La esperanza está frente a frente a la nada y la impotencia del hombre sobre el poder de Dios. Antiguamente muchos de nosotros buscamos agua en envases recorriendo kilometros y no encontrabamos nada; estuvimos sedientos, con la lengua reseca de sed, parecía un desierto, no dimos con agua porque sencillamente no había nada. Hoy puede ser la expresión en la impotencia de muchos de nosotros, esta situación tiene solución, porque Dios promete no desamparar a su pueblo.
En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca. Is 41:18 La intención de Dios será en transformar el desierto en un verdadero paraíso, provocando vida donde no había. Entonces, la medida de la esperanza está en proporción a la medida del poder de Dios; pero como para Jehová nada hay imposible la esperanza no tiene límites. Una acción divina en transformar el desierto en paraíso es tan sobrenatural que todo el que la vea no tendrá más remedio que reconocer que la mano del Señor lo ha hecho, que el Santo de Israel lo ha creado… Aleluya!!!
La palabra de Dios nos pregunta una vez más hasta dónde llega nuestra esperanza. Dios no pone simples curas pasajeras, lo propio de su acción es crear, levantar algo enteramente nuevo, hacer surgir vida donde no existía. Ahora bien, ¿hasta dónde espero? nuestra esperanza no debe tener límites. Pues es precisamente nuestra falta de esperanza y fe la que pone frenos al poder sobrenatural de Dios… Bendiciones en amor y gracia para este día, Amén.