Satanás teme a la virtud de la humildad. Le aterroriza la humildad y la aborrece. Ve a una persona humilde y siente escalofríos por la espalda. Se le paran los pelos cuando los cristianos se arrodillan, porque la humildad es rendir el alma a Dios. Satanas tiembla ante el manso, pues en la misma área donde una vez acceso ahora se levanta el Señor y él se aterra de Jesucristo.
La condena para el demonio en el jardín del Edén fue, «Comerás polvo». Y al hombre anteriormente se le dijo: «Eres polvo». Gn. 3:14, 19. La esencia de nuestra naturaleza carnal es el polvo. Satanás come polvo, o sea codicia nuestra naturaleza carnal. Por tanto, reconozcamos que la fuente de muchos de nuestros problemas y opresiones no son demoniacas sino carnal de naturaleza.
Nuestra naturaleza carnal siempre será el blanco del diablo. Estas áreas carnales ministran a Satanás una avenida de acceso lista para minar nuestras oraciones y neutraliza nuestro caminar con Dios.
Dejemos nuestra auto justificación para vencernos con honradez a nosotros mismos. Seamos específicos cuando sometamos nuestro ego a Dios. No racionalicemos nuestros pecados, ni nuestras faltas, seamos honestos ante Dios. Muchas de nuestras batallas simplemente son consecuencias de nuestras propias acciones. Superemos lo que es de nuestra carnalidad y lo que es del diablo. Algunas de nuestras amenazas son el reflejo de nuestro yo. Preguntémonos, ¿Las cosas que nos oprimen ahora no serán lo que sembramos ayer?
En Mateo 5:24,25, «Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.».
El Señor habla respecto a un adversario especial, y de un juez particular. En el pasaje citado el adversario es el demonio y el Juez es el Señor Jesucristo. Cuando acercamos a Dios con nuestra propia justicia, el adversario siempre tendrá un acceso legal para echarnos a la cárcel, porque nuestra justicia, son como trapos de inmundicia, Is.64:6 «Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.»
Debemos ponernos de acuerdo por nuestra falta de justicia, a veces el diablo tiene razón, usando trozos de verdad.
Cristo es nuestra justicia, «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo».Rom.5:1. Entre más reconozcamos que Jesús es nuestra Justicia, el demonio no podrá tocarnos, ni atacarnos, mucho menos en la arena de nuestras faltas. Sometámonos a Dios y pidámosle el amor y el perdón de Cristo, para poder suplir nuestro débil e imperfecto amor.
Usemos la acusación como recordatorio que no estamos ante el trono del juicio, sino ante el trono de la gracia. «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. » Hb.4:16.
La llave para vencer al diablo es nuestra humildad, negamos a defender nuestra imagen. Nuestra pasada naturaleza corrupta, que ahora fue cambiada y tenemos una nueva en Cristo. «y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.» Ef. 4:24. La humildad es una nueva espiritualidad al rededor de nuestra alma que impide la maldad y perder nuestra paz. Entonces humildad es rendir el corazón a Dios y Jesucristo.
Dios te bendiga amigo lector.