La voz del razonamiento tiene que convertirse en la voz de esperanza. Uno de los problemas más grandes que tiene nuestra sociedad es que a veces decimos las cosas correctas, pero en los momentos incorrectos. Decir lo correcto en el momento incorrecto hace incorrecto lo que en otro momento hubiera sido correcto. Las cosas tienen que tomarse en su contexto. Aunque sea correcto lo que estás diciendo, puedes causar más daño si lo dices en el momento incorrecto.
El tener sabiduría para decir las cosas en el momento correcto, es lo que te da la capacidad de ser luz en medio de las tinieblas, de demostrar tu liderato y tu fe en Dios. Aquel que dice lo que quiere cuando quiere, siempre están en problemas. El apóstol Pablo decía: Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. ¿Qué es de niño? Hablar primero, pensar después, y luego juzgar. Los adultos juzgamos primero, pensamos y luego hablamos. Es mejor a veces callar, si no tienes nada que decir en el momento apropiado. Es mejor pensar y que cuando hables, hables las palabras necesarias en el momento adecuado.
El apóstol Pablo vivió esta experiencia, y es magistral lo que él hace en Hechos 27. En este capítulo vemos la transición que todo creyente debe hacer en un momento de tormenta como el que enfrentaba Pablo.
“9 Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba, 10 diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas. 11 Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía. 12 Y siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí.” Hechos 27:9-12
Pablo era un predicador. ¿Quién le haría caso? ¿Qué sabe un predicador de tormentas? Más de lo que la gente piensa. La primera voz que Pablo utiliza en esta ocasión es la del razonamiento. Como cristianos, tenemos que saber lo que es fe y lo que es racional; pero muchos nunca hablan de la voz del razonamiento. Algún predicador en una situación como la que enfrentaba Pablo, pudiera haber dicho: Profetizo que esto se va a destruir; si no oyen la voz de Dios, vendrá juicio. Pero no; Pablo dijo: Se está haciendo tarde, esto se está poniendo difícil, ¿por qué no nos quedamos aquí? Pablo usó la voz del razonamiento.
Pero ¿qué pasa cuando habla un cristiano? La gente le da más crédito al piloto, al patrón del barco. Uno de los problemas más grandes es que los líderes cristianos y los creyentes, muchas veces, no hablamos con una voz de razonamiento. Pero, al mismo tiempo, la sociedad no nos da crédito porque cuestionan qué sabemos nosotros de dirigir. Pero hay personas paradas en púlpitos predicando, que son doctores, licenciados, abogados, ingenieros. Hay otros que no tienen estudios, pero igual son llamados de parte de Dios, porque Dios no necesita darte un crédito para usarte; pero eso no quiere decir que no seas inteligente, sabio. Pero para el mundo es tonto el que tú vayas a la iglesia a recibir palabra, el que siembres una ofrenda. Y tú no puedes permitir que el hecho de que el mundo piense que eres tonto, te haga callar la voz del razonamiento. Cuando tengas que hablar con razonamiento, hazlo. Tú no tienes que profetizar; mira el viento, mira la Luna, mira el Sol.
La primera voz que todo cristiano debe tener es la del razonamiento, la inteligencia. Háblale a la gente con razón. El mundo nunca te va a dar el crédito que te mereces. Para tus hijos, serás atrasado, fundamentalista, y no estás en nada porque no eres moderno. No te van a dar el crédito que te mereces, pero tú, cuando hables, hazlo con razonamiento. Di: ¿Tú no ves las nubes? ¿No ves lo que hay, lo que está pasando? Siéntate con tus hijos, con tu familia. Deja las emociones a un lado y comienza a razonar.
Pero, por supuesto, la voz del razonamiento no puede extenderse más del tiempo necesario. El problema de muchos es que no hablan con razonamiento cuando es meritorio, y ya cuando quieren hacerlo es tiempo de otras cosas.
“20 Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos. 21 Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida.” Hechos 27:20-21
En otras palabras, Pablo dijo: Yo te lo dije. Esto es lo primero que dice Pablo en medio de la tormenta, pero luego ya no siguió con lo mismo.
“22 Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave.” Hechos 27:22
El problema de muchos es que, cuando tienen que razonar, son emocionales, y cuando tienen que ser emocionales, son racionales. La voz del razonamiento tiene que convertirse en una voz de esperanza. En medio de la crisis, no hay tiempo para razonar, sino para tener esperanza. Las peleas matrimoniales, con los hijos, en tu país, es porque hay más voces de desesperanza, de tristeza, de caos; y no te das cuenta que cualquiera puede crear un caos y que hay gente a la que le gusta porque así es que viven. Pero hay un momento en que no hay tiempo para razonar ni para profetizar. Las cosas no están bien, pero tú tienes que decir como Pablo: Pero les exhorto a tener buen ánimo.
Hay un momento para razonar, pero hay un momento para inspirar. Antes que tus hijos se metan en problemas, ayúdales a razonar. Si no te hacen caso, no hay problema; cuando vengan en dificultades, les recuerdas que se los dijiste, pero añade: Dios te va a levantar. Pero si lo que sigues es razonando cuando ya es momento de cambiar a una voz de esperanza, lo que logras es hacerles sentir culpables, encima de su error. Llévales a razonamiento en su momento, y a esperanza cuando estén en problemas. Tú enseñas antes de la tormenta. En la tormenta, tú dices: Vas hacia delante.
En medio de crisis y problemas, tus hijos, tu cónyuge lo que necesitan oír no es lo mal que lo hicieron, sino que tú les digas: Estoy contigo, te vas a levantar, vas a prosperar; no te preocupes, Dios me dijo que tu vida no se va a perder.