
La fe verdadera no se queda en palabras o sentimientos; se demuestra en acción. Cuando confiamos en Dios, nuestro corazón desea cumplir Su voluntad, aun cuando no entendamos todo el camino. Santiago 2-17 Así también la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma.
Obedecer a Dios puede ser difícil. A veces lo que Él nos pide parece contrario a nuestra lógica o comodidad, pero la obediencia es la manifestación viva de la fe. Cada paso de obediencia fortalece nuestra relación con Él y nos coloca bajo Su protección y bendición.
Hoy, cuando enfrentemos decisiones, desafíos o temores, recordemos: la fe activa se traduce en actos de amor y obediencia. No se trata de perfección, sino de confiar lo suficiente para actuar según Su Palabra.
“Señor, ayúdame a obedecerte aun cuando no comprenda todo, y que mi fe se refleje en cada acción que haga en Tu nombre.
La fe que produce obediencia trae fruto, honra a Dios y da testimonio de Su poder en nuestra vida. No temamos dar ese paso, aunque el camino sea incierto. Él siempre guía a los que confían.En el nombre de Jesús,