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La semilla de mostaza

Predicación de Cash Luna basada en Lucas 13:18-19. Parábola de la semilla de mostaza

«Y dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo compararé?. Es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció, y se hizo árbol grande, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.» Lucas 13:18-19; Mt. 13.31-32; Mr. 4.30-32

Hay semillas pequeñas que se convierten en un inmenso árbol.

Jesús no pudo hacer milagros en Nazaret —el pueblo donde creció con su familia— porque lo veían como un carpintero y no como el Hijo de Dios.

Allí no encontró fe sino suspicacia. Sabemos que la Palabra de Dios es viva y eficaz, que es buena semilla y no regresa vacía, pero los afanes de la vida y el engaño de las riquezas pueden ahogarla y volverla ineficiente.

Por esa razón hay que aprender lo correcto sobre riqueza según los principios bíblicos, para que no tenga más poder en ti que Su Palabra. Cuando hablamos de ver milagros, es importante recordar la honra que debemos demostrar al Señor porque Él podrá obrar maravillas solamente si creemos en Su capacidad de hacerlo.

¡La incredulidad y el afán de la vida pueden neutralizar el poder de Dios! Cuando leí esto en las Escrituras yo también me quedé con la boca abierta. En Su tierra neutralizaron a Jesús con desprecio, descrédito, deshonra y envidia; fue como si lo bombardearan con kriptonita.

Cuando lo veas como el Señor de señores, el milagro sucederá. Acepta el poder de Dios así como aceptas el poder de la ciencia humana.

Si ves a tu pastor simplemente como un amigo más, sin respeto, ¿cómo quieres que Dios lo use para bendecirte? Proclama tu fe con valentía y defiende lo que crees porque de eso depende tu bendición. Honra a Jesús, ¡demuéstrale que es tu Señor y Él podrá hacer Su obra! Sé congruente con tus actos: si dices que Él es tu Señor, demuéstralo. Aprécialo y apréciate porque te ha delegado autoridad.

Todos podemos obrar milagros si creemos y hay honra entre nosotros. Somos hijos de Dios y Él puede escoger a través de quién bendecirá a otros. Entre esposos pueden ser usados por Dios, pero deben darse honra a pesar de sus defectos; ya que estos no serán estorbo si Dios encuentra fe en la pareja. Puedes ver a Jesús como tu mejor amigo, pero no dejes de verlo como tu Señor, a quien honras y a quien le crees con todo el corazón.

Yo le creo a Jesús, tengo mil defectos, pero le creo. Cuando me invitaron a ir a la iglesia llegué con una cajetilla de cigarros en la bolsa de mi pantalón de lona roto. Al escuchar todo lo que Jesús había hecho por mí, sin dudarlo, me levanté y lo acepté como mi Señor.

No llegué cansado, decepcionado, frustrado o herido, era un joven que estudiaba y tenía una empresa; así que no lo acepté por desesperación sino por agradecimiento, porque a pesar de la vida que llevaba Él me amaba y me bendecía. Desde entonces decidí creerle y fui radical en hacerlo.

Así como pagaba por el mejor licor en las discotecas, desde ese día pagué por la mejor Biblia que pude comprar e invertí en mucho material instructivo para aprender y compartir con los demás; me dediqué a crecer en fe y no he sido defraudado. Retomé la vocación que sentía cuando era niño y Él me formó porque yo no tenía ni idea sobre cómo predicar, cómo ser pastor y entregar mi vida al ministerio.

El camino no fue fácil. Cualquiera que hubiera predicado en el zoológico de su ciudad sin que nadie lo escuchara habría desistido, cualquiera que hubiera regalado pequeños folletos bíblicos a la entrada de los cines o que hubiera escrito mensajes en los tickets de bus frente a la mirada desconfiada de los pasajeros habría dudado de lo que le deparaba el futuro, pero yo le creí, acepté el reto de mi llamado y le doy gracias porque he tenido Su respaldo incluso cuando me he equivocado, algo que ha sucedido muchas veces.

Si lo hizo conmigo, sin duda lo puede hacer contigo, pero no regreses a Jesús a la carpintería, no lo veas como el hijo del carpintero, sino como el Hijo de Dios que está sentado en Su trono, a la derecha del Padre, donde intercede por ti. Pídele perdón si lo has menospreciado y si te has menospreciado.

Aprende a ver a tus semejantes como hermanos en Cristo dignos de honra, a quienes Dios puede usar para bendecirte. Pídele que abra tus ojos, que puedas verlo tal como es: Señor de señores, Rey de reyes, y puedas ver en otros a Sus hijos, discípulos y representantes. Pídele que te enseñe sobre el honor y la fe, y que te ayude a desechar toda incredulidad.

Cuida cómo oyes
Y ¿cómo se hace para deshacerse de la incredulidad? Pues buscando escuchar solo palabras que nos edifiquen. En una oportunidad, cuando los discípulos intentaron echar fuera un demonio y no lo lograron, le preguntaron a Jesús qué había sucedido.

Entonces Él les explicó que les faltaba fe y les puso el ejemplo del grano de mostaza, pero la analogía no es que se tenga una fe tan pequeña como esa semilla, sino que sea tan poderosa con el mismo temple y carácter, porque siendo minúscula, llega a ser la mayor de las hortalizas y se transforma en árbol grande que da abundante fruto.

Además, les enseñó cómo incrementar la fe: con oración y ayuno. Cuando deseamos sanar a alguien no debemos orar y ayunar por el enfermo sino por nosotros, para que nuestra fe se fortalezca y seamos usados como instrumentos de la obra del Señor.

El género de incredulidad solo se elimina buscando a Dios con todo el corazón. Las cosas buenas suceden cuando erradicas tu incredulidad. Ya sabemos que nadie con sus ojos puestos en el reino de la tierra alcanza grandes logros, solo con la vista en las maravillas del Señor se logran los milagros.

En otro momento, Jesús comparó el reino de los cielos con el grano de mostaza que se extiende poderosamente, y la mejor parte es que en sus ramas resistentes y frondosas anidan las aves del cielo. Las bendiciones del Señor anidan en las personas que luchan por sus sueños y crecen como la semilla de mostaza.

Dios siempre hará algo más si usas tu fe para creerle y alcanzar tus metas. Dicho de otra forma, no debemos concentrarnos en lo que somos sino en lo que estamos llamados a ser. Tal vez ahora te ves pequeño como una semilla, pero serás como un inmenso árbol que dará cobijo a otros en el nombre del Señor. ¡Escucha y cree que estás llamado a la grandeza!

Jamás se menosprecian los inicios. La más pequeña de las semillas estaba convencida de su gran capacidad de crecimiento. Imagina una semilla de mostaza frente a una de naranja, de durazno o de aguacate. No dejaría que la humillaran, seguramente les diría: «Ahora soy pequeña, pero ya verán lo grande que llegaré a ser cuando me siembren, abonen y rieguen».

No lo olvides: ¡la Palabra de Dios te hará grande! La semilla de mostaza incluso cree que cambiará de especie, ya no será hortaliza sino árbol. No importa si es un árbol pequeño, lo importante es que trascendió sus fronteras y no se conformó con ser una hortaliza grande. Si tienes fe puedes ser transformado como esa semilla; tenemos un enorme potencial para crecer y dar fruto.

No te veas como eres ahora, mírate con los ojos de la fe, como la persona exitosa y feliz que ya eres. Si crees con esa fe de la mostaza todo será posible: sanidad, restauración y salvación. Muchos se limitan porque se piensan indignos de recibir bendición, pero el reino de Dios opera por fe, no por obras. No veas qué precio debes pagar porque Jesús ya lo pagó. ¡Solo cree y ora!

Si un demonio no sale al echarlo fuera en el nombre de Jesús, puedes orar y ayunar, pero no porque sea más poderoso que Su nombre, sino porque, al hacerlo, tu fe se fortalece. Un estómago vacío por ayuno no es más poderoso que el Señor. La oración y el ayuno son efectivos para fortalecer tu fe, no como «fórmulas mágicas» que provocan el resultado que deseamos.

La fe viene por el oír y sale por el hablar.
Cuando somos hombres y mujeres de fe cuidamos lo que escuchamos y lo que hablamos. El apóstol Pablo predicaba palabra de fe porque ayudaría a los nuevos cristianos a vencer las dificultades y la persecución.

Nunca olvidemos que la Palabra dice que el justo por su fe vivirá, es decir, que la fe sirve para vivir, para salir adelante día a día; así que debemos alimentarnos con esa Palabra de fe que nos hace vivir y crecer para avanzar.

Fuente:
Pastor Cash Luna

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