2 Corintios 3:17 «Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.»
El apóstol Pablo termina los últimos versos del capítulo anterior (2) diciendo que ellos no traficaban el Evangelio, sino más bien Predicaban la Palabra con toda sinceridad. Una gran diferencia entre lo que el apóstol Pablo dice y lo que los falsos maestros hacían.
Entonces ellos no necesitaban carta de recomendación, ya que Pablo era fundador de la iglesia de Corinto. Las cartas de recomendación las necesitan aquellos que no son conocidos.
Mas bien, Pablo les dice a los Corintios que ellos mismos eran su carta de Recomendación (2 Corintios 3:1-3).
Eso es porque el mensaje de Pablo y sus ayudantes era el Mensaje del Evangelio. O sea, del Nuevo Pacto, el cual CAMBIA LAS VIDAS, así como ellos habían sido cambiados.
Los Dos Pactos. (2 Corintios 3:5-6) «No es que nos consideremos competentes en nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios. 6 Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra, sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.»
Otras Versiones dicen ALIANZA en vez de PACTO.
Nótese que muchos han enseñado que el estudio es malo, o que la lectura de la Biblia es mala, o que estudiar sobre la Biblia es malo, basándose en este versículo. Pero eso es sacar el verso fuera de contexto y muestra la necesidad de una buena HERMENÉUTICA (Interpretación Bíblica).
En primer lugar, el apóstol Pablo se estaba refiriendo al Antiguo Pacto (letra) y al Nuevo Pacto (Espíritu).
Así la letra de la Ley hace que el hombre muera (Romanos 7:9-11) y se contrasta con el Espíritu que da vida (Juan 6:63). Noten que en este pasaje (2 Cor. 3:3-6) no es piedra sino carne, no es letra sino Espíritu, no es externo sino interno, no es Ley sino Gracia.i
La Ley mata porque no puede JUSTIFICAR al pecador, sino solamente mostrarle su pecado.
Es como el termómetro que puede medir el calor, pero no puede producir calor. Así la Ley de Moisés podía medir la justicia (o injusticia), pero no podía ayudarlos a ser justos.ii
Mientras que, en el Nuevo Pacto, por medio de la Obra de JESUCRISTO en la Cruz del Calvario, el pecador puede encontrar la JUSTIFICACIÓN por la Fe en JESUCRISTO. O sea, sus pecados pueden ser perdonados y declarado JUSTO sin merecerlo (Romanos 5:1).
En segundo lugar, debemos notar la diferencia entre la LEY y la GRACIA para no seguir los ritos antiguos de la Ley que no llevan a nadie a la salvación (Rom. 3:28; Gal. 2:16).
La salvación se recibe en la REGENERACIÓN por Obra del ESPÍRITU SANTO (Juan 3:1-3). Siendo Justificados por la Fe en JESUCRISTO (Rom. 5:1).
El mensaje del Evangelio es uno de Cristo crucificado (1 Cor. 1:23) y toda persona tiene que mirar al Cristo LEVANTADO para salvación (Juan 3:14).
Mientras que los que guardan los ritos de la Ley, no son Justificados, ya que la Ley no puede Justificar a nadie (Gal. 2:16).
En tercer lugar, el autor de la Epístola a los Hebreos, nos muestra el contraste entre la letra externa del Viejo Pacto y la realidad interna del Nuevo Pacto (Hebreos 8:8-13).
«Pero Dios, reprochándoles sus defectos, dijo: «Vienen días —dice el Señor—, en que haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No será un pacto como el que hice con sus antepasados el día en que los tomé de la mano y los saqué de Egipto, ya que ellos no permanecieron fieles a mi pacto, y yo los abandoné —dice el Señor—. Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con la casa de Israel —dice el Señor—: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrá nadie que enseñar a su prójimo, ni dirá nadie a su hermano: “¡Conoce al Señor!”, porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán. Yo les perdonaré sus iniquidades, y nunca más me acordaré de sus pecados». Al llamar «nuevo» a ese pacto, ha declarado obsoleto al anterior; y lo que se vuelve obsoleto y envejece ya está por desaparecer.»
En cuarto lugar, ¿para qué imitar los ritos externos de la Ley como muchos hoy hacen? Esos ritos externos siempre miraban hacia la futura Obra Redentora de JESUCRISTO en la Cruz del Calvario.
La LETRA mata a aquellos que buscan la salvación por ritos externos (verso 6).
Mientras que, bajo el Nuevo Pacto, el ESPÍRITU SANTO da vida a todo aquel que recibe a JESUCRISTO como Salvador de su vida.
El Velo para los que siguen en el Antiguo Pacto. (2 Corintios 3:7-11) «El ministerio que causaba muerte, el que estaba grabado con letras en piedra, fue tan glorioso que los israelitas no podían mirar la cara de Moisés debido a la gloria que se reflejaba en su rostro, la cual ya se estaba extinguiendo. Pues bien, si aquel ministerio fue así, ¿no será todavía más glorioso el ministerio del Espíritu? Si es glorioso el ministerio que trae condenación, ¡cuánto más glorioso será el ministerio que trae la justicia! En efecto, lo que fue glorioso ya no lo es, si se le compara con esta excelsa gloria. Y, si vino con gloria lo que ya se estaba extinguiendo, ¡cuánto mayor será la gloria de lo que permanece!»
Hay algo interesante en estos versos y es que la Gloria que Moisés reflejaba cuando bajaba de la montaña después de haber visto a DIOS, era tanta que tenía que usar un velo en su cara para que no pudieran ver Su Gloria.
Pero no era para que no vieran a Moisés, sino que era para proteger al pueblo que no aguantaba ver la Gloria de Dios reflejada en el rostro de Moisés.
Nótese que los judíos que rechazan al SEÑOR JESÚS en nuestros días, por muy ortodoxos que sean, tienen un velo sobre sus rostros porque rechazan a la ÚNICA VERDAD que es el SEÑOR JESÚS.
(2 Corintios 3:12-16) «Así que, como tenemos tal esperanza, actuamos con plena confianza. No hacemos como Moisés, quien se ponía un velo sobre el rostro para que los israelitas no vieran el fin del resplandor que se iba extinguiendo. Sin embargo, la mente de ellos se embotó, de modo que hasta el día de hoy tienen puesto el mismo velo al leer el antiguo pacto. El velo no les ha sido quitado, porque solo se quita en Cristo. Hasta el día de hoy, siempre que leen a Moisés, un velo les cubre el corazón. Pero, cada vez que alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado.»
Lo mismo es que toda persona por muy religiosa que sea, si no se ha convertido al SEÑOR JESÚS, tiene un VELO sobre sus ojos.
Sin embargo, hay esperanza, porque cuando viene a JESUCRISTO, el velo es quitado.
El SEÑORÍO del ESPÍRITU SANTO. 2 Corintios 3:17 «Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.»
La declaración del apóstol Pablo que el SEÑOR ES EL ESPÍRITU, afirma la Deidad del ESPÍRITU SANTO (Hechos 5:3-4).
El mismo DIOS que dio el Pacto Antiguo, nos ha dado el Nuevo Pacto. El mismo DIOS que dio la Ley, es el DIOS que nos ha brindado la salvación bajo el Nuevo Pacto.
El apóstol Pablo ha usado el término LIBERTAD para hablar de varias formas de LIBERTAD (Rom. 8:21; 1 Cor. 10:29). Aquí él se está refiriendo primeramente a una relación abierta con DIOS una vez que el SEÑOR haya removido el VELO de la INCREDULIDAD.iii
Así en el Nuevo Pacto el creyente que ha sido liberado del dominio del pecado tiene ahora entrada directa al Trono de la Gracia (Hebreos 4:16).
«Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.»
Noten ahora como en el NUEVO PACTO la GLORIA de DIOS está en el creyente.
(2 Corintios 3:18) «Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos[b] como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.»
Un comentarista lo explica así: «La palabra griega que se traduce aquí transformados es metamorphoo, que aparece en Ro. 12:2, y en sólo otro lugar del Nuevo Testamento, y es en conexión con la transfiguración de Jesús (Mt. 17:2; Mr. 9:2). Nos sugiere que la vida cristiana debe ser “la vida transfigurada”.»iv
Bello comentario que nos muestra lo que una vida que ha sido verdaderamente cambiada debe reflejar, y es la Gloria de DIOS.
La pregunta que debemos preguntarnos es: ¿Estamos reflejando la Gloria de Dios en nuestras vidas?