Partiendo del texto de 1 Corintios 15:46 que EQUIPO DE TRABAJO dice: “Sin embargo, el espiritual no es primero, sino el natural; luego el espiritual.” Podemos asegurar que el mundo natural o físico nos da enseñanzas, sombras y figuras de lo que es el mundo espiritual. Y a partir de ahí al considerar el Fuego de Dios deberíamos de hacer antes un breve recordatorio de lo que hizo el fuego natural en la humanidad, por ejemplo, es bien sabido que antes del descubrimiento del fuego y su manejo por el hombre, una de las formas más frecuentes de muerte era el frío, pero cuando se aprendió a manejar el fuego las cosas cambiaron. Algunos dicen que el fuego es el descubrimiento más importante de la humanidad y que fue el paso que acondicionó a la humanidad para su evolución, con el uso del mismo se llegó a dominar bestias más grandes, se aprendió a cocinarlas para de esta manera hacer que la alimentación fuera más segura aumentando la expectativa de vida, trajo iluminación a las cuevas y un largísimo etcétera de usos más.
Al hacer esa breve reflexión y aplicarla al tema espiritual “el fuego de Dios” tendríamos que aceptar que así como el fuego natural trajo un cambio ostensible a la vida física de la humanidad, el fuego de Dios trae un cambio radical a la vida espiritual del cristiano. Aunque ya en la vida espiritual uno de los temas que tienen una superlativa importancia en cuanto al fuego es el hacer distinción entre fuego de Dios y fuego extraño y para ello Dios nos deja en su bendita palabra un mapa en el cual se mencionan las cosas pertenecientes a Él y a su fuego santo, por ejemplo nos habla de: espadas de fuego, ascuas de fuego, lenguas de fuego, destellos de fuego, la palabra como fuego, ministros llama de fuego, antorchas de fuego, bautismo de fuego, etc. Es precisamente ese mapa con esos puntos referenciales de ubicación que trataremos de abordar en esta revista, suplicándole como siempre lo hacemos a nuestro buen Dios que en el nombre del Señor Jesús nos ponga por su Espíritu las palabras a escribir para la edificación del lector.
Bendiciones