La sangre es un tejido conectivo líquido, que circula por capilares, venas y arterias de todos los vertebrados. Su color rojo característico es debido a la presencia del pigmento hemoglobínico contenido en sus glóbulos.
La sangre es vida. (Dt. 12:33)
Porque la vida de la carne en la sangre está. (Lv. 17:11,14)
Según la ley, la muerte es la paga del pecado. Para obtener perdón era indispensable sacrificar la vida de un sustituto, prefigurando el sacrificio del calvario (Heb. 9:2)
Las siete fuentes de la sangre de Jesús.
La sangre derramada por su sudor. (Lc. 22:42-44; Mt. 26:37)
Los sufrimientos físicos y espirituales de Cristo comienzan en el Getsemaní. Getsemaní derivado del arameo significa: “Prensa de Aceite”. Nombre del huerto en el monte de los Olivos donde el Señor Jesús se reunía frecuentemente con sus discípulos. Fue ahí que pasó una parte de la noche después de la “última cena o Pascua”, y dónde sufrió una intensa agonía ante la perspectiva de tener que apurar la copa de la ira divina por el pecado.
Su sudor era como “grandes gotas de sangre” (Lc. 22:44). Bajo mucha presión, los pequeños vasos capilares de las glándulas sudoríparas pueden romperse y mezclarse así la sangre con el sudor.
Getsemaní, situado al pie del Monte de los Olivos, es un lugar relevante para el cristianismo, el propio Monte de los Olivos también lo es para los judíos.
El monte de los Olivos es el lugar desde donde Dios comenzará a redimir a los muertos al final de los tiempos. (Zac. 14:14)
La sangre derramada por los golpes (Is. 52:14; Mt. 26:67)
Después del arresto de Jesús por la noche del abandono de sus discípulos, llevan a Jesús ante Caifás y el Concilio judío. Le vendan los ojos, se burlan repetidamente de él, le escupen y lo abofetean.
Jesús fue abofeteado por un alguacil (Jn. 18:22). Según algunos comentaristas dicen que le dieron un bastonazo.
El golpe recibido por el alguacil, en la nariz de Cristo fue capaz de desviarla de su plano normal y de lesionar el cartílago. Aquí debió haber salido abundante sangre. Is. 52:14. Describe el maltrato de Jesús por los judíos y romanos en su juicio y crucifixión.
Sin dudas que la piel de Jesús ya estaba sensible al sudar sangre.
Nuestro señor Jesucristo recibió todos esos golpes, esculpidas y burlas por amor a ti y a mí
La sangre derramada que salió cuando le arrancaron la barba. (Salmos 133:2; Is. 50:6; Ap. 5:9-10)
Mesaban. Arrancar el cabello o la barba con las manos o tirar con fuerza de ellos.
En el Antiguo Testamento si una persona quería humillar a otra le arrancaba los pelos de la barba como falta de respeto. (2 Sam. 10:4-5).
Arrancarle la barba Jesús prácticamente perdió su identidad. Pero en la cruz el restauró su imagen y se convirtió en el rey de reyes, y señor de señores. Salmos 133:2. “El cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón”: la imagen en palabras muestra que la unidad es una bendición rica y abundante ya que es de aceite desbordaba la cabeza y bajaba por la barba.
La sangre derramada por latigazos que desgarraron su espalda (Is. 53:4-5; Mt. 27:26,30)
Durante su camino al monte donde moriría, Jesús recibió 300 fuertes golpes en las costillas con un látigo acabado en bolas de plomo. El camino hasta el Gólgota estuvo lleno de caídas, debido al peso de la Crúz ( la cual pesaba 50 kg o sea 47,740.75 lbrs).
La flagelación hebrea constaba de 39 golpes; en cambio, la Romana lo dejaba a juicio de los verdugos, que evaluaban el número de golpes y el sitio de darlos.
Los judíos castigaban para escarnio y los romanos como forma disuasiva y terminal para un delito. Por lo tanto, a Jesús se le dio un castigo más severo. (Dt. 25:3; 2 Cor. 11:24)
La sangre derramada por la corona de espinas (Mt. 27:28-30; 2 Cor. 10:5)
El manto escarlata – era una capa bien gustada de un oficial o una ropa desechada de la guarda ropa de Herodes, a manera de burla, la púrpura con la que se vestían los reyes.
Una corona de espinas, la palabra griega por “corona” es “Stefanos” y quiere decir “una corona de Victoria”; Aunque tenía la intención para avergonzar y volar con esta corona de espinas, el Señor demostró la victoria de la cruz y de su certidumbre incluso antes de que Jesús realmente muriera.
Una corona tejida de Espinas (llamado “Espinas del vencedor” y la cual crecía hasta seis pulgadas de longitud).
Los soldados se burlaban de él y lo golpeaban en el rostro y en la cabeza, haciendo penetrar las espinas profundamente en el cuero cabelludo.
Su rostro se lleno de sangre a causa de la corona de espinas sobre su cabello.
En el juicio del Gran trono blanco venidero, esos mismos soldados volverán a estar delante de Cristo, y volverán a postrarse a él, pero esta vez, no será en tono burlón.
La sangre derramada por los clavos (Mt. 27:35; Is. 53:11)
Fueron sus manos que los soldados atravesaron para clavarlo a la cruz. Por medio de su sangre derramada por sus manos perforadas con los clavos.
Está preciosa sangre representa la victoria sobre toda iniquidad y pecado. Nos abre caminos hacia una vida llena de rectitud y gratitud al Señor, ya que restaura nuestras vidas y nos muestra la verdad que nos hace libre.
Es la sangre que también sana la Tierra contaminada con nuestras iniquidades (Is. 53:11).
En este sentido, Jesucristo al derramar su sangre por los clavos nos está diciendo que el soporto todo dolor de la humanidad, y este amor incomparable nos debe mantener firmes y tener la convicción de que su pacto no fue en vano y que hay esperanza.
La sangre que salió de su costado cuando fue atravesado por la lanza (Jn. 19:34-36)
La sangre indica la muerte y el agua simboliza la vida que Jesús comunica por el espíritu (Jn. 4:14; 7:37; Heb. 13:12; 1 Jn. 1:7; 5:6-8).
Está sangre preciosa que brotó de su costado, derramó literalmente el espíritu divino y su poder bendito. Nos da la entrada al reino de los cielos y nos conduce al corazón del Señor tal como lo Revela la palabra: (Jn. 19:34-36).
Cuando el Señor nos otorga el privilegio de abrirnos su corazón, entenderemos su absoluta compasión y eso es parte de nuestro propio ser. Así que su sufrimiento en la cruz del Calvario es una muestra plena de su devoción y santidad, venciendo de esta manera el reino de las tinieblas.
Conclusión
Fue por el derramamiento de la sangre de Jesús qué pudo haber salvación para toda la humanidad (1 Cor. 10:16; Ef. 2:13; Heb. 9:14, etc).
Cuando Jesucristo derramó su sangre en la cruz, el entregó su vida por la vida del pecador (Rom. 5:1). Como su vida no tenía pecado y era perfecta delante de Dios, su sangre es de infinito valor y da por resultado la perfecta salvación de todos los que lo aceptan y lo siguen (Col. 1:14; Heb. 9:13-14)