¿A quién consideró Jesús alguien grande? ¿Cuál es el comportamiento de una persona grande ante los ojos de Jesús? En Mateo 15, se nos narra una ocasión en que una mujer cananea iba dando gritos tras Jesús, pidiendo por la sanidad de su hija. Los discípulos le dijeron que la despachara, y Jesús le dijo a aquella mujer que él no podía dar el pan de los hijos a los perrillos, refiriéndose a que él había sido llamado a los judíos. La mujer cananea respondió que aún los perrillos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.
“ Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.” Mateo 15:28
Si miras la grandeza a través de los ojos de Jesús, entonces, puedes llegar verdaderamente a ser grande. Hay varios momentos en la Biblia, en el Nuevo Testamento en particular, donde observamos a Jesús admirar la fe de ciertas personas. Jairo pide que Jesús vaya para que toque a su hija y sea sanada. Yendo de camino, hubo una mujer que toco el borde del manto del Maestro; la mujer tenía fe de que si ella tocaba el manto, sería sana. Y el centurión romano dijo: No tienes que ir a mi casa, envía la palabra. Y Jesús dice: No había hallado tanta fe en Israel. Hay gente que tiene fe para que Dios lo toque, otros que tienen que tocar; si esperas que Dios te toque, tienes que aguantar las malas noticias, en lo que Dios te toca; si tienes que tocar, tienes que arrastrarte, aguantar los pisotones de todo el mundo. Poderosa es la fe que no necesita un toque ni tocar, sino que a la distancia se atreven a creer que todo lo que hace falta es que el Señor envíe la palabra.
Aquellos que Jesús admiró en la fe, ninguno era del pueblo de Israel. Todos los que Jesús dijo que admiraba su fe, fue gente que no estaba dentro del pacto en ese momento. Eran excluidos por la religión, pero Jesús admiró el comportamiento emocional, espiritual de estas personas para acceder al milagro que necesitaban.
La fe es lo único que nivela el juego. Tu fe hace que tú tengas la misma ventaja que cualquiera tiene. Tu fe te pone al nivel de cualquier sabio, de cualquier inteligente, de cualquier rico, de cualquiera que tenga contactos, de cualquiera que esté en contra tuya. Tu fe te iguala a ti a tus peores contrincantes. Tú has estado tratado de igualar tus posibilidades a las de aquellos que piensas tienen mayor ventaja, te has estado esforzando para ponerte al nivel que tú crees que tienes que estar para pelear al próximo nivel con el contrincante que tienes delante; pero lo que te hace grande a ti no es ponerte al nivel del enemigo que tienes delante de ti, sino que le creas al Dios Todopoderoso; Él es el que hace que el campo de batalla se iguale para todo el mundo.
Tú eres grande cuando, mientras otros se rinden, tú te atreves a creer. Tú eres grande cuando la crisis no te mueve, porque es tu fe la que hace que tu juego se nivele. Tú eres grande cuando entiendes que tú no le sirves a nadie más que a Dios. Tú no puedes tratar de subirte al nivel natural de los hombres; tú tienes que tratar de subirte al nivel de Dios, creerle a Él.
Cuando David fue a enfrentar a Goliat, David le dijo al gigante: Tú has provocado al Dios de Israel. David no fue el que peleó con Goliat; David elevó la pelea a una pelea entre dioses, el Dios de Goliat contra el Dios de David, y por supuesto Goliat estaba en desventaja. Si tú tratas de igualarte con Goliat, nunca alcanzarás la victoria, pero tu fe puede hacer que uno de 5’5” derribe los más grandes gigantes, no importa que vengan con lanza, con jabalina. Lo que te hace grande no es el estudio en la universidad; es bueno y hace falta, pero no es lo que te hace grande. No te hace grande el buen crédito ni tu conocimiento ni la gente que conoces. Lo que te hace grande es la fe que tú tengas en medio de tus peores crisis, que puede captar la atención de Cristo para darte el milagro que tú esperas.
Llénate hoy de una fe que te lleve a comerte el mundo de frente; Dios te va a dar la victoria. Tu circunstancia, tu situación no tiene que cambiar; lo que tiene que cambiar es tu perspectiva, tu fe. Si tu fe se hace pequeña, si se limita por lo que tú estás viviendo, entonces sí pierdes la batalla.
Hebreos 11 dice la Biblia que Enoc, Moisés, Abraham, Sarah, Sansón… Dios admira, menciona a Sansón entre los héroes de la fe. Esta fue gente diferente, con diferente preparación, diferentes épocas, diferentes problemas; había hombres y mujeres, personas queridas y no queridas. Lo que los hace estar en Hebreos 11 es la fe; y la fe que funcionó en el tiempo de Abraham es la misma que puede proveer para tu vida hoy. Y lo único que Dios está mirando, a diferencia de lo que el mundo piensa, es tu fe. La religión te mira por fuera, te juzga por lo que tú sabes, por la doctrina que tú crees, pero lo único que a Dios le importa es la fe que tú tienes al pedir y al seguirlo a Él, en medio de tus circunstancias.
Quítate todos los prejuicios que has tenido en tu vida, que te han limitado. Que esta palabra provoque tu fe para que te atrevas a creer e impresionar al único que tienes que impresionar que es al Dios Todopoderoso para que creas que el milagro se va a hacer.