Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo[a] aquel día. Juan 5:1-9
El encuentro de Jesús con ese paralitico que tenía 38 años de estar enfermo, sin poder moverse, ya sin ninguna esperanza nos da muchas lecciones a cada uno de nosotros que estamos también esperando nuestro milagro, que también estamos esperando que el poder de Dios se manifieste en nuestra vida.
Veamos algunas de las enseñanzas que este pasaje trae a nuestra vida para luego entrar en la enseñanza principal que el Señor quiere darnos a cad uno de nosotros, para nuestra vida cristiana.
PRIMERA LECCIÓN: BUSQUEMOS LA CASA DE MISERICORDIA NO LA CASA DE MISERIA (VS 1-2)
Betesda significa casa de misericordia y en ese estanque estaban todos los que necesitaban un milagro en su vida.
Lastimosamente muchas personas en lugar de venir a la casa de misericordia que es la iglesia de Cristo, el lugar donde está el poder de Dios disponible para cada creyente, nos vamos a casas de miseria, es decir vamos a buscar donde no hay, la única casa de misericordia para nuestra vida es donde el Dios de misericordia espera por nosotros: en su iglesia.
SEGUNDA LECCIÓN: EL SEÑOR NO ES INDIFERENTE A NUESTRA NECESIDAD(VS 3-6)
Que preciosas palabras: Jesús lo vio acostado… quizás cientos de personas habían pasado indiferentes al lado del paralitico, sin verlo o sin quererlo ver, pero Jesús lo vio… Jesús no fue indiferente a su dolor, a su abandono, él lo vio.
Posiblemente ni siquiera el paralitico había visto a Jesús, pero Jesús ya había puesto sus ojos en el para bien, al igual que muchos de nosotros quizás nos sentimos temerosos porque no vemos a Jesús, pero él está a nuestro lado, el conoce perfectamente nuestro dolor.
Muchas veces a causa de las dificultades que estamos viviendo nos sentimos abandonados, parecería que Jesús no esta con nosotros, pero podemos estar seguros de que sus ojos están mirándonos con amor.
PERO VEAMOS LA LECCIÓN PRINCIPAL DE ESTE MENSAJE: NO TE OLVIDES DE TU LECHO (VS 8-9)
¿Qué significa para nosotros: ¿Toma tu lecho? significa nunca te olvides de donde te levanto el señor.
La única utilidad de nuestro pasado es para motivarnos a no volver atrás en nuestra vida.
Pensemos por un momento: ¿cómo seria la condición de inmundicia de ese lecho? ¿cuánta suciedad debe haber tenido ese lecho?, ¿Qué mal olor debe haber despedido ese lecho?, entonces ¿Porque el Señor le dijo que tomara su lecho?
¿No sería lo más lógico nunca mas querer ver ese lecho en el cual posiblemente había estado postrado durante 38 años?
La respuesta la encontramos en el vs 13 y 14: el lecho le serviría al hombre para que cada vez que la tentación viniera a su vida, cada vez que el pecado tocara la puerta de su mente, pudiera poner sus ojos en ese lecho lleno de inmundicia y poder tomar la decisión : ¡no vuelvo atrás!
Cada uno de nosotros tenemos nuestro propio lecho, ese lecho es nuestro pasado lejos de Dios, nuestra vida sin Cristo, la inmundicia de nuestro vicio, la vergüenza de nuestro adulterio, de nuestra mundanalidad y que ese lecho nos ayude a nunca volver atrás.
Que nunca se nos olvide de donde nos rescató el Señor, que nunca se nos olvide el lecho de donde su misericordiosa mano nos levantó, querido hermano ¡no te olvides de tu lecho!