Son múltiples los artículos bíblicos que hacen referencia a la lealtad y la fidelidad hacia nuestro Dios.
El Señor nos manda a serle fiel, pero ese pacto no debe ser solo con Él, debemos aplicarlo con todos los que hacemos vida durante el día a día, en nuestro trabajo, con nuestros amigos, allegados, en fin, con todos los que de alguna manera u otra nos relacionamos.
No hay cosa más desagradable para una persona que saberse traicionada, así mismo se siente Jesús cuando lo hacemos con Él. Por eso debemos tratar siempre de no fallarle a su palabra, por eso en toda mi casa a Él se le es fiel y Él también es fiel en mi hogar.
En el libro de Reyes 8:61 dice: “Estén, pues, vuestros corazones enteramente dedicados al Señor nuestro Dios, para que andemos en sus estatutos y guardemos sus mandamientos”.
Guardar sus mandamientos es cumplir su palabra y predicar con el ejemplo. Cuántas veces no nos hemos sentido traicionados? Tal vez en innumerables ocasiones, pero cuando eso sucede debemos pedirle cordura a Dios y que ilumine la mente de quién lo provoca para que sane su corazón y nunca devolver con la misma moneda, porque a Dios no le agradará.
Más la misericordia de Dios es desde la eternidad hasta la eternidad, para los que le temen, y su justicia para los hijos de los hijos, para los que guardan su pacto y se acuerdan de sus preceptos para cumplirlos, dice en Salmos 103:17-18.
Debemos ser fiel a ese pacto, y cumplirlo hasta la eternidad para que nuestros días se alarguen, tengamos una vida más tranquila y vivamos en paz con nuestro prójimo y con nosotros mismos.
El Señor quiere hijos fieles, de fe, que transiten su camino fuera del pecado, de la traición y la maldad para que su misericordia siempre nos acompañe en nuestro andar.
Es así como garantizaremos una vida plena, en libertad y sin remordimiento. Hoy les invito a serle fiel y notaremos el cambio en nuestra vida.