Articulos

Mis caminos no son vuestros caminos, ni Mis pensamientos vuestros pensamientos

Dios toma la vida de Naamán y la lleva a través de un proceso. Dios no solamente quiere sanar a este hombre noble e influyente sino que también quiere hacer otras cosas en la vida de él, quiere tratar con él y por eso vemos que lo somete a este tratamiento.

El profeta Eliseo discierne este orgullo, esta arrogancia secular que trae Naamán y esta expectativa de ser tratado de una forma preferencial, y especial porque es el gran general representante de toda una nación poderosa, y quiere enseñarle a Naamán que Dios es el Señor de toda la Tierra, y que cualquiera que se acerque a Él tiene que acercarse con humildad, y con sencillez de corazón.

Y por eso el profeta Eliseo discerniendo esa situación trata a Naamán en esta forma distante y ni siquiera lo recibe personalmente sino que envía a uno de sus siervos para que le dé las instrucciones de ir y zambullirse siete veces en el Jordán, y hemos visto la reacción arrogante y petulante digamos, irritable de Naamán que se ofende primero por el tratamiento distante que se le da, y en segundo lugar por esta receta un poco insultante, y que no es lo que él espera; él esperaba un tratamiento así glorioso y que Dios iba a hacer algo perfectamente elegante y dramático, conveniente para su estado social-militar, pero en vez de eso le dice simplemente: vete al río y zambúllete siete veces.

Y vemos aquí que Dios está quebrantando a Naamán. Vemos aquí que muchas veces nosotros para poder recibir de Dios tenemos que ser humillados y quebrantados, y primero someternos al trato de Dios. Muchas veces cuando primer somos debilitados Dios puede hacer las cosas que quiere hacer en nuestras vidas.

Vemos ese razonamiento interesante de Naamán que indica ¿no? donde él está y lo que es la razón humana muchas veces, y lo diferentes que son los sistemas de Dios y los métodos de Dios a lo que la razón espera.

Él dice: «Yo esperaba que el varón de Dios saldría, invocaría el Nombre de Jehová, su Dios, alzaría su mano y tocaría el lugar, y sanaría la lepra» expectativa de algo así glorioso y dramático ¿no?

Y entonces dice: «Abana y Farfar, ríos de Damasco ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? si me lavare en ellos ¿no seré también limpio?» Es decir, está razonando: bueno si Dios me va a sanar ¿no lo hubiera podido hacer en mi propia tierra natal en unos ríos más grandes y más abundantes?

Es cierto, si hoy en día uno va a Israel y visita el río Jordán como muchos de nosotros hemos hecho en esos viajes de Israel, a veces nos sentimos decepcionados porque, muchas veces la gente se bautiza en el río Jordán en Israel; es prácticamente un riachuelo, una cosa pequeña y uno como que, acostumbrado a leer sobre el río Jordán donde el Señor se movió, y tantos milagros que hizo allí en el Antiguo Testamento, el pueblo de Dios y los profetas, uno piensa como que es un río grandísimo y poderoso pero es en realidad un río bastante humilde y pequeño.

Entonces Naamán reacciona a eso y se siente como que ¿por qué tengo yo que someterme a este riachuelito aquí para que Dios haga el milagro que tiene que hacer si lo hubiera podido hacer en un río más elegante y más grande, no?

Hermanos: muchas veces vemos que las formas en que Dios se mueve en nuestras vidas son formas humildes y sencillas. El Señor Jesucristo, me imagino que habría caminado hoy en día por una ciudad de estas grandes de Estados Unidos, una de esas calles, la Quinta Avenida o una de estas grandes calles en esta nación y si la gente lo hubiera visto, lo hubiera pasado de largo como algo insignificante.

Dice la Biblia que el Señor era sin atractivo para que lo deseáramos, un hombre de apariencia humilde y sencilla como tantos otros de los hombres de Dios y las mujeres de Dios, que no necesariamente son esas personas vistosas, impresionantes físicamente que uno espera sino personas comunes y corrientes. A Dios le encanta usar medios sencillos y humildes para llevar a cabo Sus grandes milagros.

Y ¿cuántas veces somos nosotros tentados, aún cristianos experimentados de mirar solamente la apariencia externa, y pensar que porque una persona es impresionante o atractiva, o porque habla muy bien, o es elocuente que ya pues, ¡ah! esta es la persona que yo quiero que me pastoree o que me dé una Palabra de Dios, cuando muchas veces Dios quiere usar a alguien como David por ejemplo, que cuando el profeta Samuel va a escoger el nuevo rey que Dios ha determinado para Israel, el papá de David le trae todos los demás hermanos de David que son grandes y fuertes, y poderosos, y guerreros, y se olvida ni siquiera que David, el pequeño David está por allá atendiendo las ovejas hasta que Dios rechaza uno tras otro de los hermanos de David.

Y finalmente Samuel le pregunta al papá de David: óyeme ¿no hay otro más por allí? porque Dios no ha aprobado ninguno de estos, y el papá de David le dice: ah sí, bueno tenemos ahí otro hijito pero es pequeño, es joven pero no promete mucho, no creemos que ese sea. Y cuando viene David ese es el que Dios ha escogido. Dice la Biblia que Dios no mira la apariencia externa sino que mira el corazón, y eso es algo que vemos continuamente en la vida cristiana.

A Dios no le interesan los pedigrees académicos ni las grandes credenciales que muchas veces la gente busca, la gente que sirve al Señor. Dios quiere un corazón, el tamaño de tu corazón. Dios quiere la forma de tu corazón, la calidad de tu carácter, de tu persona, no tanto la corteza externa. Y Dios puede usar al que le dé la gana, una Iglesita pequeñita Dios la puede usar para hacer Sus grandes milagros y Sus grandes cosas.

Hoy en día nosotros tendemos como a glorificar lo grande; las iglesias grandes, los ministerios grandes, las personas que hacen esto, hacen lo otro, que aparentan mucho y a Dios no le interesan ninguna de esas cosas. Dios está buscando el corazón perfecto para mostrar Su favor dice, para mostrar Su favor para con la gente de corazón perfecto.

Entonces Naamán razonando como hombre piensa: este río no es un lugar adecuado para que se dé un milagro como el que yo necesito ni este tratamiento que yo he recibido tampoco es el tratamiento que yo amerito, pero esa es la razón humana. Muchas veces Dios humilla la razón y escandaliza la razón, y la metodología del mundo para abrirnos a los métodos de la fe. Tenemos que pedirle al Señor que cambie nuestra forma de razonar muchas veces y nuestras expectativas de cómo Dios debe obrar.

Y entonces al hacernos sencillos, tiernos, humildes, sencillos, abiertos a lo que Dios quiera, dice la Biblia que la locura de Dios es más sabia que la locura de los hombres. Entonces los cristianos que queremos ver el poder de Dios en nuestras vidas tenemos que aprender a pensar de una manera completamente diferente, y esto es lo que vemos aquí, que Dios estaba dejando un mensaje para generaciones futuras también, no solamente para Naamán porque este texto fue escrito para nosotros también.

Y diciendo: «Mis caminos no son vuestros caminos, ni mis pensamientos vuestros pensamientos.» Yo creo que esa es una consideración que todo hombre o mujer de Dios, que quiera ser usado por Dios debe usar como un texto referencial en toda su vida. Tenemos que estar abiertos a lo que Dios quiera y tener una mente que razone como razona el Espíritu de Dios y como se razona en el Reino de Dios para que Dios pueda hacer Sus grandes Obras en nuestra vida.

Fuente:
predicas

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba