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Porque Dios lo dijo

El apóstol Pablo dice que nos presentemos delante de Dios como sacrificio vivo, que es nuestro culto racional.  Para ti es inteligente presentar tu cuerpo delante de Dios, pero tienes que renovar tus pensamientos, tu mente, para que puedas comprobar la buena, la agradable, la perfecta voluntad de Dios porque la buena, agradable, perfecta voluntad de Dios no se experimenta por el cuerpo, sino por una relación con Dios, cuando tu mente es transformada por lo que Dios ha dicho de ti.  Entonces, la pregunta que nos tenemos que hacer es cómo es que la tentación comienza a trabajar en la vida de una persona.

Hay tres cosas que el enemigo siempre va a tratar de hacer:

  1. Alejar tu mente de Dios, o que tu mente te aleje de Dios.  Lo primero que el enemigo va a hacer es que tu mente se aleje de Dios.  Comienza a bombardear.  En una relación matrimonial, por ejemplo, antes de que el cuerpo se vaya, primero se van la mente y el corazón.  El hombre está sentado en la mesa, pero está pensando en otra cosa.  Antes que una persona se vaya de la iglesia, primero se van los diezmos.  Lo último que se convierte en la vida de una persona es el bolsillo; y esto es lo primero que se va.  Y tan pronto el dinero se va, eventualmente, la persona también.  Puede seguir asistiendo porque todavía no ha encontrado otro lugar, pero se fue ya el bolsillo.  Lo mismo pasa con una pareja, y en tu relación con Dios.  Tus hijos no se van primero físicamente de tu casa; primero se van mental y emocionalmente.  Comienzan el juego mental de que están mejor en otro lugar, que allá les va a ir mejor, y la mente comienza a irse allá.
  2. Va a procurar que tengas emociones intensas.  Se va tu mente a otro sitio.  Una persona casada, por ejemplo, y de momento un día está con una persona en la calle, y esa persona lo toca y siente una energía que no siente en la casa.  Ahora se combina con la mente en otro lugar, más esa emoción intensa.  Lo mismo pasa con tus hijos; tienen la mente en otro lugar, y de momento un amigo o amiga le provee una emoción intensa; la emoción de la rebeldía, de hacer algo oculto, escondido, de que están desafiando.  Y esa emoción intensa, que no es positiva o negativa, crea unas conexiones neuróticas en la mente, que luego lo quiere volver a vivir, y le lleva al tercer nivel.
  3. Comienzan a torcerse los deseos por completo.  Ahora se vuelve una mezcolanza entre a quién le agradas y a quién no, lo que deseas, lo que no; lo que quieres y lo que no.  Piensas que la otra quiere lo mejor para ti; la mujer tuya, no; pero la otra sí.  Piensas que el mundo quiere lo mejor para ti, que tu amigo quiere mejor para ti que tus padres.  Y ahí es donde te desconectas; cuando tu mente comienza a alejarse de Dios, a despegarse de Él, cuando cualquier cosa que pasa en tu vida te hace a ti despegarte de Dios.  Por eso es que el enemigo siempre te pone una dificultad, para que tú pienses: ¿por qué me pasa esto?  ¿Por qué Dios permite esto?  Lo que está tratando es que tu mente se desconecte.  La pandemia ha hecho que muchos se desconecten de Dios, cuestionando por qué Dios permitió que pasara esto.  Así que, te alejas de Dios, y cuando se mezclan esas emociones intensas, ahora el deseo cambia.  Ahora todo es dañino, lo que hay dentro de ti son deseos que no son cónsonos con lo que Dios quiere para tu vida.

Esto le pasó a David.  Siendo rey, se quedó en su casa; el hombre que tenía que estar con su mente en la guerra, se queda en la casa.  Y cuando se queda en la casa, abre la ventana y ve una mujer, y siente emociones intensas que no había sentido por mucho tiempo.  La esposa que tenía era una sinvergüenza, pero eso tampoco le daba derecho a él a hacer lo que hizo.  Y entonces ahora se acuesta con esta mujer, la embaraza, y en vez de aceptar el pecado, mata al marido.  Con todo y eso, eventualmente, Dios tornó todo en bendición porque Dios es experto en eso; pero no deja de haberle causado a David las peores tragedias de su vida, los peores dolores, solo porque el proceso lo fue llevando poco a poco fuera.

Que tu mente nunca se aleje de Dios.  Que tus emociones intensas nunca las tengas afuera, y que tus deseos siempre se mantengan en línea con Dios.

¿Cuál debe ser nuestra meta entonces?  Tu meta como cristiano debe ser que tu voluntad, tu fuerza de voluntad, esté empoderada.  Si hay algo poderoso que el cristiano puede tener es su fuerza de voluntad, empoderada por la palabra de Dios.  ¿Por qué esto es tan importante?  Porque hay dos cosas que tu voluntad te ayuda a mantener en balance.

En la vida hay dos tipos de personas: los que siguen reglas y los que no; siguen las cosas correctas o no las siguen.  De estas, hay personas que son disciplinadas por carácter; en otras palabras, no tienen que ser cristianos para no robar, para no adulterar.  Hay gente en esta sociedad que no es cristiana, pero no adulteran porque fueron instruidos, enseñados para no adulterar, para no robar, para no matar, y tienen el carácter y la disciplina para hacerlo.  Hay gente que tiene el carácter para hacer ejercicio, otros, para la lectura; leen porque son disciplinados para leer, porque en su carácter, están disciplinados para leer.  Así que hay cosas que tú haces por carácter, por algo interno.  Hay otras, que tienes que hacerlas por emoción; y si la emoción no es intensa, no te mueves a hacerlo.  Por eso es que hay gente que siempre necesita que el Espíritu Santo los toque y los mueva para ellos portarse bien; son gente que necesitan emociones intensas.  Por eso es que hay diferentes estilos de predicación; porque hay quienes necesitan que les griten el mensaje para que les llegue.  Hay gente que, si no es así, no funcionan.  Tus hijos, por ejemplo.  Entonces, si no hay emoción, no te mueves a hacer algo.  El problema es que, si no te emociona servir a Dios, ir a la iglesia, alabar, cantar, necesitas que te toque, que te mueva, que pase algo extraordinario, que se muevan las emociones para que tú te vayas tranquilo, diciendo: ahí se sintió Dios.  No es que esté mal, pero tienes que saber que eso no siempre lo vas a tener.  En realidad, en la vida no siempre te vas a poder mover por emociones; y tienes que saber que si todo lo haces por emociones, eres una jaba sin sal; porque el que todo lo que hace es por disciplina interna, es una jaba sin sal; nada le motiva, nada le mueve, nada le importa; hace lo que tiene que hacer porque tiene que hacerlo; y la gente se mueve en esos dos extremos complicados.

Esos dos extremos son complicados porque el que se mueve solo por la disciplina interna que podemos llamar carácter, se vuelve religioso y se frustra con los demás; porque tú quieres que los demás caminen como tú, que vivan como tú, y tú no puedes entender cómo ellos no hacen las cosas como tú las haces, sin ningún motivo.  Tú las haces porque tienes que hacerlas, y te frustras porque los otros no.  Entonces, tú quieres ser religioso, que la gente se vista de una manera, actúe de una manera, camine de una forma, y eso es lo único que te proyecta a ti que tiene disciplina.  Por otro lado, tienes los otros, que todo es por emoción; si nada les apasiona, nada les mueve, nada van a hacer.  ¿Cuál es el balance?  La fuerza de voluntad empoderada por la palabra de Dios.  Que cuando tu carácter es débil, haces lo que tienes que hacer, no porque lo sientas, sino porque Dios dice que lo hagas; y cuando tus emociones son débiles y no sientes hacerlo, lo haces porque Dios dice que lo hagas.  Esa es la clave.

Si tú quieres vencer la tentación, tú tienes que empoderar la fuerza de voluntad por la palabra de Dios.  Tú tienes que hacer lo que el salmista decía en el libro de Salmos, 103:

Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. 2 Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.”  Salmos 103:1-2

No es si tú quieres, no es si tú deseas, si crees que es correcto; es que tú vas a bendecir, lo vas a hacer, le das la orden a tu alma de que lo tiene que hacer porque eso es lo que Dios ha dicho que tú vas a hacer y eso es lo que Él ha hecho por ti.  Lo sientas o no lo sientas, lo quieras o no lo quieras hacer, es lo que Dios ha dicho que tienes que hacer.

Fuente:
Pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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