
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” Juan 11-25-26
El Señor nos recuerda que la fe en Él no es pasajera ni frágil, sino una fuerza que vence incluso a la muerte. En medio de las pruebas, de las lágrimas y de la incertidumbre, Jesús se levanta como la garantía viva de que la vida verdadera está en sus manos.
Sigamos caminando en fe, porque todavía tenemos tiempo de dejar huellas que inspiran a otros. Nuestra oración, nuestro servicio, nuestras palabras de esperanza y el amor que compartimos son como incienso que sube delante de Dios y, al mismo tiempo, se esparce sobre el mundo.
La fe contagia, enciende, renueva y transforma. Aunque parezca pequeña como un grano de mostaza, tiene poder para mover montañas. Caminemos con la certeza de que en Cristo hay vida, victoria y eternidad. Gracia y Paz.