Algunas enseñanzas de la Biblia que con frecuencia han sido ridiculizadas o malinterpretadas son las que tienen que ver con el fin del mundo. Es probable que la forma insistente y a veces exagerada en que algunos creyentes se refieren a los últimos tiempos y el énfasis desmedido en las profecías apocalípticas haya ayudado a crear cierto rechazo hacia dichas verdades bíblicas.
¿Enseña la Palabra de Dios que un día todo terminará? Muchas porciones bíblicas presentan diferentes facetas del fin de los tiempos. Probablemente el error de muchos es insistir en detalles y fechas y no en el gran cuadro que solo puede vislumbrarse si se logra un conocimiento general y profundo de las Escrituras. No obstante, hay un pasaje que de cierta manera resume todo y además presenta una forma de vivir para prepararnos a esos eventos: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10). No necesitamos entrar en pormenores ni hacer un estudio explicativo de cómo serán esos acontecimientos. Siempre ha habido diferentes opiniones. Lo cierto es que, aunque no sabemos cuándo, la Biblia enseña claramente que un día todo tendrá su fin.
Para mí, lo más primordial del pasaje citado en el párrafo anterior viene después: “Puesto que todas estas cosas han de ser desechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para el día de Dios!” (2 Pedro 3:11).
No debemos tener temor al fin del mundo ni a ninguno de los acontecimientos a los cuales la Biblia llama el día de la ira, el día del Señor o el día de Dios. Independientemente de cuánto ocurra en ese día o la magnitud de esos acontecimientos, hay una realidad en nuestras vidas, en el plano personal, que debemos afrontar: ¡No siempre estaremos tú y yo en la tierra! ¿Lo has pensado? A cada uno de nosotros nos llega un día final que tampoco podemos predecir.
Ignoro si estaré vivo el día que en Cristo venga, pero sí sé que un día me iré de este mundo. Estamos aquí de paso. Lo más importante, pues, es vivir una vida piadosa porque ello no solo es bueno para nosotros, sino para todos los que nos rodean. El día que tú no estés, ¿qué recuerdo tendrán las personas de tu paso por la tierra?
Vive de tal manera que tus familiares y amigos puedan recordarte con gratitud, porque el mundo y sus propias vidas, fueron mejores gracias a tu influencia y tu presencia entre ellos.
¡Dios les bendiga!