios vacíos, es más que emociones y sentimientos, es más que lágrimas y engranojos, es más que alegría manifiesta, es más que danzas, es más que sonido de instrumentos musicales, es más que enseres nuevos en la liturgia, es más que arte.
La presencia de Dios es invisible, sin embargo estremece la tricotomía del hombre (cuerpo, alma y espíritu), la presencia de Dios es espiritual, opera en el hombre interior primero. Es activa, sutil, gratificante, transformadora del ser, es presencia de descanso al alma, de paz al corazón, que produce despertamiento y vida al espíritu del creyente. Es lo imprescindible, el Dios infinito, inmenso y soberano dentro y fuera del creyente activado en un mover de hermosura y sobrenaturalidad. Su presencia guía nuestro ser a su santidad solemne, a su justicia eterna, a una obediencia incondicional, a un servicio voluntario y de gozo.
Su presencia nos llama al orden de Dios, a honrar su voluntad, su presencia nos llama al regocijo, al júbilo, a la danza a la fiesta del espíritu, al banquete del reino, pero también al sacrificio, la negación de sí mismo, a rendir nuestra voluntad, sentimientos, emociones y sueños. Su presencia vive y se manifiesta fuera del tiempo de los hombres, no es un mover desesperado, el Espíritu Santo no tiene prisa, tiene su modo, estilo y manera en su mover. Nadie lo está esperando, pues su omnipresencia todo lo suple en los santos.
Honramos al Señor por esa presencia maravillosa del Espíritu Santo que por gracia nos ha llegado por su triunfo en la obra de redención. Le amamos y le exaltamos en la majestad de su señorío y en el día de su poder por lo que él es.
Muchos pasajes de las Sagradas Escrituras avalan el carácter imprescindible de la presencia de Dios en nuestras vidas, separándola de la atmósfera creada por los hombres en una estancia determinada. La presencia de Dios satisface todas nuestras necesidades y transforma todo nuestro ser, pero la atmósfera creada es percibida por los sentidos y solo mueve las emociones. ¡Que el Espíritu de Dios, nos dé la visión y el entendimiento para discernir entre presencia de Dios y atmósfera puramente humana! Dios te bendiga ricamente, Gracias y Paz.