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¡No tengas temor de reconocer que tienes temor!

Mucha gente sufre porque prefieren hacer las cosas por su propia cuenta. Buscan a Dios como último recurso. No se llevan de consejo, y no buscan sabiduría de parte de Él. Se empecinan en hacer las cosas a su manera, empleando sus propios recursos inadecuados.

Como podemos ver en la Biblia, el mismo rey Josafat en ocasiones cometió el error de depender demasiado de su propio razonamiento, con consecuencias funestas. En este caso, el mismo carácter desesperado de la situación obligó a Josafat a ir directamente al trono de Dios para pedir ayuda y recibir sabiduría. El versículo 3 nos informa: “Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová”… ¡No tengas temor de reconocer que tienes temor!

En nuestro país tenemos un dicho: “Mejor que digan, ‘Aquí corrió’, que, ‘Aquí murió’”. El sabio Salomón lo dice de una manera aún más gráfica: “Porque mejor es perro vivo que león muerto” (Ecl 9:4). Muchas veces, resulta mucho mejor reconocer que tienes miedo, y que no sabes qué hacer. Mejor es buscar ayuda de parte de Dios o de otros, que insistir en sacar agua de tu propio pozo seco con recursos que en realidad no posees.

Hay situaciones en la vida que requieren pedirle al Señor sabiduría. El Apóstol Santiago dice en Santiago capítulo 1, “Si alguno tiene falta de sabiduría”— ¿Qué debe hacer?— “Pídala a Dios, el cual da abundantemente, y sin reproche, y le será dada”. Lo primero que yo busco cuando tengo necesidad o una tarea difícil en mi vida es pedir ayuda: “Señor, dame sabiduría; dame la estrategia”.

Yo creo en un Dios que habla, un Dios que ilumina, que nos dice por dónde tenemos que caminar. Dios promete en Salmos 32:8, “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar”.

El Espíritu Santo es el Instructor por excelencia. Dice la Biblia que él nos llevará hacia toda verdad. Cree, pídele al Señor sabiduría, y humíllate. ¡Pídele con fe, creyendo esa promesa de que Él te dará abundantemente lo que le pides! Dile, “Señor, la verdad es que yo no tengo lo que necesito. Mis manos están vacías. Tengo que dar a luz y me he quedado sin fuerzas”. Dios no permitirá que quedes en vergüenza. El mismo nos llama a confiar en El: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía” (Sal 37: 5, 6).

Fuente:
predica.org

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