Con profunda preocupación y un llamado a la acción. En estos tiempos turbulentos, nos encontramos frente a una dolorosa realidad: la falta de respeto y reverencia en los altares de adoración a nuestro Dios. Es hora de despertar y tomar medidas. Se expresa el Presidente y Pastor del Ministerio Batalla de la Fe.
¿No es curioso que cuando somos invitados a encuentros con presidentes, foros internacionales o entrevistas para posiciones gerenciales, nos vestimos con respeto y elegancia? Sin embargo, ¿por qué descuidamos esa misma consideración en la Casa de Dios? ¡Basta ya de esta contradicción! Dijo.
Nos encontramos cansados de presenciar cómo algunos apóstoles, profetas y hasta grupos musicales y artistas exhiben una actitud irreverente ante la solemnidad del altar de adoración. Parecen haber confundido la casa de Dios con cualquier otro lugar mundano. Pero, ¿no debería ser diferente en el hogar del Todopoderoso?
Queremos anunciar al pueblo de Dios, hacerun cambio significativo a partir de este momento. Nosotros, enfatizó el Pastor Ezequiel Molina,hemos decidido fortalecer nuestro celo por la Casa de Dios. Esta determinación no se limitará solo a los confines de la iglesia, sino que abarcará cada actividad que esté bajo nuestra responsabilidad. Es momento de actuar.
Advertimos que no permitiremos que los irreverentes suban al altar. Incluso estamos dispuestos a prescindir de sus espectáculos si no muestran respeto. Ha llegado el tiempo de poner fin a la tolerancia con la banalidad y la falta de reverencia en el lugar más sagrado para nosotros: el altar de la Casa de Dios. Expresó el Presidente del Ministerio La Batalla de la Fe.
¡Llamamos a todos los creyentes a unirse a esta causa! Juntos, busquemos restaurar la sagrada reverencia que merece nuestro SeñorJesucristo. Es momento de que la adoración refleje la grandeza de Aquel a quien servimos. Hagamos del altar de nuestra Casa de Adoración un lugar verdaderamente sagrado, apartado del mundo profano.Puntualizó el Pastor.
¡Levántate, pueblo cristiano! No permitamos que la solemnidad se pierda. Demostremos al mundo que adoramos a un Dios vivo, digno de nuestra máxima reverencia. La transformación comienza en nuestras manos. Termina expresando Ezequel Molina Rosario.