Debemos iniciar por un reconocimiento: todos tenemos el inmigrante en nuestro árbol genealógico. Por miles de años, el hombre, ora por hambre, ora por mejores perspectivas, dejaba su mundo conocido y se aventuraba a terras incognitas, es decir, mundos desconocidos, donde muchas veces reconstruia su vida de cero.
Pensemos en un judio que se asentaba en Argentina, o un ruso en Nueva York. Para ellos, el llegar a esos parajes donde todo era distinto (lengua, comida, religión), era como viajar a la luna. Pero se acoplaban e integraban a esas sociedades, y hoy, sus hijos y nietos, son ciudadanos ejemplares en esos países.
Las américas está llena de casos así, de inmigrantes que con dos manos y un sueño crecieron y dejaron descendencia valiosa. Pero, debemos recordar que los distintos países tienen derecho a regular quienes, como y cuanto pueden establecerse y formar parte de su población.
En nuestro país tenemos que tomar conciencia de dicha realidad. Tenemos una población de inmigrantes relativamente grande que no está regularizada, y eso no ayuda ni a esos seres humanos, que quedan al margen de toda posibilidad de realización personal, como a nosotros, que no podemos aprovechar a esos recursos humanos. También, dentro de esa migración, hay elementos que a nosotros, el país receptor, no nos interesa, o simplemente consideramos que no nos aporta. Si no cumplen con los requisitos, deben ser deportados.
¿Qué debemos hacer? Planes de regularización, con facilidad para los inmigrantes que demuestren estudios superiores, y para familias jóvenes que tengan hijos o que puedan tener y que ambos sean profesionales. puede consignarse una cuota para trabajo fabril, construcción y obrero, pero el resto debe de ser deportado.
Recordemos que muchos inmigrantes pueden conseguir documentación válida y legítima, y por ende, asumir un proceso de residencia como establece las leyes de la materia migratoria, por los que los afectados, son, relativamente, una minoría.
Todos los países deciden quiénes entran y quiénes salen, quién se queda y quién no. ¿Por qué nuestro país no puede hacer uso de su soberanía?. Espero que nuestras autoridades y las fuerzas vivas de la sociedad se unan y planifiquen la actuación con respecto a este tema vital.